Hace 6 meses que Aitana Ocaña perdió por el camino su apellido. Si preguntáramos a un público entre 14 y 17 años quién es Aitana gritarían al unísono su nombre, cantarían «Arde», bailarían «Lo malo»… y le pondrían una extensión, la que tiene en estos momentos de su vida: Aitana de OT.

Inesperadamente nos han invitado a un acto para nosotros desconocido. Aitana de OT se presenta en la tienda Stradivarius como embajadora de la marca. Vamos para allá con bastante incertidumbre, no sabemos qué nos vamos a encontrar y…

Nos separan: «Primero gráficos, después televisiones y por último redactores». La agencia de comunicación que lleva el evento está muy versada en el tema, saluda a los periodistas por su nombre y celebran con algunos lo estupendos que están. A nosotros nos observan como diciendo «no me suenas», pero son amabilísimos y con decir que somos de una revista digital de cultura ya nos otorgan el rango de dignos y nos unimos a nuestra manada particular.

La mía, la de los redactores, es maravillosa. Veo a mi compañero a lo lejos, porque es uno de los gráficos, y compruebo que él sobre la suya no opina lo mismo. Tiene delante un gráfico que le triplica en tamaño y la responsabilidad de obtener una instantánea en condiciones de Aitana. Deduzco que el ambiente entre los gráficos es recio, el mío sin embargo es…cómo diría ¿encantador?.

El debate entre «los míos» se centra en el famoseo. Pero lo que a priori parece que va a ser una conversación divertida, veo que se convierte en concienzuda. Hablan de las reservas de Aitana de OT para hablar de su vida privada o de las drogas y móviles que circulan en la remota morada de «Supervivientes», con bastante indignación. No puedo oír muy bien porque Stradivarius está de bote en bote y porque, además de convocar a manadas de prensa, -y ahí estamos-, han tenido el detallazo de invitar a 19 fans de Aitana de OT. 19 afortunados/as que han ganado un concurso para ver a su ídola.

El ruido abunda en Stradivarius y yo me pierdo la conversación de los míos. Hay un redactor que es el que «pilota», cuando él habla los demás asienten y la agencia de prensa, en un momento, le ha dicho que le esperan en no sé qué festival. Su medio debe ser importante. Él es uno de los que argumenta con más peso y en un momento dado de indignación suprema dice: «Pero esta qué se cree, ¿Beyonce?». Los demás le ríen la ocurrencia y poco tiempo después todos nos callamos porque el agente de prensa anuncia: «Viene».

No podemos ver a Aitana de OT. Su corte es interminable: seguridad con pinganillo, publicistas y unas chicas que pueden ser desde sus hermanas hasta sus peluqueras y/o estilistas… Hay uno que le aconseja: «Tira algún besito» y ella asiente obediente. Ya nos ha avisado el agente de prensa: «La Aitana es divina». Los flashes se multiplican y los gráficos, como es deseable, gritan: «Aquí Aitana, aquí». En un rinconcito un montón de móviles en modo cámara se agolpan y las vocecitas que están detrás dicen en un momento dado: «¡Que cante, que cante!»…son los fans, pero no se vienen arriba, una pena…

Y llega el turno de los redactores. Yo tengo dos preguntas preparadas porque intuyo que va a ser corto. Mis compañeros son ametralladoras, no hay opción. «¿Por qué Stradivarius?» «¿Qué colores son tus favoritos?» «¿Cómo llevas la fama?» «¿Vas a volver a estudiar?» El indignado de antes que la comparaba con Beyonce, se lo suelta «Pareces Beyoncé»…esto parece que le ha calmado, está menos furioso, creo que necesitaba soltarlo.

Aitana de OT responde a todas las preguntas rápida y limpiamente, se ríe mucho entre una y otra, no me extraña. «Última pregunta» avisa el agente de prensa…y yo no he abierto la boca. Imposible. Esto me ha superado.

Aitana ha sido la primera ex-concursante de Operación Triunfo 2017 que ha conseguido Disco de Oro en nuestro país.