Dos redactoras, una moda y un conflicto
Un día mi compañera Vega Guerra, amiga, redactora en Más de Cultura y con un carnet de hipster en constante actualización, se preguntaba por qué no llevo nunca calcetines. “Sí que llevo”, le dije, “pero son Pinkies. El resto de la conversación no la recuerdo, pero se que acabamos determinando que los Pinkies pueden ser baratos, prácticos y cómodos pero, desde luego, no son nada eróticos.
“Oye Vega, y ¿por qué no un artículo titulado quiero ser hipster pero también quiero follar?” A pesar de ser administradora y por lo tanto mi jefa, no pudo resistirse a la idea.
Por eso, hoy, lo compartimos con los valientes lectores de Más de Cultura ¿qué pasa si uno quiere ser hipster y también quiere follar? ¿Cuáles son los escollos que tiene que superar? Por cierto que si alguien después de leer este artículo no conoce la palabra escollo, que sepa que la tiene en nuestra Contraportada, que no se diga…
La moda en general, bien
Incorformismo, activismo político, contracultura, el cambio, la rebeldía o la crítica. Son los valores que definen a un hipster, por eso las marcas, el moderneo, lo chic, les quiere. Apple, Converse, Ray Band…uno se ve mono en esas marcas, no entra en conflicto con el sexo. Hasta ahí bien. Pero está claro que los Pinkies (para él y para ella) y los sujetadores Balconette (sobre todo para él) son un escollo a superar.
El primero se soluciona yendo al baño, porque caben en un bolsillo y uno se los puede quitar en el momento previo a descalzarse sin que esto atente contra el olor del zapato. El segundo, con práctica, con la misma que se aprendió a desabrochar el resto de mecanismos de la historia de los sujetadores.
Lo del sombrero no lo tengo claro, me dice Vega que ahora se llevan las [amazon_textlink asin=’B07C6F54QT’ text=’gorras de corcho‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’6397ffb9-9a35-11e8-8501-6d4bacf6c9c8′], como lo de llover es ciencia ficción en Madrid, igual me lo planteo.
También me recuerda que hay que tener cuidado con las mangas de la camisa (a ser posible con mensaje o estampado llamativo). Tiene la teoría de que si uno se remanga las mangas, es una señal inequívoca de homosexualidad. Para alimentar el misterio, otros optan por camisa de botón al cuello que es otro conflicto futuro parecido al de los sujetadores Balconette.
El transporte, con un desodorante a mano
Vale que lo de las motos y coches eléctricos está cada vez más extendido, pero el hipster de verdad, el auténtico, se debe a su bicicleta, cuanto más decimonónica mejor.
Pero este medio de transporte encierra un conflicto, si uno vive en un pueblo, bien, pero en ciudades como Madrid o Barcelona, si tu ligue vive a kilómetros de ti y habéis quedado en agosto… quizá debas llevar contigo un desodorante de los de viaje.
De lo contrario, el estado al que llegues a su casa se parecerá al de esa Cenicienta Vegana de la serie Easy. Si no has visto la serie y quieres entender las relaciones del universo hipster, también te la recomendamos.
Continente y contenido
Al igual que al contratar un seguro de hogar, si eres hipster y también quieres follar tienes que tener claro que lo que importa es el continente, no el contenido.
El ejemplo más claro de esta teoría lo vemos en el café, una de las bebidas preferidas del moderneo imperante. Y con el café, cuanto más cool y sofisticado sea el vaso, mucho mejor, no importa la calidad de lo que haya dentro. Eso sí, tanta cafeína uno debe ir provisto de un cepillo de dientes.
En nuestro debate reflexivo Vega me recuerda que para ser un buen hipster hay que ir por ahí con una bolsa de tela estampada con algo llamativo, eso que hace que en el transporte público la gente se quede mirando. Ella, por ejemplo, tiene la suya de Teta&Teta.
Menos mal, así uno puede meter el desodorante para la bicicleta, el cepillo de dientes y el vaso del café de recuerdo que para lo que te han cobrado por ese café, merece la pena.
Música
Aunque el estudio o loft donde habéis acabado conste de menos de 40 metros cuadrados, tiene que haber espacio para dos bicicletas (la suya y la de su acompañante) y un tocadiscos de vinilos.
La música, siempre buen acompañante, sonará mejor en vinilo (aunque un técnico de sonido discutiría esto). Ahí se nos plantea otro conflicto, ¿si la canción se acaba en un momento en el que claramente no procede ir a cambiarla?
Vega, que es muy romántica y casi tanto o más, práctica, me recuerda que para esto la mejor solución es crear una lista personalizada en el Spotify que todo buen hipster comparte con varios de sus amigos, como la cuenta de Netflix o la de HBO, porque menos es más.
Si aún así ante los dos deseos que planteamos en el título, el segundo termina imponiéndose al primero, no se lo tendremos en cuenta a nadie. Al fin y al cabo, los expertos coinciden en que los Millenials y la Generación Z practican menos sexo y después de escribir este artículo, tenemos un poco más claro el posible motivo.
En cuanto al tema, no nos lo tengan en cuenta, a ver sino de qué cabezas van a salir los artículos de esta humilde revista.
Maravillaaaaaaaaaaaaaaaaaaa