Una de las gestiones más complejas a las que se debe enfrentar un ser humano es, quizás, la de llevar y mantener una relación sentimental. Los solteros lo saben y por eso no se atreven, los emparejados también y por eso entenderán este artículo. Netflix también lo sabe y por eso en su catálogo podemos encontrar la serie Easy, que nos demuestra que las relaciones, a menudo poliédricas en los tiempos del Tinder, son de todo menos easy.

Con una serie de capítulos autoconclusivos en los que los personajes de unos no tienen nada que ver con los de otros, la serie nos presenta varias vicisitudes a las cuales se tiene que enfrentar cualquier pareja de este mundo. Véase que se ha apagado la chispa, valores diferentes, sueños que entran en conflicto o incluso personalidades que no cuadran con la vida en pareja. Por debajo, podemos intuir sexo, sumisión, incertidumbre, trabajo o la madurez.

Así, el director Joe Swanberg y su equipo han creado un monstruo en el que todos nos podemos ver reflejados. Una serie fácil de ver por su poca duración y que al no contar con una continuidad la hace más digerible. Acostumbrados a capítulos de una hora de duración se agradece algo de ligereza en un contenido que muchos han definido como «el romanticismo moderno».

El género Mumblecore aplicado a las series

Nos encontramos ante un género cinematográfico desconocido por muchos, y digo cinematográfico porque como ya sabrán las series se ruedan y se comercializan como cine. Este género toma su base en películas como Manhattan, de Woody Allen, o la obra de Richard Linklater. La nueva generación de cineastas independientes de Estados Unidos que desarrolló el género Mumblecore a partir del año 2000. Consiste en que a partir de la improvisación y el naturalismo, se retratan dilemas diarios de la humanidad. Como los de la pareja.

Para contarlo, se sirve de un elenco con nuevos descubrimientos pero también con estrellas como Orlando Bloom o la emergente Gugu Mbatha-Raw y utiliza la técnica de los crossovers que ya caracterizan a la serie y consisten en meter personajes o datos de unos capítulos en otros sin que esto afecte a la trama. Como un mensaje, un guiño hacia el espectador ávido que se de cuenta.

Quizá uno de los capítulos más interesantes de Easy sea «Utopía», que al contrario de muchos otros argumentos en los que hacer un trío supone siempre un conflicto en la estabilidad de la pareja, en este caso nos presenta a una de las parejas más irónicamente estables de la serie. El director consigue así cargarse el mito de la insatisfacción tantas veces retratado en la ficción.

Otro valor añadido es la forma en la que se presenta el sexo, tan correcto y bien planificado en las producciones americanas, aquí se presenta con desorden, imperfecto y nada impostado. Pero igual que el sexo, sobre gustos no hay nada escrito, por eso lo mejor es que lo comprueben ustedes en el catálogo de la plataforma. La primera temporada no les llevará más de 4 horas y, seamos sinceros, se les hará más breve que muchas películas que duran 3.