En la literatura de A.M. Irún no hay suicidios, ni muertes, ni tragedias griegas. Lógicamente hay algún que otro bollodrama pero nada que empañe la comedia y emoción de sus historias. En Más de Cultura hemos querido hablar con ella de sus novelas, de la literatura lésbica, los referentes, los shippeos y mucho más.
Leemos en tu web que tardaste un tiempo en sentarte a escribir “en serio”. ¿Cómo surge este momento?
A los 18 me mudé a Madrid para estudiar Periodismo. Viví y trabajé allí durante una década hasta que llegó la crisis y tuve que volver a mi ciudad natal, Zaragoza. Unos meses antes de la vuelta, había descubierto algo de mí. Una chica en el metro a la que veía todos los días me hacía sentir y preguntarme cosas que hasta entonces las tenía ocultas durante toda mi vida. Cuando volví a Zaragoza, escribí “Nico, por favor” para entenderme. Ahí empezó todo.
Hasta entonces había escrito relatos, microrrelatos y guiones de cortometrajes de ficción y documental.
¿Quién es A. M. Irún además de la escritora de novelas?
A.M. Irún es esencialmente mi yo escritora. Detrás hay una mujer pequeña, risueña y curiosa. También soy amante, tía, amiga, hija, hermana, periodista… Toda la experiencia vital que saco de mis otros “yo” la uso para crear historias.
Historia lésbica con final feliz
La descripción de tu biografía de Twitter es “Escribo novela lésbica con final feliz”. ¿Qué pasa con la ficción LGTBI? ¿Por qué sufren tanto los personajes? ¿Es posible que haya una ficción con personajes LGTBI en el que no muera nadie?
Empiezo por la última. Sí, es posible. Ya somos varias autoras que estamos trabajando en ello, intentando cambiar el sentido de las ruedas de este mecanismo perverso que marca que la literatura lésbica (o cualquier otra expresión artística y cultural) no puede tener un final feliz.
La tradición de los finales trágicos en la literatura lésbica viene dada por la cultura heteropatriarcal en la cual una mujer sólo podía ser feliz con un hombre. En el momento en que se desviara del camino, no podría tener un final feliz. Era una manera de “educar”, de advertir a las mujeres, de indicarles cuál era su rol de persona pasiva y subrogada al hombre.
Yo he recibido muchos mensajes agradeciendo novelas como la mía porque abren posibilidades a las lectoras. Y estoy segura que mis compañeras de género también los habrán recibido. Pronto no será necesario especificar que tu novela lésbica tiene un final feliz, y más adelante quizá ya no sea necesario especificar que se trata de una novela lésbica sino simplemente una novela romántica. Lo importante es no dar un paso atrás.
“Una estrella danzante” es tu última novela lésbica. ¿Qué nos vamos a encontrar en estas páginas?
Espías, explosiones, falsas identidades, sexo, persecuciones, peleas y coches viejos. Me apetecía escribir una novela de acción y creé a Jana, una espía un poco bruta a la que le encomiendan una misión aparentemente sencilla.
Hace unos años creaste a Nico, un personaje que te ha acompañado durante tres libros. ¿Cómo nacen tus personajes?
Nico es una escisión de mí misma, como un “yo” en un mundo paralelo en el que, en lugar de volver a Zaragoza, me quedaba en Madrid; y Jana, por otro lado, es mi yo más cafre. Todos los personajes parten de mí y desde ahí voy desarrollando. Exploto esa parte de mí y la vuelco en el personaje. De esta manera, la literatura me sirve para conocerme un poco mejor y para explicarme la vida.
Escribes novelas y relatos, ¿es diferente el proceso creativo para cada uno de los casos?
Sí, pero no mucho. Ambos parten de una idea de la que vas tirando. El recorrido de ese hilo es más corto en el relato: los personajes quedan definidos por un perfil, la historia es un fogonazo y el ritmo es más rápido puesto que debes economizar palabras.
Normalmente, intuyo cuándo una historia es un relato o da para novela aunque me ha pasado ya un par de veces el ponerme a escribir un relato y que se convirtiera en una novela. “Último atardecer en Lisboa” surgió así.
Nuevas formas para conectar con el público
¿Cómo es tu experiencia con los mecenas? Cuéntanos cómo se trabaja a través de Patreon.
Tengo una cuenta en Patreon en la que publico relatos y audiorelatos erótico-lésbicos exclusivos por un euro al mes. De momento tengo poquitos pero me están dando muy buen feedback.
Había perdido el ritmo de escritura y vi en Patreon una manera de obligarme a retomarlo. Poco a poco voy ganando ritmo y las historias surgen de nuevo. También hago los audiorelatos mejor editados y en menos tiempo.
Es difícil generar unos buenos ingresos de Patreon porque entre el público de habla hispana no está muy extendido de momento. Además, para generar grandes ingresos se requiere una inversión importante de tiempo. Para que un Patreon salga bien, con su contenido regular y de calidad, hay que dedicarle muchas horas.
¿Cómo convive una escritora actual con los libros gratuitos que puede encontrar en portales como Amazon?
Mi competencia no son los libros gratuitos, son las redes sociales. Yo misma lo he notado. El tiempo que pasaba antes a leer ahora lo invierto en leer y ver qué se cuece en Twitter e Instagram. Mi tiempo de lectura tradicional se ha visto reducido. Una persona que ha descargado un libro gratuito en Amazon tiene ese hábito de lectura que al final puede invertirlo en mí.
También vemos que tienes Fanfics. En Más de Cultura hemos hablado tanto de Luimelia (con la entrevista a Carol Rovira) como de Croana (con la entrevista a Rizha). ¿Cuáles es para ti el mejor shippeo que ha dado el audiovisual?
A mí me caló muy hondo Barcedes porque las actrices son buenísimas y la historia, dentro de que era una telenovela, estaba muy bien hilada y sin giros extraños de guión o cierres apresurados.
Luimelia también lo está haciendo genial, tratando muchos temas de la época que la audiencia puede extrapolar al 2019. Además, las actrices son absolutamente maravillosas. Me encantaría mirar por un agujerito la sala de guionistas de la serie. Tienen muchísimo mérito.
Ser original sin perder la credibilidad
¿Cuáles son los ingredientes para contar una buena historia?
“Me siento muy identificada con x personaje” es la frase que más me comentan las lectoras, así que por ahí van los tiros. En el género romántico , que es donde se encuadran la mayoría de mis novelas, la historia debe ser original pero sin perder la credibilidad. La lectora quiere vivir otra vida a través de los personajes, pero esta debe ser plausible en el mundo real para que pueda sentirse identificada.
A mí personalmente me gusta mover a los personajes, no sólo a lo largo de su viaje interior, sino también en el exterior. Mis protagonistas han paseado por escenarios muy diversos: urbanos como Madrid, Lisboa, Ávila o Londres), rurales como los pueblos de Mar en “Sea” y de Nico, en “Nico, por favor” y más agrestes como la guarida del malo en mi última novela “Una estrella danzante”.
A la hora de sentarme a escribir uso una técnica que compartió Dominique Lapierre en una entrevista. Cuando se disponía a escribir colocaba un papel frente a él con tres palabras: colores, ruidos, olores. Esto inspira a transmitir las emociones de los personajes a través de estos y otros elementos. Es algo muy sencillo, pero muy eficaz.
¿Cuáles son tus referentes? Tanto personales como profesionales.
Rosa Chacel es una autora que me vuelve loca. Hay una referencia a ella en “Último atardecer en Lisboa”. Minúscula y ridícula, pero ahí está. Me encantaría alcanzar un cuarto de la maestría de la vallisoletana así que copio descaradamente en una libreta frases que me gustan de sus novelas o de las novelas de otras autoras para asumirlas y trasladarlas a mis novelas.
También me gusta muchísimo como escriben Marta Catalá y Clara A. García. Siempre las recomiendo. Y Emma Mars fue pura inspiración para arrancarme a escribir.
¿Planes de futuro para A. M. Irún?
Tengo una carpeta llamada “Novelas” con cuatro o cinco subcarpetas, entre ellas, la del volumen cuatro de “Los libros de Nico y Carla”. Así que mi futuro es seguir escribiendo y evolucionando como escritora. Quien quiera, ¡que me acompañe!
¿Algún día sabremos quién escribe bajo el seudónimo de A. M. Irún?
Sí, pero no sé cuándo ni con qué pretexto. Seguramente diré algo así como “Ey, que en realidad soy tal persona”; y mis lectoras dirán: “Vale, ¿pero sacas novela nueva o qué?” (ríe).
¿Puedes recomendarnos el último libro, canción, película, obra de teatro, o cualquier expresión artística que te haya emocionado?
Ahora estoy leyendo “Lágrimas en la lluvia” y me asombra lo cerca que estamos de ese mundo «distópico». Y lo peor es que vamos de cabeza a eso, sin remedio. Fui a una exposición de fotografía documental en Zaragoza («Creadores de conciencia», en La Lonja) y salí con mal cuerpo. Las obras expuestas eran de diferentes fotógrafos pero todas hablaban del horror que el ser humano era capaz de llegar a hacer (y soportar). Y, sin embargo, pocos días después, pude vivir una experiencia religiosa, preciosa y estendaliana que me reconcilió con el universo, ya que tuve la suerte de ver tocar a Carmen Boza en el Monasterio de Veruela (en la comarca del Campo de Borja, de Zaragoza). Fue una experiencia increíble porque tocó en la iglesia, con su acústica, las vibraciones de siglos de historia y una iluminación muy especial. Y ella estuvo sembrada, tanto en la interpretación como en sus «sermones».
Nuestra revista se llama Más de Cultura, por lo que nos gusta preguntar, Más de Cultura y ¿menos de…?
Fútbol. Y mira que me gusta, pero ha desvirtuado completamente lo que es importante y lo que no en una sociedad. Hasta la política se ha hooliganizado. Darle menos importancia mediática al fútbol y más a otros deportes y expresiones culturales nos vendría bien.
Muchas gracias A.M. Irún por hacernos un hueco en tu día a día y contestar a nuestras preguntas para saber más sobre tus novelas de literatura lésbica.
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