Tengo que admitir que cuando llego a una casa desconocida, una parte de mí se siente atraída por las estanterías. Revisarlas y descubrir libros me da un subidón increíble. Porque los libros te recomiendan personas, lo tengo claro.
Tanto es así, que sigo a pies juntillas la recomendación de John Waters que dice que “si vas a casa de alguien y no tiene libros, no te lo folles”. Puede que sea drástico, pero por lo menos es sincero.
Dicho todo esto, hay un concepto que aparece y que hace tambalear esas estanterías repletas de libros que tanto me gustan: el BookCrossing.
¿Qué es el BookCrossing?
Se trata de una práctica que consiste en dejar libros en lugares públicos para que posteriormente sean otros lectores quienes lo recojan y tras leerlos, vuelvan a dejarlo. Los libros de esta manera toman la calle y son liberados para que tengan más vida.
Porque en muchas las ocasiones que los libros, tras ser leídos una vez, son aparcados durante el resto de sus días. Y qué quieres que te diga, hay libros que deberían tener una segunda, tercera o cuarta vida, ya que le podrán cambiar a alguien su destino. Algo así debió de pensar Ron Hornbaker, que en 2001 concibió esta idea de Bookcrossing. En un inicio se inspiró en un proyecto que seguía billetes, pero su plan quería hacer algo más, literariamente hablando.
Desde 2001 han pasado muchas cosas, y muchos libros han ido saltando de mano en mano, y esta práctica se ha ido haciendo cada vez mayor. Actualmente se puede decir que se ha creado un club de libros de carácter global, con la meta de convertir el mundo entero en una biblioteca.
Si has llegado hasta aquí, quizá quieras dar un paso más. Si tú también quieres formar parte de esta iniciativa que comparte lecturas, tienes que conocer las 3 erres del BookCrossing. Son sencillas: Read (lee) un buen libro; Register (regístralo) en la web de BookCrossing; Release (libéralo) para que alguien más pueda leerlo.
Seguro que tienes algún libro en casa que quieres liberara, así que es el momento de hacerlo. ¿Mola o no mola?
Y aquí estoy, con una disonancia enorme teniendo que decidir qué me gusta más, si las librerías caseras o los libros liberados que van de mano en mano.
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