El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, es un librito que frivoliza con el Holocausto y trata sobre la amistad entre el hijo de un comandante de un campo de exterminio y un niño judío apresado. Publicada en 2006, la obra ha vendido más de 11 millones de copias en todo el mundo y en 2008 se estrenó su versión cinematográfica. La novelucha forma parte de todo un subgénero de libros muy comerciales sobre el Holocausto, mucho de ellos con la palabra Auschwitz en su título: El tatutador de Auschwitz, El farmacéutico de Auschwitz, La bailarina de Auschwitz, El chico que siguió a su padre hasta Auschwitz… Ya los conocen.

El superventas John Boyne, criticado por periodistas, historiadores y expertos en el Holocausto, defendió su novela recordando que se subtitula deliberadamente “Una fábula” y que su trabajo es una obra de ficción con moraleja. Que con ella pretendía inspirar a los jóvenes a comenzar su propio estudio del Holocausto, que en su caso “comenzó a la edad de 15 años y continuó en las décadas siguientes”. Sorprende que un hombre que empieza a estudiar el Holocausto a los 15 escriba una “fábula” tan vacua y peligrosa. Poco o mal parece haber estudiado Boyle la mayor matanza industrial de la historia.

En El niño con el pijama de rayas Bruno vive en el campo de exterminio en el que su padre es nada meso que comandante de las SS. Allí, tras una alambrada, y como si el chaval se pasease por un parque, se encuentra con un niño triste y “en pijama”. Sin mostrar un solo detalle visceral del horror que el niño preso tiene que estar sufriendo y viendo, se hacen amigos y hablan de sus cosas, como en el patio de un colegio. Hasta juegan al ajedrez. Al final, Bruno acaba entrando en el campo por un hueco que han dejado los nazis en del alambrado (sí, como lo leen) y es conducido a una cámara para ser gaseado junto a su amigo.

Por supuesto, cada uno es libre de leer y creerse las bolas que quiera. Faltaría más. Otra cosa es que esta pseudoliteratura forme parte de un modelo docente. Muchos profesores usan este libro, y su penosa versión cinematográfica, en clase. En España y en muchos otros países. Según una investigación del Centro para la Educación sobre el Holocausto en el University College London, más de un tercio de los profesores en Inglaterra utilizan el libro y la adaptación al cine en lecciones sobre el Holocausto. Según esta investigación, el libro y el film pueden “perpetuar una serie de inexactitudes y falacias peligrosas” cuando se usan para enseñar a los jóvenes sobre el Holocausto.

El trabajo está basado en una rigurosa investigación realizada hace cinco años entre alumnos de secundaria que descubrió algo tan sorprendente como peligroso: la historia suscitaba una injustificada simpatía por los nazis. Y lo que es más peligroso: la novela hacía confundir la realidad de la ficción. Según el informe, los alumnos llegaban a la peligrosa conclusión de que los “alemanes comunes” tenían poca o ninguna responsabilidad sobre el Holocausto y, en general, les “lavaron el cerebro” o ignoraron por completo las atrocidades que se estaban cometiendo.

El informe del centro decía, además, que aunque la mayoría de los alumnos que participaron en el estudio reconocieron la novela como una obra de ficción y algunos hasta descubrieron y criticaron sus tremendas inverosimilitudes e inexactitudes históricas, los alumnos, en mayoría, dijeron que la novela era “realista y /o veraz”. Los comentarios de los maestros reunidos durante la investigación (que resaltó, dato muy revelador, que los profesores de teatro eran más propensos a usar la novela que los profesores de historia) también eran alarmantes: los estudiantes sentían pena por el comandante de las SS que pierde a su hijo.

Stuart Foster, director del centro, dijo que usar la novela en lecciones sobre el Holocausto podría ser muy problemático. Y advirtió: “En una era de fake news y teorías de la conspiración, es muy preocupante que los jóvenes alberguen mitos y conceptos erróneos sobre el Holocausto”. En fin: que crean que El niño con el pijama de rayas tiene algo que ver con el verdadero Holocausto.

La Shoá, la aniquilación industrial de los judíos europeos por parte de la Alemania de Hitler y sus colaboradores (franceses, italianos, húngaros, polacos…), fue uno de los sucesos más aterradores que haya podido cometer el ser humano. Hacer de la Shoá una banal “fábula” es un disparate y no debería estar en el plan de estudios de ningún colegio. Igual que azucaradas patrañas como La vida es bella, la obra de John Boyne y la película dirigida por el mediocre Mark Herman (no ha vuelto ha dirigir otra película desde hace 15 años) frivolizan con un atroz hecho histórico y además lo manipulan y lo blanquean con un buenismo repugnante.

En el estreno del film, la crítica Manohla Dargis, de The New York Times, fue feroz con la película y con la “fábula” que la inspiró: “Vean el Holocausto trivializado, minimizado, con un toque kitsch, explotado comercialmente y secuestrado por una tragedia de una familia nazi. O mejor, con toda sinceridad: no la vean”. Buen consejo, también válido para los que trabajan en colegios: no la lean.