«El mundo no necesita poetas, el mundo necesita poesía» es el verso presentación de Suso Sudón. Un poeta autogestionado y un actor licenciado en arte dramático con siete poemarios en sus manos y en plena gira presentación de su último libro, la antología «El mundo necesita poesía».

Un hombre que se divide entre su yo poeta, con el que explora en sus sentimientos para plasmarlos en versos, y su yo artista, con el que regala recitales que desprenden fuerza e interpretación. Además, Suso forma parte del grupo Umami Beat, que acaba de lanzar un EP en el que se mezcla música y poesía. En Más de Cultura no hemos querido perder la oportunidad de hablar con él y conocer más de cerca sus proyectos.

¿Cuándo empiezas a tener contacto con el mundo de la poesía?

Desde muy pequeño. Empecé a escribir poesía con 11 años y  a ser consciente de que la estaba escribiendo con 14. Primero escribía canciones. La música de autor llegó a mi casa a través de mi hermano, Andrés Sudón, y a través de la música de autor llegué a la poesía. Primero escuchando a Silvio, a Sabina… con ellos me interesé mucho por las letras y por la literatura y empecé a escribir poesía. Y después empecé a leerla.

En el mundo de la poesía hay una imagen que asocia al poeta con un tipo tímido, nostálgico. El momento de pasar de escribir a recitar es un cambio en la trayectoria del escritor y una especie de rotura con esa imagen. ¿Desde que escribes recitas?

No, eso llega más tarde. Yo al principio tenía esa misma imagen incluso sobre mi mismo. Para mi la poesía era literatura y escribía para que otro la leyera, pero muy al principio. A los 17 años fue la primera vez que recité mis poemas y desde entonces no he dejado de interesarme y de querer mejorar mi manera de recitar. Veía a los poetas mayores y me parecía algo monótono y sabía que seguramente había otra forma de hacer las cosas. A la vez que empecé a recitar mi poesía empecé a hacer teatro y creo que una cosa me ha llevado a la otra.

«La poesía no se cumple hasta que alguien no la recibe»

Algo que te diferencia de otros poetas a la hora de recitar es justamente eso, la fuerza a la hora de transmitir el poema. Es una especia de obra de teatro, ¿asumes un papel o es lo que para ti tiene que ser la poesía?

No es una obra de teatro, es otro género escénico. Es uno muy concreto y que requiere de otra técnica. Creo que hay que intentar crear en la cabeza del espectador esas líneas textuales y que sea capaz de ver las palabras. Hacerlo desde la forma más neutra posible y no darle demasiada interpretación aunque eso es imposible una vez que lo estás viviendo.

Intentar que sea neutro sin caer en la monotonía. Creo que es un género complejo en el que se ha investigado poco dentro del terreno de las artes escénicas y así ves a poetas que recitan fenomenal sin haber hecho teatro y también ves a actores que se ponen a recitar poesía y no son capaces de dar con esa técnica, el ritmo y la oralidad poética. Tiene que haber un poco de extrañamiento, de distancia. Intentar dárselo fácil al espectador, que no tenga él que hacer le trabajo de intentar ver en su cabeza qué es lo que ha intentado decir. Es complejo pero hermoso.

«Dentro de mi existe un yo poeta y un yo artista»

A día de hoy, ¿escribes para ti y luego decides compartirlo o escribes directamente algo pensando en comunicarlo?

Seguramente alguna cosa haya escrito pensando en compartirla pero la gran mayoría de veces escribo para mi. No trato de trasladar al papel una idea sino al revés, intento que el papel me traslade a mi cuál es la idea o el resultado de todo el embarullamiento de sentimientos que tengo. Yo parto del sentimiento y trato de descodificarlo en palabras, lo hago para mi. Creo que dentro de mi existe un yo poeta que hace eso y luego hay un yo artista que tiene la necesidad brutal de mostrarlo porque la poesía no se cumple hasta que alguien no la recibe.

¿Qué te gusta transmitir a través de tus versos?

Me gusta transmitir sinceridad, sentimientos reales que yo he tenido y que luego por casualidades de la vida resulta que los han tenido todos los demás. Cuando leo poesía me gusta recibir eso, sentir que no estoy solo en el mundo y que alguien siente algo como yo lo he sentido y que por fin se le pone palabras para entender que carajo es. Como a mi me gusta recibir eso me gustaría que alguien recibiera lo mismo de lo que yo escribo.

Hoy en día, la sociedad tiende a leer menos. Pasa con la literatura en general y con la poesía en particular, es uno de los géneros que más sufre ese distanciamiento. ¿La poesía provoca lejanía porque se asocia a un mundo de eruditos?

Sí. Históricamente la poesía siempre ha sido un género elitista introducido para algunos pocos de alto nivel cultural. A partir del S. XX yo creo que la poesía empezó a ser popular, con romancero gitano o con Nicanor Parra. Hubo poetas que lucharon por hacer apología de la poesía pública como un elemento del pueblo y no como una especie de catarsis colectiva entre los eruditos. Sigue siendo así pero sin embargo existen las dos vertientes. Creo que reducirlo todo a poesía popular tiene un gran peligro como el de acabar cayendo en una poesía vacía de continente donde la forma está supeditada a dos o tres recursos literarios muy manidos. No digo que la poesía tenga que ser de menor calidad, todo lo contrario. Creo que la poesía tiene que tener una calidad muy grande y a la vez lo pueda leer tu vecina, entenderlo y movilizarse. Para mi la poesía es algo vivo, efímero y que tiene una utilidad para hoy en día. Mañana tendrá simplemente una función arqueológica dentro de la literatura.

Con el auge de las redes sociales hay mucha gente que utiliza sus cuentas como canales para compartir poesía. ¿Las redes son el nuevo escaparate de los poetas?

Sí. En mi caso sería imposible que yo pudiera vivir de la poesía sin las redes sociales. No me van a llamar de la tele o de las radios sin estar en una editorial, es impensable. Gracias a las redes he conseguido llegar a la gente. Gustaba lo que escribía y se compartía y pude conocer a más artistas. Entre todos nos hemos ido potenciando y todo eso ha sido gracias a las redes sociales. No se que hubiera pasado sin ellas pero veo difícil que yo pudiera vivir de esto. Para mi las redes son un escaparate indispensable, la única forma que tengo de llegar a tanta gente.

«Me gusta transmitir sinceridad, sentimientos reales que yo he tenido y que luego por casualidades de la vida resulta que lo han tenido todos los demás»

El último libro que has sacado es el primero que llevas adelante con una editorial. ¿Cómo es el cambio de autogestionar tus poemas a empezar a colaborar con otras personas?

Yo siempre tengo la pulsión interna de hacer las cosas en soledad. Sin embargo, sé por experiencia que las mejores cosas son las que se hacen en comunidad y necesitamos a las personas para crecer. Siempre estoy tratando de juntarme porque aunque requiera más esfuerzo llegas a resultados muchísimo más grandes. En este libro la selección de los poemas la he hecho con el editor, con Pablo Urizal y eso me da otro punto de vista. Si solo hubiese elegido yo los poemas quizá hubiese dejado fuera algunos que para mi no son tan importantes pero para él, que me sigue desde hace tiempo y lo ve desde fuera, sí lo son. Esa visión externa me amplifica.

¿Tus poemas están escritos desde tu experiencia personal o te pones en la piel de otro?

A veces me pongo en la piel de otro pero es la piel de un otro inventado. Siempre va a partir de algo mio, de una experiencia o de algo que he observado. En la literatura siempre es así creo. Hay poetas que han escrito poemas enteros sin poner el yo de por medio, el yo siempre está ahí. La poesía requiere mucho del punto de vista del autor y de su sinceridad.

El yo es fundamental en la poesía y en tus poemas se refleja pero luego lo contrastas con versos como «sobrevivirá el poema pero no el poeta». La figura del escritor se aleja y queda la imagen del legado. ¿Qué papel juega ese legado en la profesión del poeta?

Suena a contradicción pero va unido. Con toda la humildad del mundo, yo me pongo en el centro de mi universo, porque soy yo y es un regalo que estoy haciendo, me estoy mojando. Estoy poniendo todo de mi para escribir un texto, ese es el yo poeta más egocéntrico. Sin embargo, el yo artista lo que tiene que hacer es poner el poema por delante. A la hora de salir del escenario, el hecho de recitar los poemas lo mejor posible y hacerlo como alguien que no tiene miedo es un ejercicio de humildad. Te estás quitando tu del medio y poniendo al poema en primer término.

Te subes al escenario como poeta pero muchas veces también como poeta musical, como se ve en colaboraciones con Pedro Pastor, ¿cómo te sientes más cómodo?

Me siento cómodo de todas las maneras. Me encanta estar solo en el escenario y me lo paso muy bien, creo que es cuando más gana el poema. Si la poesía está bien ya tiene su música interna y soy un ferviente defensor de la palabra sobre el vacío. Cuando estaba empezando me molestaba mucho que me digan que pueden llamar a algún músico para que me acompañe, eso me molesta. No por mi, sino por mis poemas. Esa necesidad de maquillarlos es porque no te está gustando realmente la poesía y no es necesario. Sin embargo, me encanta intentar que un poema crezca con la música. Será otra cosa pero no va a crecer. Muchas veces intentamos que la poesía y la música se potencien la una a la otra y yo quiero seguir intentándolo.

Me encanta colaborar con musicazos, me encanta lo que ha pasado con Pedro. Nos juntamos y en un minuto hacemos tres canciones porque nos entendemos muy bien. Mis letras y sus canciones se llevan muy bien. Es un experimento y es lo más valorable. Cuando tu tienes el disco en tu casa y lo escuchas ves que hay dos universos juntos. Es muy rico por eso, cada escucha puede ser diferente.

¿Quiénes son tus referentes literarios?

Seguramente mi primer referente literario en la poesía sea mi propio hermano, Andrés Sudón. Él es cantautor y mayor que yo y cuando yo era pequeño me dejó unos poemas que había escrito y eso me voló la cabeza completamente. Yo ya había escrito poesía, empecé escribiendo pero llegué como lector más tarde.

El segundo referente es Gonzalo Escarpa, otro poeta buenísimo que me encanta. Lo que también me hizo pájaros en la cabeza fue Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.

Para acabar con nuestra ya clásica pregunta, ¿más de cultura y menos de qué?

Más de cultura y más de cultura, más de amor. No hace falta ponerse en contra de nada ni luchar contra nada. Si pones más cultura, todas esas cosas que puedes poner en el menos se van a ir solas. Evidentemente, con más cultura va a haber menos odio, menos guerra, menos analfabetismo, menos violencia.