A medio camino entre el mundo payo y el mundo gitano, ejerciendo a veces el papel conciliador, creando escuela, reinventando un género musical. Ahí se encontraba Pere Pubill Calaf (Peret), artista de origen gitano que revolucionó el mundo de la música con sus casi 300 canciones compuestas. Su historia, un poco más cerca de los que no le conocieron, narrada por la voz de Andreu Buenafuente en «Peret, yo soy la rumba«, de Paloma Zapata, que llegó a los cines el pasado 22 de marzo.

Una película que ya arranca con un viaje, el de su familia en un taxi catalán, como sirviendo de punto de partida para una historia en continuo movimiento con una resolución final: «Entonces, ¿quién inventó la rumba catalana?».

Conocedora de que la familia es importante para el mundo gitano, en mi charla con la directora, me confiesa que esa precisamente fue la parte más fácil puesto que había una gran predisposición para contar su historia: «la idea era que a través de conversaciones y de encuentros entre familiares y amigos, ellos fueran hablando y contando la historia de Peret y sus recuerdos«.

Un elenco más que entrenado por el propio Peret, que solía hacer pequeñas grabaciones y cortometrajes con ellos. Por eso, en la parte recreada del documental, donde las fotografías ilustran, las voces que interpretan las historias son las de los propios familiares.

Autor de canciones adelantadas a su tiempo, al repasar sus escritos uno se da cuenta de que están estructurados como si fueran ficciones:  «tenía una forma de contar las cosas que le venía de su pasado como vendedor. Te cuenta sus anécdotas que a veces parece que las está creando en el momento aunque fuesen verdad».

Su pasado pobre y de vendedor también le llevó a utilizar su ingenio para conseguir crear un estilo con una guitarra y los palmeros. Un género que surge desde la precariedad y la pobreza: «A Peret le gustaban las grandes orquestas que venían de latino américa de mambo que iban con muchos músicos, con metales, percusión… y claro, él tenía una guitarra y tenía a sus colegas».

De esa precariedad surgió la percusión y los diferentes sonidos que salían de la guitarra y con ellos, el famoso ventilador que él mismo solía explicar en vídeos que ahora se encuentran alojados en youtube. Por su parte, los palmeros utilizaban las palmas para la base de percusión, logrando en alguna ocasión suplir el efecto sonoro de las orquestas que ellos observaban.

De ahí se extrapola también el conflicto de quién creó la rumba catalana, que según explica la propia directora, parte de una confusión:»La rumba es una música que viene de Cuba, y los gitanos catalanes cogen esta música y la re interpretan a su manera. Con un deje flamenco y de ahí surge la rumba flamenca, de la fusión entre el flamenco y la rumba. Lo que hace Peret es darle un giro, era fan de Elvis, y le da ese toque más de rock and roll con un ritmo diferente con los palmeros haciendo palmas de forma frenética, no como en el flamenco».

Su familia, ahora protagonista del documental, lo que reivindica es precisamente la nomenclatura del género, puesto que según ellos de esa fusión es de donde surge la rumba catalana.

Así, en su discografía encontramos temas adelantados a su tiempo y a su propia cultura, como «Quien me puede asegurar» que habla sobre el racismo y la relación entre payos y gitanos. «Chavi» que está escrita en caló o «el mig amic» (el medio amigo) que es la historia de su padre, vendedor como él, al cual le llamaban «el medio amigo» porque cuando ejercía de vendedor abandonaba, a medias, la amistad.

Pero el autor de muchos temas clásicos del cancionero español sorprendió a todos cuando en 1982 decidió dejar la música para convertirse en Pastor del iglesia evangelista: «fue un hombre que logró tener un gran conocimiento de muchas cosas y todo eso lo quiso transmitir a su comunidad y lo que hacía siendo Pastor era intentar instruir, ayudar, iba a las cárceles a hacer conciertos, intentaba estar cerca de la gente y él se puso esa misión a sí mismo de ayudar».

Toda una idiosincrasia gitana que al mundo payo le costará entender, pero que constituye una revisión a uno de los clásicos del folclore musical español, que merece recordar 5 años después de su muerte.