La verdad es que es bastante machista pero el ritmo es pegadizo, ¿Por qué si no me gusta el trap no puedo parar de bailar la canción del verano? Si a usted le ha pasado todo esto alguna vez, puede que haya sucumbido a la fábrica de hits de la industria musical. ¿Qué tiene que tener un tema para que todo el mundo lo tararee? No es transmitir valores, ni ser buenos cantantes…no, la fórmula tiene que ver con el compás y cuatro acordes: Do, Sol, La, Fa, o lo que es lo mismo, la secuencia de acordes conocida como: I-V-vi-IV. Los magos de este método componen a 120 pulsos por minuto, añaden segundas voces, incorporan alguna nota disonante (ese clásico parón antes del subidón que a todos nos suena) y fijan como principal el compás de cuatro por cuatro.
Las grandes canciones de todos los tiempos, esas que pase lo que pase recordamos y siguen sonando en las radio fórmulas como power recurrentes están construidas bajo los cimientos de esos cuatro acordes o, en su defecto, de los acordes Sol, Re, Mi Do, ya que en 2013, 25 de las 100 primeras canciones de Spotify compartían dichos acordes.
Así, clásicos como Let it be de los Beatles, With or without you, de U2 o No woman, no cry, de Bob Marley comparten esa armonía. Pero también los nuevos como Someone like you, de Adele, Wrecking Ball de Miley Cyrus, Bailando de Enrique Iglesias y Let it go, de la película de Disney Frozen. Nos lo explica muy bien en este video el grupo australiano Axis of Awesome:
De esta manera, la música llega a nuestro cerebro y la melodía se hace tan pegadiza que se viraliza. Es lo que se conoce como “matemática melódica”, y alguno de sus precursores, como por ejemplo el productor sueco Denniz PoP, que con All that she wants, creó lo que hoy se conoce como “Pop de laboratorio”, que utiliza el ordenador como principal elemento de composición música. Si no les suena la canción, refresquen la memoria con el vídeo:
¿Por qué todos recordamos temas clásicos de Back Street Boys o Britney Spears como si todavía se cantasen pero se nos olvidan fácilmente las canciones de los últimos años? También tiene que ver con Denniz PoP y sus estudios Cheiron, sitos en Estocolmo, desde donde se grabaron los primeros éxitos de estas y otras bandas de la época.
Si no les convence lo fascinante de este mundo, John Seabrook explica en su libro “La fábrica de canciones: Cómo se hacen los hits” precisamente como se fabrican esos grandes éxitos que suenan en las radios de todo el mundo. Nos habla de todos esos ganchos o anzuelos musicales que se crean precisamente para enganchar al oyente cada siete segundos. Un invento que ha creado melodías con ritmos y repeticiones ideados para incrustarse en el cerebro humano.
Sin embargo, como para casi todo, Internet ha aterrizado en nuestras vidas y las redes sociales son ahora el mejor test para los éxitos. Aunque si bien es cierto que la fórmula matemática se cumple, si un vídeo alcanza un número elevado de visualizaciones en Youtube automáticamente se convierte en un hit. Pero claro, el haber encontrado la gallina de los huevos de oro provoca la fabricación masiva de hits, lo que complica cada año la clásica labor de encontrar, esa canción del verano.
Qué interesante!! Por eso ahora todo suena tan parecido