Me fascina resignación con la que se toma el currante español la cantidad de parásitos, vampiros y chupópteros que le rodean. Un ejemplo: me cuenta mi amigo Damián, propietario de un bar en Santoña, que el otro día apareció en su local el cartero con un sobre en la mano y al grito de “¡Que viene Ramoncín!”.

No es que el “Rey del pollo frito” viniese a cantar al pueblo. Lo que el cachondo cartero portaba en su mano era la carta de la SGAE que avisaba a mi amigo de que ya estaban al tanto de la apertura de su garito. Y ya saben lo que eso significa.

El caso de la SGAE no es aislado, es otra práctica de sangrado al pequeño empresario. Sobre ellos el PP dijo que eran “la médula espinal de la economía española” mientras los machacaba con escandalosas subidas en la cuota de autónomos. Son los mismos que nos vendieron la salida de la crisis y los que esconden que la gente se mete a autónomo porque, sencillamente, no encuentra curro.

La SGAE solo es un pequeño depredador en un mar de escualos. Damián me explicó su caso con números: el local tiene 50 metros cuadrados y pagó 50.000 por la obra de su reforma. Casi 400 de licencia de apertura, 1.500 de permiso de obra, 1.000 por instalación y revisiones eléctricas, 600 que te sablea el ayuntamiento por confirmar que tu sistema de sonido es correcto, 3.000 por la terraza en una plaza (en Cantabria, luego olvídate de usarla cinco meses) y 574 por dos personas dadas de alta como autónomos.

Seguimos: 550 mensuales de la Seguridad Social de dos empleados (con sueldos de 1.200) y 850 mensuales por el alquiler del local. Y a todo esto se le suman los gastos de luz (recordemos que ha subido el 27% EN UN AÑO), agua y basura.

Mi amigo, todo un carácter, le dijo al cartero que diese media vuelta y regresase por donde había venido. No quiero ni pensar lo que puede pasar si aparece por su local un recaudador de la SGAE, me lo imagino en plan fraile Tuck corriendo a gorrazos a un siervo del Sheriff de Nottingham.

Lo haría con razón. Cada mes mi amigo, que no se está haciendo rico precisamente y encima genera empleo, sufre una dentellada. Y él es solo un ejemplo entre cientos de miles. ¿Qué hacen al respecto TODOS los partidos españoles? Nada, palabrería, ocurrencias. Pero ellos solo son el reflejo de un país insolidario al que el autónomo le importa un carajo, un país sobrado de políticos, funcionarios, sindicalistas, enchufados, comisionistas y vividores del esfuerzo ajeno.