Tengo la impresión de que Operación Triunfo es como el café, reposado se bebe mejor. No obstante, nadie se esperaba el boom de la nueva edición de [amazon_textlink asin=’B07D58DCZN’ text=’OT‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’369ded17-b1b0-11e8-81fb-47d045080dfd’] que ha provocado la nueva generación.
Por eso, la productora no se hacía de rogar y confirmaba la siguiente edición nada más finalizar el programa. Una segunda edición que ya está aquí. Con los concursantes prácticamente elegidos ya para la Gala 0, OT 2018 está a punto de arrancar pero ¿conseguirá sustentarse o el fenómeno de la primera edición solo se da una vez?
Y cuando hablo de que solo se da una vez me refiero a que en realidad es como un cambio de era, un salto generacional. De un grupo de chavales que trabajaban en sus pueblos y cantaban en orquestas a otro formado en solfeo y teoría musical, bilingüe y que ya se habían mostrado al mundo en Youtube antes de entrar en la academia, aunque el mundo se les mostrase a ellos al salir de ella. ¿miedo? Si, ¿orgullo? Reconozco que también.
Porque en el caso de esta redactora, siempre nos dijeron que «lo de siempre» era mejor no cambiarlo. Sobretodo en un sector tan clasista como la televisión. Sin embargo, entra en juego un canal que no pertenece a la televisión pero que es capaz de ingresar casi tanto o más que ella y un público que quiere ver un canal 24h «de verdad», igualmente realizado, con unas 20.000 personas que un día como Nochevieja permanecen pegadas a las campanadas de Youtube y no a las de, irónicamente, la cadena que están viendo sus protagonistas.
Y lo más importante y el motivo principal de este artículo, ¿qué pasa con la música? además de haber asistido a clases gratuitas a través de la red con los mejores profesionales de la música, sesiones de acústico improvisadas en directo y todo tipo de conversaciones entre personas aficionadas a la música (cosa que ese grupo de chavales no supo hacer en 2001) también hemos asistido a un cambio generacional en cuanto a la creación musical.
Y es cierto que, como dice Juan Magan, la música sigue siendo emoción y el negocio matemáticas, pero las cuentas, en 2018, salen de la reivindicación. Y lo digo precisamente porque él, sin haber ni siquiera visto el programa, ha «tenido» que involucrarse, consciente de que su público está ahí.
Una reivindicación que nos ha llevado, sobre todo, a pasar del «siempre serás mía» de [amazon_textlink asin=’B0098LDB2Q’ text=’David Bisbal‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’fa4db588-b1af-11e8-bd69-15d173465b2a’] a un «mira que bien me va sola», «yo de ti ya no quiero ná», «dispuesta a levantarme», «he dejado mi teléfono para no llamarte«… Mientras que [amazon_textlink asin=’8427043805′ text=’Chenoa‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’92d55ec7-b1af-11e8-8b20-e97d4c435322′], que cortejó a sus fans precisamente por su carácter en el concurso, cantaba unas líneas en las que buscaba que la conquistasen en su «Atrévete», ahora Mimi reconvertida en [amazon_textlink asin=’B07FKG7GNQ’ text=’Lola Índigo‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’13239766-b1b0-11e8-ad7c-99c8e9b15ec0′], le recuerda a su chico que «la reina en la baraja» es ella y que bailar con amigas no significa provocar.
La industria musical necesitaba un lavado de cara. Necesitaba varios registros. Necesitaba incluso ese lavado de cara a TVE con la visibilidad LGTBI con un grupo de protagonistas que asumían e incluso compartían la diversidad. No hay que olvidar que el programa se llama Operación Triunfo y el objetivo siempre ha sido triunfar. Para hacerlo, está bien seguir la brisa de la moda cambiándola desde dentro. Demostrando, una vez más, que lo nuevo no siempre es malo y que los más jóvenes tienen algo que decir.
Las generaciones en casa también han cambiado, en 2001 era mi madre la que se quedaba a ver las galas hasta tarde para contarme por la mañana a quién habían echado, en 2018 se lo contaba yo. Sin embargo, creo que los cambios de era ocurren una vez cada muchos años. Nos leemos, pues, en 2030.
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