A Carmen, Gurru y Jose Mª Luna
Cada vez pasamos más tiempo en las redes sociales por unas circunstancias o por otras y, teniendo en cuenta diferentes conversaciones que he tenido últimamente con diferentes personas, me asalta cada vez con más fuerza la pregunta de hasta qué punto nos está afectando esto en nuestra vida cotidiana.
Es difícil dibujar las fronteras entre el mundo “real” y el mundo “virtual”, cada vez se van metiendo más el uno en el otro pero: ¿Tenemos claras las diferencias? ¿Están influyendo ya las redes sociales hasta el punto de que nos estamos empezando a comportar fuera de ellas como si estuviéramos dentro? ¿Qué tiene más peso, el mundo exterior o el mundo dentro de la red social?
Es decir:
• ¿Nos cuesta más aceptar opiniones y modos de ver el mundo diferentes al nuestro porque al final en la red social terminamos por leer opiniones similares a la nuestra y sobre los mismos temas que nos interesan a nosotros?
• ¿Recibimos tal cantidad de información y vamos tan deprisa que no nos molestamos más que en echar un vistazo por encima y compartirla sin contrastarla, ni mirar de dónde viene o qué fecha tiene?
• ¿Hay que opinar ya sobre todo?
• ¿Somos realmente “lovers” o “haters”, hay que querer u odiar a las cosas y a las personas? ¿No existe un término medio? ¿Una escala de grises?
• ¿Los 140 caracteres de Twitter se tienen que utilizar para derrocar o encumbrar a una persona? (2)
• ¿Nos basta una fotografía junto a alguien en cualquier momento de la vida de una persona para juzgarle y sacar conclusiones sobre él? (3)
Yo no lo sé. Pregunto. ¿Alguien me puede responder?… Por favor…
(1) Frase literal de una contertulia que inspiró el título de este artículo.
(2) Frase literal de otro contertulio que me confirmó que iba a escribir este artículo.
(3) Frase prácticamente literal de otra tercerapersona que fue la que sacó el tema e inspiró el artículo.
Hola, esta es la opinión de alguien que no pertenece a ninguna red social y no por ello me siento excluida de la sociedad. Por el contrario, me siento libre, no opino de nadie y nadie opina sobre mi. Si quiero que alguien sepa de mi vida, de mis viajes o mi manera de pensar, cojo el teléfono, llamo y quedo, y hablo, converso, dialogo. No estoy de acuerdo con el uso que se le está dando a estas redes, se cae en la frivolidad, en la importancia al que dirán y se pierde la autenticidad y la naturalidad.