Fotografía: Alberto Rivas.
Aficionado y habitual en la realización de cine de Ciencia Ficción, el cineasta Víctor Matellano estrena una historia real, que parece sacada de una de terror. Interrumpe su proceso de escritura para charlar con Más de Cultura sobre su nuevo estreno, el documental «Regresa El Cepa«sobre El crimen de Cuenca.
Viajamos en el tiempo a cuando nuestro entrevistado era un niño. Cuenta la leyenda que existía una película llamada «El crimen de Cuenca» que causó muchos problemas. También se cuenta que precisamente por eso se convirtió en una película legendaria.
Es de lo que hablaban los mayores… pero aquel Víctor Matellano reflexionó tiempo después sobre cómo dos amigos pueden llegar a perder la amistad hasta el punto de acabar acusándose el uno al otro de algo terrible para salvar su vida.
De todas estas reflexiones surge «Regresa El Cepa», la película documental que firma el cineasta y que se podrá ver en salas a partir del 24 de mayo bajo el hermanaje en distribución de Begin Again Films y Artistic Films. Si quieres una entrada doble para disfrutar de REGRESA EL CEPA en Madrid, participa en nuestro sorteo.
Hace cuarenta años se rodaba “El crimen de Cuenca” la película de la directora Pilar Miró, que fue después secuestrada militarmente y su directora, procesada. El actor que interpretó a «El Cepa», Guillermo Montesinos, ha trabajado mucho con Víctor Matellano.
En la película vuelve a los lugares de rodaje cuarenta años después para encontrarse con los vecinos. Es el hilo conductor del documental y surge de la propia pregunta que el director le hizo a Montesinos: «yo siempre le llamo de broma «Cepa» o «Pajarito Cepa» por alguno de sus personajes y le dije ¿Tu has vuelto allí? y al no haber vuelto pensé que sería interesante por la reflexión territorio-cine. Esta cuestión de la construcción de las películas a través de un entorno social y un entorno físico».
Llamativo resulta un rato, sobre todo porque rodaron la película exactamente donde ocurrían los elementos y las circunstancias del «Caso Grimaldos«, que es el nombre con el que se conoce al «Crimen de Cuenca».
Un error judicial sobre un asesinato que nunca fue, porque «El Cepa» apareció vivo. Las localidades castellano manchegas de Tresjuncos y Osa de la Vega como escenario y un caso que se cerró por falta de pruebas.
Toturas, abusos policiales y penas de prisión para unos acusados que resultaron ser inocentes. En 1981 se estrenó, tras varios impedimentos, la película dirigida por Pilar Miró basada en estos hechos.
Así, a partir de la investigación de Emeterio Díez Puertas y con una construcción de guión con Antonio Durán, plantearon junto con Matellano el rodaje de este interesante documental. Como reconoce el propio director, el proceso le ha sorprendido hasta a él.
Precisamente porque aunque hay una parte que sabe todo el mundo, la importancia de la historia reside en que se trata de un crimen que no existe: «dos pastores que son acusados de matar a un tercero y después de pasar un tiempo en la cárcel y haber confesado a través de tortura aparece el muerto que estaba vivo».
«En los dos casos, y esa es mi sorpresa, o mi descubrimiento, hay intencionalidad»
Unos hechos narrados por una Pilar Miró que realizó la película en un momento «de una España un poco convulsa a pesar de que estábamos ya en democracia y aprobada la constitución pero la democracia era muy incipiente».
Lo que pretende destacar Víctor Matellano es la propia intencionalidad de los hechos como eje principal de ambos sucesos: «Una de las cuestiones que yo recalco que he descubierto durante el proceso, tanto del caso Grimaldos (1910-1913) como en el tema de Pilar Miró (1939), es que en los dos casos, y esa es mi sorpresa, o mi descubrimiento, hay intencionalidad».
Y recalca: «en el caso Grimaldos parece que es un error judicial pero nosotros tenemos muy claro que hay una intención de los poderes del momento. En el caso de Pilar Miró aunque parece que estaban agarrándose a una legislación que todavía permanecía en España y aunque la Constitución decía que derogaba todos los artículos que fueran contrarios al texto marco, sí que había una serie de leyes que seguían vigentes».
«uno no se acuesta franquista y se levanta demócrata de un día para otro»
«Yo creo que se utilizó toda esa legalidad vigente para hacer una intencionalidad muy clara que es hacer que una obra no exista y prolongar de alguna manera un status que muchos se resistían a que desapareciese».
Se refiere al hecho de que, a pesar de contar con una Constitución nueva, los jueces, los policías y los funcionarios eran los mismos: «uno no se acuesta franquista y se levanta demócrata de un día para otro».
Un tema conflictivo entonces y conflictivo hoy en día, porque tal y como era de esperar, no todos los implicados han querido hablar de ello ante la cámara: «Sí, ha habido gente que no ha querido hablar de ello y nos han hecho la cobra. No todos de una forma clara porque siempre es una cuestión de agenda o de tiempo, nadie dice: yo no quiero salir».
«Si los trabajos son presentados con honestidad y con limpieza, interesan»
El que sí que aparece es José Bono, político de sobra conocido, que además constituye una pieza clave para la historia que quiere contar Víctor: «A mi me pareció muy importante que estuviera por varias razones. En el momento en el que se produce el caso Miró y sobretodo el momento en el que suben a defenderlo dentro del Congreso de los Diputados, Bono ya estaba ahí de diputado».
«Estaba en el grupo parlamentario. Ya le habían dado también la información del caso Grimaldos y lo conocía. Fue además un magistrado de Cuenca y después hay un momento álgido dentro del proceso del crimen de Cuenca, en la película, que es el momento del 23F. Un momento muy delicado para su directora. Ahí, a metro y medio de Tejero, estaba José Bono».
También recuerda la importancia de lo militar en el asunto. Después de eso, José Bono sería también Ministro de Defensa y presidente de Castilla la Mancha.
Una película que pretende ser honesta con el discurso y con sus protagonistas: «Independientemente de quien no quiere hablar, yo creo que si los trabajos son presentados con honestidad y son presentados con limpieza, interesan. Por eso se han volcado mucho con nosotros. Tenemos más de 40 personas que salen hablando dentro del documental y esto yo creo que ha sido también gracias a la honestidad del proyecto».
Como broche final, una resolución, a modo de moraleja, para que el público saque sus propias conclusiones, pero Víctor Matellano también tiene la suya: «Tenemos temas muy claros dentro del documental : la cuestión de los Derechos Humanos y la tortura, que eso ya lo trataba «El crimen de Cuenca» y la cuestión de la utilización del poder para incidir sobre los ciudadanos. La figura de la mujer directora que supone Pilar Miró. Y la importancia de la mujer directora y de la lucha de Pilar Miró como mujer en todo este tema».
Sin embargo, a pesar de todos estos temas hay uno más, que es el gran tema de su director: «El poder del cine. Es muy importante. El cómo una película puede llegar a cambiar cosas de la legislación española. Y cómo «El crimen de Cuenca» consigue hacer unos avances en su año y medio de proceso, que van mucho más allá de lo cinematográfico. Esa lectura del gran poder de la imagen es con lo que yo me quedo».
Una gran conclusión que nos invita, a revisar este capítulo tan curioso de la historia que otros, quisieron ocultar.
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