Enfrentarse a un rodaje en la selva amazónica ya es, de por si, abrumador. Si además le añadimos que se trata de una película de terror a plena luz del día, el reto es interesante. El artífice es Alejandro Ibáñez Nauta, hijo del mítico director Chicho Ibáñez Serrador. El creador del Un dos tres… Hizo historia a la hora de narrar el terror con ¿Quién puede matar a un niño? por su uso del suspense y la luz. Ahora, el heredero de su talento plantea hacerle un homenaje en Urubú, película que llega a las salas el próximo 18 de septiembre.

Tomás, un fotógrafo y ornitólogo venido a menos, intenta relanzar su carrera viajando a un remoto lugar de la selva amazónica para fotografiar al urubú albino, un extraño pájaro del que no hay registro en libertad. Hasta allí arrastra a su familia: Eva su mujer, con una relación rota, que trata de recuperar al hombre del que se enamoró. Y su hija, Andrea, una autómata adolescente absorbida por las nuevas tecnologías. Fotografiar al urubú pasa a ser secundario cuando Andrea desaparece.
Charlamos con Alejandro Ibáñez, que reconoce que aunque el rodaje fue duro, eso le ayudó para que los actores (incluido él que tiene un personaje en la película) se metieran en la piel de sus personajes y consiguieran llegar a los límites planteados.

Es tu primer largometraje y te metes a hacer un homenaje al cine de tu padre, un thriller con tintes de terror rodado en la selva amazónica ¿No había algo más sencillito para tirarse a la piscina?

Sí, yo tengo la experiencia de haber rodado en el Amazonas y sabíamos que iba a ser un rodaje complicado, pero bueno, siempre hay que arriesgarse y tirarse a la piscina. Si no arriesgas nunca consigues nada.

El asunto de los paralelismos con ¿Quien puede matar a un niño?, utilizar la luz para enseñar que el verdadero terror sucede a plena luz del día, ¿Estaba ya en el planteamiento inicial o fue algo que fue surgiendo a medida que íbais creando el proyecto?

Fue un planteamiento inicial porque esta película tiene mucho de ¿Quién puede matar a un niño? y también queríamos ponernos ese reto de intentar dar miedo a plena luz del día, como mi padre consiguió en su momento con su película.

También cuentas con un papel dentro de la película. ¿Cómo es actuar y dirigir a la vez?

Sí, es muy complicado pero a mi me vino muy bien como director porque te metes en la piel de un actor y ya sabes por dónde tiene que pasar.

Mi manera de dirigir cambió porque se lo que es ser actor. Los tiempos muertos, mientras estamos preparando las luces, el plano… el actor está ahí esperando su momento. Preparándose su diálogo y a veces las esperas te rompen ese momento. Pude entender bastante más a los actores una vez que me puse en su piel y la verdad que me vino muy bien como aprendizaje para mejorar mi dirección.

Has llevado a los actores al límite en esta película ¿Cómo ha sido el trabajo con ellos? 

Sí, gracias que los que me acompañaron eran amigos de toda la vida y confiaban en mi a ciegas. Es verdad que hemos vivido un rodaje, tanto dentro de la película como fuera, al límite.

También a ellos les vino bien para poder meterse en su papel y mejorar la interpretación. Que el viaje fuese duro ayudaba, porque ellos ya vivían su personaje fuera de la película.

Todo lo que hemos rodado es real. Ellos se han hecho heridas por las plantas, les han mordido las hormigas en los pies, han sufrido como todos y como todo el equipo. Pero bueno, ninguno se quejó, lo hemos vivido todos como una aventura maravillosa y todos me dicen que estarían encantados de repetir algo así.

¿Alguna anécdota de rodaje?

Hay una muy divertida. Hubo una plaga antes del rodaje. Una especie de pulga que hay en las plantas que tiene la manía de meterse en la zona genital de los hombres. No se por qué solo los hombres.

Entonces, estuvimos varias semanas que mientras rodábamos y estábamos trabajando, todos nos estábamos rascando los genitales constantemente. Las chicas se reían.

Los niños y la explotación a la que se ven sometidos en países en riesgo está muy presente en Urubú, además has realizado recientemente también un cortometraje con Save The Children (Reality) precisamente sobre esto ¿no?

Sí, lo de Save The Children fue casualidad. Llegó en un momento perfecto porque justo había terminado de rodar Urubú y hablé con ellos de que era una casualidad que me ofrecieran este maravilloso proyecto.

Es dar un mensaje sobre el sufrimiento de los niños, porque yo acababa de rodar una película con el mismo mensaje. Entonces sí que me vino muy bien, porque yo tengo dos hijas y la cosa de los niños me toca mucho el corazón.

Tanto con la película como con el cortometraje, es algo que quiero que la gente abra los ojos y vea el sufrimiento que los adultos estamos haciendo pasar a los niños. Porque como mi padre bien dijo en su momento en su película ¿Quien puede matar a un niño?: «están muriendo muchos niños a manos de los hombres» y no somos conscientes de eso.

Ellos me contaban que cada cinco segundos muere un niño en el mundo y eso es una barbaridad. Algo que no podemos dejar. Mueren de hambre, por enfermedades y por guerras. Y las que son muertes por guerras están muriendo a mano de los hombres.

Nos decía Pepe Carabias que es una película que no va a dejar a nadie indiferente… ¿Con qué te gustaría que se quedase la gente?

Yo lo que quiero es que vayan al cine para entretenerse. El cine, independientemente del tipo de película que hagas, lo que todas las películas tienen en común, es entretenimiento.

En estos meses que estamos pasando de Covid, yo creo que necesitamos evadirnos un poco de nuestra vida y el cine es lo que nos puede unas horas de entretenimiento.

Urubú es una película de Alejandro Ibáñez que llega a las salas el próximo 18 de septiembre de la mano de Begin Again Films.