Hoy en Marketing de Cine tenemos una firma especial, la del periodista Iván Reguera. En esta ocasión contamos con él para esta entrevista al actor Eduardo Blanco, por la película Cuando dejes de quererme, ya en cines.

En Cuando dejes de quererme Eduardo Blanco es Fredo, el padrastro de Laura, con la que tratará de descubrir cómo fue, en Euskadi, la muerte de un tal Félix Careaga. Blanco logra un buen contrapunto humano en una película oscura y dura. Y se agradece. Además de sus películas y obras de teatro, Blanco sigue trabajando en España, país que lo recuerda especialmente por su personaje en El hijo de la novia.

Blanco es muy argentino, vehemente, expresivo, divertido. Y le chifla el fútbol. Me pregunta por mi equipo y yo le digo que ahí me pilla. No soy futbolero. Lo que sí me gusta es el buen cine y un buen trabajo como el suyo.

Cuando dejes de quererme no parece una ópera prima, no tiene los tics del primerizo.

Sí, y es muy compleja para ser la primera. Igor Legarreta, su director, es encantador y sé lo que hay depositado detrás de Cuando dejes de quererme. Lleva siete años para hacer esta película. Podrá salir bien o no, las escusas no se filman. Pero todo ese recorrido… Yo, como actor, voy de una película a otra, pero el director está plagado de sueños, ilusiones… Me alegro por Igor. A mí me gusta mucho el fútbol y el cine, como el fútbol, es un juego de equipo. Messi es un genio, pero dentro de un equipo. Y he visto jugar en la selección argentina al mismo genio y no luce. El cine es igual. Si tienes un director que no sabe guiarte o un guión que es una porquería…

¿Cómo entras en el proyecto?

Hacer una película es la suma de milagros, como la vida. Este guión me lo pasaron hace cinco años en Argentina. Lo leí pero no supe más. Y sabes: “Estamos armando la película”… Y yo tenía que hacer esta película. ¿Por qué? Estaba haciendo una obra dirigida por Juan José Campanella llamada Parque Lezama y estuve con ella cuatro años. En esos años no me pude mover de Argentina, no podía rodar. Milagros: terminé la obra de teatro y a los cinco días me llegaba el guion. Empecé a leerlo y me dije: ¡Pero si ya lo he leído! (Risas)

¿Te llegan muchos guiones de España?

Sí. Y de Argentina, pero el teatro no me dejó hacer nada. Pero la experiencia en el teatro fue riquísima, ojo.

Tu personaje es el contrapunto cómico, un tipo que hace respirar una película tan negra y asfixiante a veces. Un cachondo mental.

Me gusta más lo de cachondo mental que lo de cómico. Digamos que es un tipo con sentido del humor.

El humor le viene bien al thriller.

¡Le viene bien a la vida! (Risas)

¿Qué tal ha sido rodar en Euskadi?

Haciendo Parque Lezama bajé cuatro kilos y en cinco semanas en el País Vasco aumenté cinco (Risas). ¡Tremendo! Lo malo, ahora en serio, es el clima. Al menos en marzo y abril, que es cuando filmamos. Vengo de los 35 grados en Buenos Aires y acabo de hacer la promoción en Bilbao. Qué contraste…

Y tus escenas son casi todas interiores, pero los que han tenido que rodar las escenas de bosque y de lluvia…

¡Y de noche! Pero bueno, menudo frío pasé yo también…

La película tiene como fondo el conflicto vasco, aunque no de manera directa. ¿Qué sabías de ETA y ese periodo que refleja la película?

Cuando hay heridas que no están cerradas se producen los conflictos. En el País Vasco, ahora en Cataluña… Donde sea. La base siempre es la misma, la incapacidad que tenemos los seres humanos de curar heridas para avanzar. Si una herida no está curada alguien te la toca y saltas por el dolor.

En Cuando dejes de quererme se habla precisamente de eso, de una herida que parece curada y cicatrizada pero no lo está. Y duele. Y en España sabemos mucho de enterrados en cunetas, torturados y desaparecidos. Qué le voy a contar a un argentino…

Pero no es exclusivo de Argentina o del País Vasco, es universal. Los seres humanos somos tan tontos que repetimos las muertes, las desapariciones y las guerras constantemente. Heridas mal curadas. Mira Cataluña.

Estamos en el hotel Trafalgar. Si miras por ese ventanal, ves decenas de banderas españolas en los balcones. ¿Qué piensas al verlas? ¿Cómo se ve desde fuera lo de Cataluña?

Es lo mismo: heridas no curadas. Eso sí: en el País Vasco hay diferencias de matices, pero en Cataluña la brecha es enorme.

La brecha catalana es mucho más bestia, son dos Cataluñas muy separadas.

En Argentina a esto lo llamamos “la grieta”. Y es muy difícil salir de ella porque no deja lugar al pensamiento crítico, a la reflexión. O estás en un lado o en el otro.

¿Han atacado a Juan Manuel Serrat? En Argentina Serrat es nuestro y a la vez es un emblema catalán. ¡Catalán! No lo entiendo.

Volviendo a los desaparecidos, ¿crees, como Juan Diego Botto, que en tu país se ha hecho más justicia que en España?

“Caminar dos pasos y retroceder uno es avanzar”. Lo dijo un político argentino. Alfonsín hizo algo increíble nada mas tomar el cargo: juzgar a la Junta Militar. Pero luego se revirtió todo con la Obediencia de vida y el Punto final, que salvaron a muchos torturadores. Por eso lo de “caminar dos pasos y retroceder”. Y no hablemos de la tragedia de alguien que ha sido robado por los torturadores y asesinos de sus padres reales. Y lo descubres a los 30 o los 40. Por dios… Filosófica y existencialmente no hay una solución positiva posible. Esa no era tu vida. Una mujer, robada de niña, denuncio a su padre y lo llevaron a la cárcel. Pero ella no podía dejar de visitarlo… Tragedia total.

En España hemos vivido los robos de niños en hospitales. Hasta con monjas implicadas.

Sí, pero una cosa son los delincuentes organizados robando bebés y otra que lo haga el Estado. Y en Argentina la Iglesia también fue cómplice.

Hablemos de cosas más agradables. En España eres conocido por el bombazo que fue El hijo de la novia. ¿Cómo viviste todo aquello?

Fue tremendo para todos. Para Canpanella, Darín… La película me toca, soy hijo de gallegos.

Tu padre era mecánico.

Si, murió hace un año. Y mi madre se escribía con sus hermanas en Galicia.

Es un tema que trata Cuando dejes de quererme. La tierra, la patria perdida, la sangre.

Y la serie Vientos de agua, que hice con Ernesto y Héctor Alterio. Cuando dejes de quererme habla de una niña que tiene que irse a Argentina a los 3 años. Y el personaje de Miki Esparbé nace allí, pero se viene para España.

Has trabajado en bastantes ocasiones en España, por ejemplo con la directora Laura Maña. ¿Qué opinas de la reivindicación de las mueres en los Goya? Más mujeres en el cine, igualdad salarial…

¡¿Qué voy a opinar?! ¿Cómo va a ser de otra manera? Es algo cultural y la cultura no se cambia de un día para otro. Vuelvo a la frase: “Caminar dos pasos y retroceder uno es avanzar”.

Esta película cuenta con tres guionistas y el director se limita a dirigir y no escribe, algo rarísimo en España.

En Argentina también pasa. ¡Pero si hay festivales de cine donde no hay premio para el guión! ¡El guión es la columna vertebral de todo, estamos locos!

Cuando dejes de quererme es una película muy dependiente de su guion porque es complejo, está bien hilado. Y es raro que salgan bien los saltos en el tiempo, que no canten.

Exacto. Como te decía al principio, ha sido un gran desafío para una ópera prima.

Queremos desde Marketing de Cine agradecer tanto a Iván Reguera como a Eduardo Blanco su participación y su trabajo.

Si todavía no has visto Cuando dejes de quererme, puedes hacerlo hoy mismo.