El Palmar de Troya nos acerca a través de cuatro episodios la historia de la Iglesia Palmariana, una congregación religiosa de nuestro país y que vive rodeada de misterio.

Hace unos meses, Movistar+ presentó esta serie documental, dirigida por Israel del Santo, y que ahondaba en las entrañas de la Iglesia Palmariana. Posteriormente vi en redes sociales algunos comentarios y críticas, pero no llegué a verla. Luego nos arrasó una pandemia mundial y esta serie y mis ganas de verla se borraron de mi mente. Hasta hace unas semanas.

El Palmar de Troya volvió de casualidad, la combinación de algunas letras en el buscador de Movistar+ dio como resultado este documental, cuando no era eso lo que estaba escribiendo. No pasa nada, no hay mal que por bien no venga. Fin de semana por delante y damos al play del documental…

El Palmar de Troya, ¿secta o congregación religiosa?

La sinopsis de la serie no miente. Es una serie original de Movistar+ que cuenta la historia de la Iglesia Palmariana, una congregación religiosa que ha estado bajo la sospecha de escándalos, abusos sexuales y otras anécdotas que se escapan a cualquier tipo de raciocinio.

Sin desvelar mucho ni hacer spoilers, en el primero de los capítulos conoceremos el origen de esta congregación. Se trata de la aparición de la Virgen María a cuatro niñas en la aldea de El Palmar de Troya, en la provincia de Sevilla. Estamos en marzo de 1968 y da comienzo así a una de las historias más rocambolescas de nuestro folclore.

Así, entre apariciones, altares, estigmas, triquiñuelas, borracheras y roturas con el Vaticano, va creciendo el imperio (como crece la propia Basílica) de la Iglesia Palmariana. Y me sorprendo a mí misma gritándole a la pantalla cosas como “Pero ¿cómo es posible? ¿esto ha sucedido en nuestro país y no me he enterado de nada?”.

Porque la verosimilitud está sobrevalorada, como diría el personaje de Ernesto Alterio en Ventajas de viajar en tren, y que podría ser perfectamente parte de esta historia…

Pero no nos vayamos del tema, que en El Palmar de Troya hay mucha tela que cortar. A medio camino entre Mindhunter (no solamente por la cabecera que es digna de admirar, sino por la ignorancia con la que nos asomamos a la primera parte) y Wild Wild Country (por la historia de creación de la secta y formato audiovisual), este documental nos presenta la vida de esta secta (aunque haya gente que la defienda como congregación religiosa) que sigue actualmente activa.

Y de repente, este documental da un triple salto mortal y pasa a ser una comedia. Por momentos parece parece que estás viendo un Sálvame Deluxe, en el que solamente falta que Lydia Lozano se ponga a bailar el chuminero. Vuelven las dudas y las preguntas, ¿cómo es posible que esta gente exista y cómo he vivido en la ignorancia?  Pero ahí sigues, con los ojos como platos y sin poder dejar de mirar la pantalla.

Y cuando acabas de ver El Palmar de Troya, el impulso es seguir buscando sobre estos personajes y sobre el presente. Porque este es un ejemplo de que la realidad supera a la ficción, pero qué gusto que existan documentales como este, para dar a conocer la verdad de uno de los hechos más oscuros y desconocidos de nuestra historia reciente.