Me gusta Septiembre porque es el inicio del curso, me gusta más contar los años como años académicos, tiene más sentido, te vas de vacaciones en verano y vuelves con las pilas cargadas para afrontar el otoño y el invierno.

Pero claro, también me pasa esto porque además soy profesora y Jefa de especialidad de Producción en la Escuela de Cine de Madrid y todos los septiembres empiezo de verdad un curso escolar.

Siempre me preparo con ilusión las materias que voy a impartir, normalmente dirección de producción y producción ejecutiva, y siempre intento analizar cómo han cambiado las cosas durante el año anterior en el sector audiovisual, para poder plasmarlo en mis programas. En realidad me resulta fácil, porque como profesional en activo debo actualizar continuamente mis conocimientos para llevar a cabo mis proyectos en Centuria Films. La eterna aprendiz…

Y es que cuando yo empecé en esto de la producción de cine lo que se hacía es meter la cabeza en un rodaje, aunque fuera de un anuncio de champú, y aprender como meritorio en qué consistía esto. ¡La de monedas que podía llevar en el bolso para llamadas de emergencia!. Estudié Historia de Arte, otra de mis vocaciones, pero me hubiera gustado poder especializarme en cine, y llegar a adquirir unos conocimientos mínimos antes de empezar a trabajar. Sin duda me hubiera evitado más de una metedura de pata…

Hoy en día la oferta formativa audiovisual en España es amplísima, no solo en el ámbito universitario, con la licenciatura en Comunicación Audiovisual, sino en todo tipo de escuelas de cine, y centros de formación especializados en las diferentes áreas: guión, dirección producción, fotografía, sonido, montaje… y últimamente hasta academias donde te enseñan a realizar una webserie.

El problema es que cuando alguien se plantea dónde estudiar la oferta simplemente marea, aunque sin duda hay tres cuestiones que pueden ayudar en la decisión final: el profesorado, las prácticas que se realizan y el precio.

En la mayoría de los sitios los profesores son profesionales en activo. Puede que en otras disciplinas eso no influya para nada, pero el audiovisual es un sector que cambia continuamente: los avances tecnológicos, la aparición de nuevas plataformas audiovisuales, incluso las leyes de los países hacen que el trabajo requiera de una actualización constante de los conocimientos.

Estaremos de acuerdo en que a hacer cine se aprende haciendo cine. Una oferta formativa que no incluya prácticas reales, o incluso la posibilidad de rodar un corto, no sirve de mucho. Yo creo que dejar en manos de los alumnos el buscarse la vida para coger una cámara por primera vez, por poner un ejemplo, roza el timo. Y esto que parece de sentido común no es lo habitual.

Y por último el precio. Generalmente tienes lo que pagas, y si un curso es barato probablemente carezca de alguno de los dos puntos anteriores.

La decisión no será fácil, pero os puedo asegurar que marcará vuestra carrera. Espero que tengais suerte. Los tiempos no son los mejores para esto del cine, pero merece la pena intentarlo. No hay nada más divertido que ser eternos aprendices de cine.