Activismo y música, dos conjuntos a menudo entrelazados entre sí cuando se trata del grupo madrileño Las Chillers, ya extinto, pero cuya esencia todavía perdura entre las bandas de música independientes. Rocío, Adela, Ana, Espe, Laura y Belén ahora tienen carreras separadas, pero su recuerdo perdurará gracias a las grabaciones de sus conciertos que Julia Rebato y Eli Martín han recopilado para el documental La revolución bailando, que llega a las salas de cine el próximo 12 de noviembre de la mano de Begin Again Films. Charlamos con Julia Rebato de los entresijos de este homenaje.

Guionista, productora y actriz, lo que para Ojete Calor sería un Mocatriz, ¿Con qué te identificas más?

(Risas) Bueno, en realidad estudié interpretación para dirigir mejor y trabajar con los actores. Yo me considero directora, guionista y, como no queda remedio, productora.

¿Vamos abocados a la auto-producción para sacar los proyectos adelante?

Exacto, a mi me becaron en producción y quería hacer cine documental. Pero me la dieron para producción y quise aprovecharla. Al final me ha venido bien y he trabajado mucho tiempo en producción. He hecho tres películas como directora de producción, pero al final yo quería hacer mis proyectos, como casi todo el mundo.

La revolución bailando

¿Cuál fue tu primer contacto con Las Chillers?

Fue súper inesperado. Mi amigo Eli, el otro director del documental, me avisó de que estaba siguiendo a un grupo de chicas en conciertos y haciendo grabaciones.

Me invitó a un concierto, era el primer año que tocaban en el festival y me contó su historia. Me motivó el hecho de que fueran mujeres, abiertamente lesbianas y unas punkys que se pusieran a versionar lo que les diera la gana. Levantaban a todo el mundo del sitio.

Cuando las descubrí me enamoré de ellas. Estaba pasando un mal momento y me hicieron olvidarme de todo.

Hay documentales que son puramente de rodaje pero hay otros que tiran de imágenes de archivo, como es el caso del vuestro. ¿Cómo ha sido esa labor de recopilación?

Todas las imágenes de concierto son nuestras. Eli las llevaba siguiendo casi desde el primer momento en el que empezaron a pisar los escenarios. El primer manifiesto de Rocío, la primera actuación, son imágenes de Julia Lombao que les hizo un favor, pero todo lo demás es nuestro. Eli las seguía muchísimo y había 80 horas de material en bruto. Una pasada.

Lo que pasa es que ese material se va limpiando. Lo de las entrevistas sí que fue difícil. De hecho, desde que terminamos el documental, Eli y yo quisimos sentarnos y ver las entrevistas con ellas, pero organizar a Las Chillers fue complicado.

Años después, conocí a Almudena, la hermana de Rocío y se comprometió a ayudarme a terminar el documental. Me ayudó a gestionar las entrevistas en el bar de una amiga, El Fotomatón, y gracias a eso se pudo terminar.

En los últimos años hemos visto muchos documentales sobre música pero ¿Hacen falta más sobre activismo musical?

Sí, y yo creo que hacen falta más documentales sobre activismo en general, no solo en el mundo de la música. Hace falta ver lo que está pasando en el mundo y que haya gente con conocimiento que se atreva a ponerse delante de una cámara, subirse a un escenario como Las Chillers y decir «aquí estoy yo. Estos son mis derechos y estoy cansada de que no se respeten y que no se consigan».

Como espectadora ¿Qué proyectos te apasionan?

Me gustan mucho las historias que muevan los derechos sociales y humanos. Las historias de superación. El viaje del héroe, el personaje que se atreve.

Estudié psicología y en la rama de psicología me gustan mucho los thrillers. La mente de un asesino o asesina. Ahora por ejemplo estoy viendo la serie Killing Eve y me entusiasma.

En el mundo de la ficción soy más de thriller que de comedia y soy más de drama que de comedia, al fin y al cabo.

¿En qué proyectos te vamos a poder ver en los próximos meses?

Hay proyectos en marcha, pero a ver qué pasa. Acabo de terminar de escribir un corto documental, una historia muy bonita sobre una librera, estoy encantada de contarla.

Estoy haciendo una película de ficción que se llama Flores que es auto-producción. Mi idea es terminarla de rodar en diciembre y espero que el año que viene se pueda ver en festivales.

¿Cuándo sabe uno que ha terminado el proyecto? ¿Es fácil soltar la obra?

Yo creo que es algo sensitivo e intuitivo. Por ejemplo, hace poco escribí un corto para un festival y no tardé mucho en escribirlo. Siento que está acabado cuando a mi me emociona.

Pero luego hay otros proyectos que al final es estar toda la vida escribiendo. Tengo una película que escribí hace 7 años y todavía sigo re-escribiendo. Escribir es interminable. De hecho, el último proceso de guion es en montaje, porque por ejemplo con La revolución bailando me hice una escaleta y cuando estás en montaje ves si funciona. Lo mismo pasa con el guion.

¿Más de cultura y menos de qué?

Y menos de fútbol. Pero porque he dedicado toda mi vida al teatro y el fútbol es el principal enemigo del teatro. pero también te diría menos política, menos políticos…