Llevo unos días pensando a ver qué escribo sobre los Goya, y es que se hacía imprescindible hacerlo, primero como profesional de la industria que tiene un blog en el cuál hablamos de cine, y segundo porque es la primera vez que asisto a la gala como vocal de la Academia, y he podido seguir mucho más cerca el proceso de organización de los premios hasta el día de hoy.

Como académica voté en su momento, y como siempre no me resultó fácil. Creo que las películas finalistas están muy bien, cada una en su estilo, pero con este post quiero resaltar que no tienen nada que envidiar a películas extranjeras, ni del Hollywood más taquillero ni de la Francia más chovinista. Y explico por qué.

Ayer me fuí al cine y me hice una sesión doble. Como tengo la suerte de haber visto ya casi todas las películas españolas en cartel, decido ver dos películas que me habian llamado la atención y que incluso me habían recomendado: una comedia fraco-americana «2 días en Nueva York » de Julie Delpy, y la tan prestigiosa americana «The Master«, de Paul Thomas Anderson. No puedo más que expresar mi decepción y enfado. La primera, de la que tampoco me esperaba gran cosa, no me hizo ninguna gracia, y de la segunda, sólo puedo decir que todavía estoy dándole vueltas e intentado saber de qué iba. Sin duda una de las películas más pretenciosas y aburridas que he visto en mi vida. Fijo que gana el Oscar (Bigelow, a por ellos…!).

Asi que cada vez que pienso en las películas finalistas de los Goya, sólo puedo decir que cualquiera de ellas da mil vueltas a las que ví ayer y a otras similares en cartel, que están estupendamente hechas, y que la história que cuentan, te guste más o menos, se entiende, entretiene y te da pié a una reflexión. Sin duda, pagar el IVA estratosférico de la entrada, y la caña de después del cine sienta mucho mejor.

Sigamos por este camino en el cine español, si nos dejan, claro. Brindemos por ello esta noche. #PorElCineEspañol amigos.