Mi abuelo tenía un Renault 5 y aunque popularmente se le llamó Supercinco, a mi me gusta recordarlo como El cinquillo, como lo llamaba él. Por aquel entonces no se había inventado youtube y la tele se veía de diferente color según el golpe que le dieras, el Blablacar era «hacer dedo» pero ya se sabía que en un viaje en coche, pueden surgir múltiples anécdotas que luego se pueden llamar «confesiones en un seiscientos».

Por eso de que por Mas de Cultura se entiende de todo, también se aprende mucho de quien escucha a otros con más experiencia. Nos vamos al estadio Santiago Bernabeu pero nuestra cita no tiene nada que ver con el fútbol. Allí está Jorge Todolí con su Seiscientos, el Pelotilla, un Seíta. Los primeros pudieron comprar en 1957 este SEAT 600 por unos 390€. Hoy, revalorizado hasta la médula por los mecenas de lo vintage, también sirve como escenario de historias valoradas en mucho más de lo que pueden pagar los euros. Me acompaña Néstor Barbosa, que tiene una visión más creativa que yo para estas cosas, y, por supuesto, es mucho más hipster que yo. Bienvenidos a la «meta entrevista», la entrevista sobre entrevistas en un Seiscientos.

En el camino nos enteramos de que, de momento, Jorge Todolí tiene todos los puntos del carnet y que cuando no hay nadie siendo entrevistado en el coche suenan Kings of Leon, David Bowie o Eagles… desde el ipod, porque la radio suena regulera.  Jorge Todolí ha creado autoentrevistas.com, que no son más que entrevistas humanas en un coche. Y decimos «creado» porque aunque el formato no es suyo, lo que cuentan los invitados sí lo ha conseguido él con su curiosidad y tesón.

Porque al final, las mejores historias siempre surgen de la curiosidad: “Mi mejor amigo  tenía este bólido aparcado en su garaje muerto de risa”. Hasta que un día llegó la idea y por el cuero de sus asientos han pasado las caras más conocidas de la actualidad. Humoristas como el Gran Wyoming o Joaquín Reyes, músicos de la talla de Amaral, Miguel Ríos o Tomasito, incluso políticos como Íñigo Errejón. No importa el campo del que vengan, sólo que tengan algo que contar.

El primero en testar esta forma de hacer entrevistas fue Juan Luis Cano de Gomaespuma. Por aquel entonces Jorge estaba trabajando en su libro Sexo, muerte y clic sobre las nuevas formas de conseguir visibilidad a través de Internet. Sobre la competencia y la utilización de un formato ya inventado, Todolí lo tiene claro:» siempre hay competencia, a mi me viene muy bien porque soy pequeñito este tipo de entrevistas si las televisiones las hacen, a mí me viene muy bien que haya entrevistas de este tipo en otros canales porque la gente luego lo busca y me encuentra».


Por ponerle una definición, lo que hace lo llama «Periodismo inquieto», lo que el entiende como curioso, original y basado en mostrar un punto de vista en el que los famosos sean capaces de mostrar algo más que sus trabajos. Como por ejemplo tener a Joaquín Reyes hablando de su infancia o los recuerdos del violinista Ara Malikian cuando era refugiado. Escuchar, en un paseo por Madrid  como vivió la guerra en el Líbano, en los sótanos tocando el violín y otros amigos suyos bailando para pasar la guerra.

Sabemos que su amigo, el propietario del bólido, no pide comisión y por eso «es su mejor amigo». Sin embargo, menos mal que no coge todos sus consejos: «una vez me dijo que lo estampara contra otro coche para ser viral». Porque para ser encontrado dentro de la enorme red de Internet sin estampar un coche hace falta mucho trabajo, «el de hormiguita» y excusas. Como su libro Confesiones en un seiscientos, que extrae los mejores momentos de estos peculiares viajes por Madrid y, al mismo tiempo, sirve de excusa para seguir engrosando la lista de invitados. Como sorpresa final para ellos, al final de cada entrevista un grupo toca sus temas en directo. 

Y lo que empezó en un Seiscientos que no lo separe nadie, porque Jorge Todolí ya ha puesto en marcha otros proyectos como por ejemplo entrevistas en coches eléctricos con la marca Zity de Carsharing: «a mi me gustaría que el proyecto fuera un microsite para Seat». Rentable o no, lo cierto es que resulta enriquecedor sentarse durante apenas una hora sobre unos asientos que tienen tanto que contar. Para la siguiente, igual nos atrevemos a conducirlo.