Cuando Juan Mayorga pronunció en la Real Academia Española su discurso de ingreso en la institución, tuvo claro su potencial para llevarlo a las tablas. Ahora el autor deja que sea una actriz, Blanca Portillo, la que dé forma a sus palabras sobre el escenario en la obra Silencio. Silencio se puede disfrutar en el Teatro Español hasta el 11 de febrero.

De qué trata la obra

La obra ‘Silencio‘ está basada en el mismo discurso que el dramaturgo Juan Mayorga escribió y pronunció en su ingreso en la Real Academia Española. Mayorga reflexiona en esta pieza sobre el silencio, uno de los elementos principales que dan sentido al lenguaje teatral. Con referencias a Antígona, Hamlet, Woyzeck o La casa de Bernarda Alba. Blanca Portillo se presenta ante el público como un personaje, una actriz que interpreta un texto ajeno. Esto le permitirá salirse de su propio personaje y hacer comentarios sobre el propio texto que recita e interpreta.

Vestido con un traje de etiqueta dentro del que no acaba de sentirse cómodo, el dramaturgo va a ingresar en la Academia pronunciando un discurso titulado Silencio. Sus oyentes son los otros académicos, con los que comparte estrado, y las personas -familiares, amigos, colegas, autoridades, desconocidos…- que han venido a acompañarlo esta tarde. Ha elegido hablar sobre el silencio en la vida y en el teatro. También viajar por silencios teatrales que resuenan en su memoria y en su cuerpo. Igual que a los espectadores, esos silencios pueden enfrentarle con los de su propia vida. Quizá tenga, en cada momento, la tentación de callar. O el silencio, que soporta el discurso y sobre el que el discurso indaga, ponga el discurso en peligro. Quizá lo más importante sea, para quien pronuncia el discurso y para quienes lo reciben, por encima y por debajo de las palabras, escuchar juntos el silencio.

El director, Juan Mayorga

En palabras de Mayorga: «En mi discurso de ingreso a la Real Academia Española, casa de las palabras, especulaba con la fantasía de que quien lo estuviera pronunciando no fuese su autor, sino un actor que me representase. Al fin y al cabo, se trataba de un discurso sobre el teatro y, dentro de este, sobre aquello que, en el teatro, hallándose más allá de las palabras, pertenece, antes que a nadie, al actor: el silencio. Me fue en seguida muy claro que ese discurso sobre el teatro podía convertirse él mismo en teatro, es decir, en una experiencia poética en el espacio y en el tiempo, y que no habría mejor intérprete para encarnarlo que mi amiga y admirada Blanca Portillo. Y empezamos a encontrarnos, desde la distancia, en aquellos días de conmoción y silencio, para pensar juntos cómo construir, desde ese Silencio, este Silencio. Que se levanta sobre el decir y el callar, la voz bella y poderosa y el gesto exacto, de una actriz extraordinaria. Y que ojalá ofrezca aquello que constituye, desde los griegos, el teatro que ambos amamos: acción, emoción, poesía y pensamiento».