El espectáculo ¡Chakapum! llega a Madrid. Musical producido por El Terrat que nos lleva a un recuerdo de la infancia de Litus (De la banda de Late Motiv). De ese recuerdo, surge un viaje a través de la memoria y el tiempo en el que se fusionan la historia de su vida con la historia de la rumba catalana. Se podrá ver a partir del 11 de agosto y hasta el 4 de septiembre en el Teatro La Estación de Príncipe Pío de Madrid.

Es teatro, pero a la vez es concierto. Como su propia directora, Xènia Reguant, describe para Más de Cultura, es un proyecto que tiene un objetivo: despertar el cuerpo. Lo comentamos con ella

¿Cómo ha sido la experiencia de fusionar rumba y rock?

Por un lado, es interesante porque más que ser un espectáculo de rumba y rock es que es un espectáculo de un rockero que es fan de la rumba. Con lo cual, cuando canta rumba es inevitable que le ponga sus ingredientes rock. Pero sobre todo, es un espectáculo donde la música es rumba.

Otra cosa es que le hayamos dado una vueltecita como para poder hacerla un poco más extensiva. Todos nos hemos hecho fans de la rumba haciendo este espectáculo. Esto es algo muy potente. A lo mejor, a priori, puede ser un género que si no lo conoces te quede lejos.

Pero es que es muy fuerte porque a la que empiezas a meterte en esta música ya no hay vuelta atrás. Y esto te lo digo yo que llegué a este proyecto siendo una ignorante absoluta de la rumba (risas). Va más allá de lo intelectual, te atrapa desde un sitio que ya no te puede soltar.

Xènia Reguant

Xènia Reguant, directora de ¡Chakapum!

¿Y cómo llegaste a la dirección de ¡Chakapum!? 

Trabajé con Litus en Lehman Trilogy que fue una obra que hicimos junto con Sergio Peris-Mencheta. Cuando entra este proyecto dentro de este equipo directivo, Sergio no lo puede asumir porque tiene mil proyectos suyos, Litus decide que lo asuma yo y la verdad es que ha sido un regalo maravilloso, porque es un poco la vida de Litus también.

Me ha puesto en sus manos algo muy personal y yo he estado todo el rato muy pendiente de cuidarlo mucho.  Lo bonito del espectáculo es que, aunque es la vida de Litus, lo que acaba pasando es que es la vida de todos. Sobre todo para los de una generación. Esto es bonito, hace mucho espejo.

Cuando se trabaja con un texto que plantea ser un homenaje a músicos de la talla de Peret, Gato Pérez o Los Amaya, ¿No da vértigo?

Ha sido muy importante la figura de Joan Grau, el autor del texto, que antes de que yo entrara en este proyecto creo que ya llevaba como más de un año trabajando en el proyecto. Cuando yo llegué ya había un texto escrito. Joan, además, ha estado trabajando codo a codo conmigo y sigue en los ensayos.

Ha estado super integrado en la compañía a todos los niveles y esto para mi es algo muy importante. Cuando estamos hablando de un espectáculo que nunca se ha representado y lo ponemos en pie por primera vez, es muy importante tener en cuenta que no se le puede poner un lacito al texto hasta que se ha puesto en pie. Al final el teatro es un texto en vivo, hasta que no se ha hecho al menos una vez no puedes saber cómo funciona.

Joan no solo ha hecho un texto maravilloso sino que ha estado todo el rato abierto a todos los cambios que pedía el texto. Es verdad que tiene este punto documental, pero lo hemos convertido en una partitura de principio a fin para añadirle dinamismo.

La música no para y cuando lo hace está muy estudiado. Y le hemos dado una unidad. Gracias a Bea Vergés que es la coreógrafa corporal que también ayuda mucho a pasar de un tema al otro. Siempre está muy ligado por la partitura musical y corporal de los actores y del espectáculo.

También hay algo muy bonito que dijo uno de los actores, Toni Viñals, que decía: «Para mi el espectáculo es como una especie de Forest Gump donde Litus siempre estaba allí». Ayuda mucho a la dinámica del espectáculo.

¿No hay una sensación de que es como que la música de antes duraba más y ahora se hace música más efímera? ¿Tú qué opinas?

Lo que pasa con la rumba es que es muy difícil catalogarla en música de antes o de ahora. Una cosa que contamos con mucho sentido del humor, son todas las influencias que recibe la rumba. Lo bonito de la rumba es que ha conservado la pureza de cada uno de los géneros que la compone y es muy mágico porque realmente, a veces pasa, que todos los géneros musicales parten de algún sitio y beben de muchos géneros, pero siempre se acaban diluyendo y transformando en un género en si en el que ya no puedes diferenciar tanto el resto de cosas que la componen.

En la rumba no pasa. Cuando te das cuenta de todo lo que la compone y la descompones, la escuchas desde otro sitio y te das cuenta de que ahí hay mucha historia. Y mucha historia muy ancestral, por eso es tan mágica y tan potente. Con lo cual, yo te diría más que para mi lo que ha sido muy mágico de la rumba es que es muy atemporal.

Es cierto que es un género que permite mucha fusión. Casa muy bien con otros estilos. 

Y fíjate que aunque la fusiones, no se corrompe. Esto es lo bonito, que es tan íntegra y potente lo que crea que tanto si le quieres meter sintes, que lo permite, no pierde su esencia.

Tras el Covid la cultura es la principal afectada pero, sin embargo, vemos como en las capitales el teatro y los espectáculos musicales están teniendo cierto éxito ¿Lo notáis desde dentro?

Honestamente creo que queda mucho por hacer más allá del Covid. Sobre todo con el tema del teatro. Hay algunas parcelas culturales que a lo mejor están más cubiertas. Pero el teatro es uno de los grandes abandonados a nivel social. Y no me gusta echarle la culpa a la pandemia porque la pandemia lo que ha hecho ha sido poner muy en relieve esto. Hay otros sitios del mundo donde el teatro tiene un prestigio y se considera algo importante a nivel cultural y social.

Por desgracia, en España aún falta mucho trabajo por hacer. Lo que oigo es lo de: «es que es muy caro», pero es mentira porque es tan caro como que te vayas un día a cenar fuera. No es más caro que eso y además hay mucha oferta que no es ni siquiera tan cara, que también existe.

Por ejemplo, la gente que trabaja en el OFF, en montajes pequeños, vive con mucha precaridad y es una pena. Porque realmente el OFF es tan necesario como la Gran Vía y una cosa debe ir de la mano de la otra. Además tienen menos problemas para publicitarse, no está equilibrado. Y esto no ayuda ni a unos ni a otros.

Creo que es importante dentro de la educación meter mucho las artes escénicas porque van mucho más allá de un mero entretenimiento. Te dan muchas armas a ti también como persona en el mundo.

Nosotros nos hemos planteado hacer un montaje que despierte algo más allá de lo intelectual. Que puedas salir con ganas corporales de pasarlo bien. Nos hemos enfocado mucho en eso. En despertar el cuerpo. Creo que era muy necesario, despertar la fase física de la alegría, no solo la parte mental.

Vivimos tiempos muy intelectuales y esto nos hace olvidarnos de lo esencial, que es tener ganas reales de las cosas.

¿Qué espectáculos le gusta ver a Xènia Reguant como espectadora?

Soy muy plural, nunca escojo algo concreto porque sea un género que me gusta más que otros. Y ahora que estoy con hijos que es mucho más difícil ir al teatro, no sabes como lo echo de menos. Pero me gusta mucho todo. Me gusta ver cosas muy comerciales, de ocio o entretenimiento y también muy intelectuales y abstractas. Los musicales me encantan y hacen una labor de transformación en la persona muy específica.

Y es verdad que a la hora de dirigir bebo mucho de muchas cosas de fuera. De aquí también, pero me gusta mucho estar siempre informada de lo que se está haciendo nuevo en los festivales. Porque hay mucha innovación en el teatro también y aquí lo desconocemos bastante. Nos cuesta más traer cosas de fuera. Teatros del Canal, por ejemplo, hace mucha labor de esto y muchos festivales. Es muy interesante ver cosas de fuera.

¿Más de cultura y menos de qué? 

Y menos culo en el sofá. Menos sofing (risas). Porque tengo la sensación de que consumimos mucha cultura de sofá, que está muy bien también, pero falta el equilibrio. Es una cosa que está muy abandonada ultimamente y nada más maravilloso que, por ejemplo, ir a ver un concierto para que te cambie el humor. Minimizar esto me da pena. Pienso: «Qué pena, que lo veamos solo como un parque de atracciones».