El Teatro Lara de Madrid presenta, en tan sólo dos funciones el 31 de octubre y el 3 de noviembre la representación Desnudando a Eros, un viaje por el teatro clásico a golpe de danza, música, poesía y flamenco. El dramaturgo José María del Castillo se pone a los mandos de esta reinterpretación del Dios del amor para hablar precisamente de eso, de cómo ha evolucionado el amor y el cómo sigue encontrando similitudes en los textos que otros autores escribieron sobre él hace años. Charlamos con el también bailarín en la obra.

¿Cómo se prepara uno para las dos únicas funciones en Madrid? 

En Madrid son dos funciones, pero la idea es que venga mucha gente. Vienen teatros y programadores importantes a vernos para que pueda salir en la temporada de más adelante. Esto ha sido como una presentación.

Madrid es una plaza muy complicada y lo primero que queremos es presentar Desnudando a Eros. La preventa está funcionando muy bien. Estamos ya con varios teatros de Madrid que tienen intención de programar, pero también seguimos la gira, estamos cerrando con Canarias, Sevilla, Málaga… O sea que tenemos un poco a la gira para después volver a Madrid y asentarnos un poco más. Pero esto es como una carta de presentación para ver cómo funciona, empezar a mover críticas, material gráfico, que la gente empiece a hablar y generar movimiento.

Tenéis teatro clásico, poesía flamenco, danza… ¿Cuál ha sido el eje central para dar cabida a todo esto?

El proyecto lo escribí y surgió buceando un poco en todos estos textos pero yo estaba buscando la inquietud mía con las relaciones humanas de hoy en día. El amor como fuerza que nos va moviendo. Y es cierto que está todo más que inventado. Y tenemos ya muchos discursos, a lo largo de la historia sobre qué es el amor.

Pero hay algo de la sociedad actual, de las relaciones sociales, de la imagen que queremos dar para conseguir algo, lo que son las nuevas tecnologías. Y siempre es como esa máscara que queremos crear y fingir que somos algo o un tipo de relación o un tipo de amor.

Hay muchas cosas soterradas que no nos atrevemos a mostrar. Con Desnudando a Eros lo que hacemos es un viaje a través de los grandes referentes históricos de la literatura y los grandes mitos.

Pasamos por Grecia, Roma, por las grandes tragedias griegas y romanas, pasamos después a Shakespeare, Romeo y Julieta, los temas de Otelo, pasamos por el mito Carmen la cigarrera, por Don Juan Tenorio, Don Quijote… Un recorrido por los grandes referentes y cómo ellos vivieron el amor.

Lo que pasa que lo reformulamos. La historia realmente parte de que somos cinco almas que se van re-encarnando en muchos personajes. Lo bonito es que son cinco intérpretes masculinos. Pero da igual que sea un personaje femenino o masculino. Intenta llegar a la esencia del amor en ese personaje. Entonces, Romeo y Julieta lo interpretan dos chicos pero se llaman Romeo y Julieta porque son almas que se van re-encarnando.

Al final, ¿El amor qué es? Es un mensaje que rompe fronteras. Da igual la edad, la posición social, la religión, el sexo… etc. Al final el amor es el amor y nos mueve.

En la obra también hablamos de diferentes tipos de amor. El destructivo, el pasional, el amor inocente, el amor propio, el amor maternal….

Es como llegar a diferentes lugares. El amor en todas sus dimensiones y el cómo nos va condicionando y nos va formando.

Hay gente que podría pensar que una obra basada en textos clásicos se puede quedar anticuada. Pero al final ese es el poder precisamente de los textos clásicos, cuyas reflexiones siguen estando vigentes hoy en día aunque hayamos evolucionado a la hora de relacionarnos ¿No?

Totalmente. Pero además nosotros lo que hacemos es re-formularlos. Nos basamos en textos clásicos, por ejemplo, las tragedias griegas. A Medea, Helena de Troya, Yedra y Ariadna las interpretan cinco chicos en un ring de boxeo desde la masculinidad más bruta, boxeando. Pero son esos personajes femeninos que hablan de ese amor destructivo que las llevó a la perdición.

Jugamos con la comedia, el clown, la improvisación, la tragedia pura y dura…Tocamos muchas disciplinas para llegar a esa esencia. El público también es partícipe de la obra y también hay una parte multidisciplinar porque hay flamenco, música en vivo, se canta y se baila.

La interacción con el público es un ingrediente habitual en vuestra compañía.

Sí, la verdad es que sí. Desde Coribantes siempre apostamos por un tipo de espectáculo muy vivo y en el que el público es muy partícipe. Hay que formar parte de la experiencia, de la comunicación que se produce en el teatro.

En casi todos los espectáculos hay una parte en la que el público es un personaje activo de la función y justo en Desnudando a Eros lo hace más que nunca porque hay personajes muy locos que bajan al público. Además, cuando el público entra, ya hay personajes actuando, por eso da la sensación de que la función ya ha empezado.

El público está con un constante cambio y con muchos estímulos. Creo que es muy interesante también en el mundo del espectáculo.

¿Cómo estáis viviendo la situación actual con la cultura desde dentro? ¿Cuál es el estado de salud del teatro?

Pues nosotros hicimos ya un preestreno de Aranjuez, que fue muy bien y el estreno fue en el Festival de Teatro Clásico de Alcudia, en Alicante.

Es cierto que Madrid es otro tipo de público y nos interesa mucho la reacción. Vivimos una etapa difícil, pero no paramos. Tenemos varios espectáculos y dentro de la situación que hay tenemos muy buena acogida y tenemos bastante programación. Estamos contentos en ese sentido, pero siempre que ir demostrando y luchando un poco.

Por eso intentamos abordar al máximo todas las posibilidades escénicas que tenemos como artistas. Para abarcar al mayor público y que si, por ejemplo, una escena de texto no te llega, sí que te pueda llegar la música o la danza.

¿Más de cultura y menos de qué?

Y menos egoísmo. Suena muy cursi, a lo mejor, pero me refiero a ese egoísmo de quedarnos con uno mismo y conformarnos con lo que tenemos cerca, eso me interesa más. Más cultura y más salir, ver, relacionarnos…

Creo que la pandemia, estar en casa, la tecnología… nos han jugado una mala pasada y creo que la gente está ahora como muy encerrada en sí misma.

La cultura te da horizontes, nuevas perspectivas y hay que salir y vivir, porque al final son dos días y en la obra hay una parte que decimos: «La vida son dos días y si me apuras, uno de ellos en pandemia». Por eso hay que vivir y si es con cultura, muchísimo mejor.