Lo que antaño fue sede principal del Circo del Sol en Madrid, hoy se ha reconvertido en un cóctel de lo más picante, acogiendo el regreso de The Hole a la capital. Desde el pasado diez de julio y después de tres años sobre los escenarios, el cabaret más famoso de España vuelve con una versión actualizada.

En este «agujero» desfilan artistas invitados de lo más variopinto, acompañados por maestros de ceremonias muy bizarros. Uno de ellos es el asiduo Álex O’Doherty que se turnará con la actriz Cristina Medina y Manu Badenes.

Acostumbrados a visitar el agujero en teatros como el Calderón, es sorprendente poder disfrutar de este show en todo su esplendor en una carpa de catorce metros de altura. Ya no sufriremos por la limitación de espacio de los números aéreos, o si, quien sabe.

Otra buena noticia es que, hasta el diez de agosto, contaremos con la presencia del rostro más visible del espectáculo: Vinila Von Bismark. Desde que en 2013 entrara en conflicto con el Obispado de Málaga, Vinila ha mantenido su estilo transgresor y libertario por encima de convenciones sociales anticuadas. Bailarina, cantante y Dj, volveremos disfrutar una vez más de su faceta más conocida tras el estreno de su último single, «Come melón, hijo de fruta».

¿Por qué nos atrae tanto el cabaré?

Aunque The Hole sea un espectáculo que no se suele ver por Madrid, lo cierto es que el cabaré es un estilo por el que el ser humano siente predilección.

Estos espectáculos, generalmente nocturnos, nacieron con la Revolución francesa en el siglo XIX. Esta explosión cultural llevó a los bares y teatros a acoger eventos de este tipo. En la actuaciones, de combinaba música con baile, humor, mimos y libertinaje tanto político como sexual. Artistas travestidos se subían al escenario, acompañados de actrices de estilo pin-up como la archiconocida Colette.

Los cabarés también fueron punto de acogida de artistas cantautores que acabaron siendo estrellas de la chanson francesa como Edith Piaf o Serge Gainsbourg.

Aquí en España, el primer cabaré reconocido se abrió en Barcelona en 1899. Se llamaba «El Molino» y estaba situado en el barrio de Pueblo Seco. También era conocido como el Petit Moulin Rouge.

Desde ese pequeño teatro (que todavía sigue activo) hasta el espectáculo que se ha montado con The Hole en Puerta del Ángel ha llovido mucho. Salir del agujero no sólo implica volver a los teatros, también es una llamada a normalizar lo que antes se consideraba oscuro u obsceno.