En épocas como ésta en la que tan importante es lo decorativo como lo funcional. En este siglo donde triunfa el orden y sus gurús, Marie Kondo y Cía, llenan las estanterías con sus consejos. En esta historia de la Humanidad en que la apariencia siempre ha sido fundamental… hoy reivindicamos las cajas, ese elemento contenedor donde habitualmente lo mejor es el contenido, pero… ¿siempre es así?.

Si en un buscador ponemos la palabra «caja», inmediatamente se traduce como Caja de Ahorros…y en segundo lugar como elemento práctico. Lo que sigue es una ristra de webs donde brilla el plástico, el cartón…y algunas cajas con cierta gracia de las grandes marcas con potente posicionamiento en buscadores…

Pero, como todo en la vida, hay paraísos…y también existe un paraíso de las cajas. Un lugar donde encuentras formatos de caja que nunca hubieras sospechado y todas de cartón. Las hay en forma de lingote, de estrella, acabadas en cierre de flor, en espiral, con faja o no, en forma de cucurucho o diseñadas en modo diamante.

Dedicadas a guardar fideos chinos, joyas, cerillas, caramelos, palomitas, camisas, hamburguesas, fofuchas, ramos de flores, cupcakes, botellas, ipads… en su color original pero también en fucsia, turquesa, amarillo…

Cuando te llega la caja soñada a casa la montas tú mismo. Para alguien naturalmente torpe, como yo, es muy gratificante ser capaz de hacerlo. Seguramente es facilísimo para cualquiera, para mi es un reto que consigo realizar y del que me siento madre de la criatura.

El buen rollo que transmite la caja, aún desmontada, comienza cuando llega a casa en un kit que incluye pegamento en roll on…con lo cual asumes que no será complicado… y un puñado de caramelitos. Ese detalle me pareció fundamental para cerrar una experiencia con final feliz o animarte, si acaso te lías en el proceso.

El paraíso del que hablamos se llama self-packaging y la única precaución que hay que tener es que puede convertirse en una práctica adictiva.

Su web es muy completa, te especifica el nivel de dificultad para montar la caja de tus sueños y además incluye un apartado de scrapbooking con todos los complementos imaginables: sellos, cintas, plumas, lacre, pinzas…

La caja tendrá tal personalidad que cuando llegue a su destinatario no necesitará si quiera abrirla. Quizá se corra el riesgo de que el contenido decepcione o, también, que quien la haya montado finalmente se la quede.