A unos seis kilómetros de la frontera con Ucrania, en la aldea de Săpânța, se encuentra este curioso campo santo. La región de Maramures, ubicada al norte de Transilvania, es conocida y visitada sobretodo por sus famosas Iglesias de Madera, que ostentan el título de Patrimonio de la Humanidad. Pero desde 1935, se ha añadido una parada obligada en esta bucólica región, el llamado coloquialmente Cementerio Alegre.

En uno de los países con mayor población rural de la Unión Europea, todavía a día de hoy, encontramos rincones por explorar que muchas veces no tienen la difusión que merecen fuera de sus fronteras. Para poder acceder, se hace casi imprescindible alquilar un vehículo, ya que la red ferrovial y de autobuses es escasa en esta zona.

¿Por qué la denominación de “Cementerio alegre”?

Este sobrenombre, es una paradoja en sí mismo si partimos desde la concepción imperante en Europa y en el catolicismo de la vivencia del duelo y la muerte como algo triste y negativo. En 1935, un escultor llamado Stan Ioan Pătraş, desafió a esta corriente del cristianismo construyendo la primera lápida alegre y colorida del cementerio. En los años 60, llevaba ya más de 800 talladas junto a su discípulo.

Pero estas lápidas no sólo destacan por su gama cromática y su madera de roble. Lo que las diferencia de otros cementerios, además de su estilo kitch, es que todas ellas llevan un grabado personalizado y un epitafio contando en tono humorístico problemas cotidianos o la causa del fallecimiento de la persona allí enterrada.

Todas las inscripciones están escritas en rumano, por lo que es aconsejable que, si desconoces el idioma, vayas con un/a traductor/a o le preguntes a alguien que te encuentres riéndose delante de alguna lápida. La tarifa para entrar ronda el euro y medio y tu contribución ayuda a mantener el campo santo con esos colores tan alegres que le caracterizan, además de financiar la restauración que se hizo de la iglesia que hay en su interior.

*Fotografía de portada: Wikimedia Commons