La disposición de los muebles en tu casa puede influir en tu estado de ánimo. Más allá de que el desorden pueda causar estrés y el orden calma, los colores, los materiales o la luz pueden ayudar a controlar los flujos de energías. El arte del Feng Shui se basa en la ocupación consciente y armónica del espacio para fomentar las buenas energías.

En qué consiste el Feng Shui

El Feng Shui es un sistema filosófico oriental que se entiende como el arte de armonizar un ambiente para favorecer el bienestar. Está basado en la cosmogonía china, la ciencia que trata el origen y la evolución del universo.

Para entender el concepto es importante conocer los pilares sobre los que se construye. El chi es uno de ellos. El chi representa la energía de los objetos y es que según el Feng Shui todo está vivo y todo está relacionado. Lo que significa que hay que tener en cuenta cualquier objeto que tengamos en nuestra casa porque todo acumula y transmite energía.

La manera en la que nosotros enfoquemos y dirijamos esas energías nos puede beneficiar en nuestra salud y en nuestra vida.

¿Te suena la recomendación de no pintar de colores fuertes las habitaciones de los niños traviesos o muy activos? Efectivamente, está relacionado con el Feng Shui.

Los puntos claves del Feng Shui

La filosofía taoísta (de donde procede el Feng Shui) divide el universo en polos opuestos, pero a la vez complementarios. Esta idea, íntimamente relacionada con el yin y yan, nos indica que todo tiene que estar equilibrado. En una casa, los espacios yan son los de vida activa (comedor, salón, cocina…) y los espacios yin son los de tranquilidad y calma (dormitorio, baños…). Es importante que estos lugares nos transmitan estas sensaciones.

Querer alcanzar cierta armonía para crear ambientes tranquilos no significa que todo tenga que ser minimalista. Al contrario, puedes tener una casa más abarrotada si todos los objetos son fieles a tu estilo y te gustan.

¿Qué elementos son importantes? Fuego, agua, tierra, madera y metal son los cinco elementos asociados a los puntos cardinales. Se debe conocer la orientación de la casa para aprovechar el equilibrio según la disposición de las habitaciones, el mobiliario y la decoración. Las plantas y los espejos ayudan a crear ambientes armónicos. El olor también influye así que las velas aromáticas, el incienso o los ambientadores pueden ser unos buenos compañeros. Por ejemplo, si estás estresado, el olor a lavanda te puede ayudar.

La luz es otro de los puntos más importantes. Di adiós a las persianas y a la luz artificial y dale protagonismo a la luz natural. Las piedras también son un buen aliado, cuarzos o amatistas que, aparte de decorar, potencian ciertas sensaciones.

En el Feng Shui también existen algunos trucos relacionados con los colores. Por ejemplo, el azul favorece la comunicación, el naranja un diálogo más vivaz y ayuda a levantar el ánimo. El amarillo favorece la digestión, el turquesa y el verde claro ayudan a relajarse y el beis estimula la actividad intelectual.

Date una vuelta por casa, estudia bien todo lo que tienes, quédate con lo que te gusta y aplica estos pequeños trucos del Feng Shui para conseguir un ambiente zen en todos lados. ¡Ommm!