Diagnóstico de la Civilización
«En algún lugar de alguna selva, alguien comentó: Qué raros son los civilizados. Todos tienen relojes y ninguno tiene tiempo.«

Nos pasamos la vida corriendo, corriendo, corriendo. Nos levantamos pronto para “aprovechar” a hacer cosas antes de salir pitando para ir al trabajo. En el trabajo vamos corriendo, corriendo, corriendo, haciendo 5 cosas a la vez –algo que los expertos han declarado que reduce la eficiencia-, para que nos dé más tiempo. Salimos corriendo a ver si nos da tiempo a hacer dos o tres recados antes de recoger a los niños del colegio para llevarlos corriendo a hacer actividades extraescolares. Hacemos las cosas de la casa corriendo mientras tenemos “un hueco” y preparamos algo rápido para cenar que hay que lavarse los dientes y a acostar que mañana hay que madrugar ¿Le suena esto de algo?

Supuestamente deberíamos tener mucho más tiempo libre que nuestros padres y abuelos. Tenemos máquinas que lavan por nosotros la ropa y la vajilla, que cocinan por nosotros, que nos ayudan a limpiar más rápido. Tenemos medios de transporte que tardan muchísimo menos que hace unos años, incluso podemos pedir que nos traigan a casa las cosas que pedimos.

Entonces, ¿a dónde va todo ese tiempo que supuestamente ganamos? ¿Por qué estamos mucho más estresados que nuestros padres y abuelos cuando ellos tenían más hijos y no tenían todos estos “ahorradores” de tiempo?

Sencillamente, queremos hacer más cosas de las que podemos. Nos cargamos de cosas e intentamos hacerlas lo más aprisa posible para luego, supuestamente, tener tiempo libre y disfrutar de la vida.

Nos cargamos de tareas que creemos que tenemos que hacer cuando lo que deberíamos es hacer justo lo contrario, descargarnos de tareas y reducir nuestra agenda. Sólo así podremos sentirnos más relajados y ganar tiempo, tiempo de calidad, que podremos utilizar para disfrutar de verdad.

Marie Kondo nos enseñó que, para tener nuestra casa ordenada tenemos que tirar lo que ya no necesitamos y/o ya simplemente no nos gusta. Lo mismo pasa con el tiempo, tenemos que deshacernos de las actividades que no necesitamos o ya no nos gustan. Hay que priorizar, desechar para ganar tiempo.

Tenemos que hacernos preguntas del tipo ¿Realmente tengo que apuntar a mi hijo o a mi hija a tantas actividades extraescolares que tenga que ir corriendo durante toda la semana y ellos acaben agotados? O ¿Tengo que ir todos los domingos a comer a casa de mis padres o de mi suegra?

Para tener claro qué hay que priorizar en la lista de tareas hay que tener claro un concepto ¿Quién es la persona más importante para mí? La persona más importante para mí tengo que ser yo mismo, procurar encontrarme bien, lo mejor posible. Si me encuentro sobrecargado de actividades, cansado, sin tiempo libre y estresado, no podré dar la mejor versión de mí a los demás. Si me encuentro tranquilo transmitiré tranquilidad, si me siento alegre transmitiré alegría, si me siento feliz transmitiré felicidad.

Libera tu agenda, busca alguna actividad para ti, que realmente te guste. Deja huecos para los imprevistos, tanto problemas que surjan como oportunidades para disfrutar. Así, poco a poco, irán surgiendo espacios de tiempo para reunirte con las personas a las que quieres, practicar tus aficiones favoritas, ir a algún sitio o simplemente disfrutar de un buen baño o un buen libro, porque, como sabiamente dice el refrán “el tiempo es oro” y disfrutarlo es fundamental para tener una vida plena y satisfactoria.