Cuando pienso en mi infancia, habitualmente me vienen a la cabeza imágenes de la cocina. Barullo, risas, calor, y por supuesto mi abuela. ¿Por qué me pongo tan nostálgica para hablar de utensilios de cocina? Pues porque Le Creuset entró en nuestra casa gracias a mi abuela.

No sé muy bien la historia (ser la pequeña significa que haya muchas tramas familiares que se te escapen) pero supongo que será algo así. Mi abuela tenía una prima que vivía entre San Sebastián y París, quien traía la modernidad a La Rioja cada vez que venía de visita. Esa “coqueta” de acero inoxidable naranja era protagonista cada vez que nos sentábamos a la mesa. Quiero pensar que la gastronomía francesa me gusta tanto por este detalle, o quizá sea una licencia artística para Más de Cultura.

¿Cómo se convierte una marca de menaje del hogar en un icono atemporal de la cocina? Fundada en 1925 en la ciudad francesa de Fresnoy-le-Grand, Le Creuset aprovechó su situación geográfica para sentar las bases de lo que es ahora. Su ubicación en el cruce de las rutas de transporte de hierro, coque y arena, hace que se aproveche para su producción. Le Creuset se caracteriza por una cazuela de color anaranjado, realizada en hierro fundido esmaltado dentro de un crisol. De ahí salió su nombre comercial, ahora conocido en todo el mundo.

Pese a que los productos de Le Creuset siempre han tenido una apariencia clásica (como de toda la vida), han tenido algunas modernizaciones de la mano de diseñadores famosos. También se han abierto al desarrollo de otros elementos del menaje, como foundes o parrillas, siendo las cazuelas o cocottes su buque insignia.

Y es que aunque pase el tiempo, Le Creuset mantiene el acabado manual a sus productos. Además de los métodos estándar del proceso, sus productos se rocían con al menos dos capas de esmalte y durante toda su fabricación, los productos pasan por 12 pasos implementados por 15 pares de manos diferentes (sí, has leído bien). Una manera de garantizar que no haya imperfecciones en el producto que llegue al consumidor.

Cuando a una cocina llega una cocotte de Le Creuset, empieza una nueva era en la gastronomía de esa casa. Porque  Le Creuset es una marca para toda la vida, y si tienes suerte, para más vidas.