Primera regla: cuidado con encariñarse. Es lo que debería aplicar todo amante de los gatos que decida pasarse una tarde por la Gatoteca de Madrid. Este lugar no es solo un «café con gatos», se trata de un proyecto de la Asociación Abriga, que lleva en marcha desde 2014.

El visitante abona el importe de entrada, que le permite coger la bebida que desee y pasar a la estancia para tomarse algo rodeado de estos amigos. Dentro, la única norma es no pasarse de las horas por las que se entra, no cogerles en brazos y no introducir nada de vidrio para no dañarlos con cristal.

Ellos, como están en su casa, decidirán si quieren relacionarse o no, pero es posible jugar con ellos y como cada uno tiene un humor distinto, siempre habrá alguno dispuesto a ser amable.

Las dos plantas de las que se compone la Gatoteca, aseguran un hogar acogedor para estos seres, que además cuentan con unas instalaciones totalmente acondicionadas. Incluso existe una zona especial de descanso a la que los humanos no pueden acceder (también necesitan intimidad si la quieren).

Lo que empezó como un proyecto novedoso, ahora es una actividad muy extendida por todo el mundo. De hecho, el primer «café con gatos» nació en Taiwán en 1998 y el primero de Europa se instauró en Viena en 2012. El líder, Japón. Uno de los países donde mejor funciona.

Y aunque la primera regla se puede incumplir nada más entrar, al tratarse de una asociación, el cliente puede iniciar los trámites de adopción de alguno de los gatos si quiere llevárselo a casa. De hecho, es el objetivo con el que surgió la iniciativa, acoger a un numero de unos 13 gatos e ir acogiendo más al tiempo que los visitantes puedan ir adoptándolos. Simplemente con ir, ya se contribuye pagando la entrada a la manutención de los felinos.

Lamentablemente aunque de todos los que conocí en mi primera visita, York me resultó adorable, cuando uno ya tiene un amigo peludo, es difícil reemplazarlo. En mi caso, el retratado, Neo, que no ha perdido esa mirada desde hace 7 años y al que aún no le he confesado que cuando le echo de menos en Madrid, voy a pasar el rato con otros gatos.