Tanto si eres un aficionado al estudio de la escritura como si te dedicas a ello profesionalmente, habrás observado como a menudo se confunden los términos de corrección ortotipográfica y corrección de estilo. Pues bien, no solo no son dos modelos similares de corrección, sino que a menudo dan lugar a equívocos entre los escritores y correctores.

Corrección Ortotipográfica

Digamos que la manera más superficial de corregir un texto sería aplicando la corrección ortotipográfica que se basa, básicamente en aplicar y ajustar las normas ortográficas de la Real Academia Española al texto. Aspectos formales como las tildes, los signos de puntuación o las formalidades en relación con algunas expresiones son los aspectos por tratar en este tipo de correcciones. La diferencia con otro tipo de correcciones es que el profesional que someta a un texto a esta corrección ortotipográfica no entrará a valorar los aspectos estilísticos del texto y, por lo tanto, no lo modificará según sus gustos.

Este tipo de trabajo suele contar con dos partes. La primera centrada en las faltas de ortografía y la segunda, la que se corresponde con la corrección tipográfica, que significa el uso de comillas, cursivas y negrita en todo el texto. Además, se eliminan espacios sobrantes y se hace una revisión exhaustiva del índice, las citas, la bibliografía y las notas al pie. También se controlan el interlineado y los saltos de página, así como otros aspectos. Pero nunca entrando en los aspectos más creativos del texto o el sentido de éste.

Corrección de estilo

Es precisamente en esa corrección del sentido del texto donde entra en juego la corrección de estilo. El profesional se somete en ese caso a una lectura más global del texto y también a una reflexión sobre su significado y sentido. La función de este tipo de corrección es a ayudar al autor a expresar de una manera más correcta el mensaje. Clarificándolo, en la mayoría de los casos, con el objetivo de hacerlo mucho más comprensible por el lector.

En este tipo de correcciones ya entran en juego otros elementos como el vocabulario, la corrección de los distintos usos del lenguaje o, por ejemplo, eliminar redundancias o vicios habituales de escritura.

De ahí que en este tipo de correcciones se aplique un enfoque más literario. Aspectos como la sintaxis o la expresividad se tratan en esta fase.

Eso sí, en contra de lo que muchos autores puedan pensar, en esta fase se realizan los mínimos cambios, solo los indispensables, para no cambiar demasiado el texto original del autor, simplemente para hacerlo más comprensible. Suelen ser fases en las que el corrector intenta identificar el estilo del autor para respetarlo.

La combinación perfecta para los libros

Como son complementarias, no existe una única forma u orden a la hora de corregir un texto, pero lo recomendado por los expertos es que la corrección ortotipográfica se resuelva antes de la de estilo, para trabajar las formalidades sobre un texto correcto en el sentido más básico de la escritura. Sin embargo, existen profesionales que inician ambas correcciones al mismo tiempo para que se retroalimenten entre ellas.

Su carácter diferenciador es lo que otorga a este tipo de correcciones el poder de convertirse en el tándem perfecto para la correcta corrección de un libro. Puede ocurrir que un autor haya incurrido en numerosos fallos gramaticales a pesar de escribir de una manera correcta formalmente y viceversa, por eso el ejercicio de estas dos correcciones ayudará a que la obra pueda finalizarse de la manera correcta.

Pese a que existe mucho material en internet sobre este asunto, los expertos siguen recomendando el contar con un equipo editorial de profesionales para cualquier tipo de corrección. Abalados en la mayoría de casos por un equipo formado en Lengua y Literatura, garantizan siempre una corrección favorable para la obra.

La propia Real Academia Española pone a disposición del público un fragmento de su manual sobre corrección de textos: Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica que se puede encontrar en su web en formato digital.

Lo recomendable, acudir siempre  diccionarios oficiales de lengua española, a portales de dudas como el Portal lingüistico de la RAE, el Diccionario Panhispánico de dudas o a la Fundación del Español Urgente (Fundéu) que son algunos de los recursos más utilizados y eficientes.