Fotografía: Cecilia Díaz Betz
«No tener la apariencia que se considera correspondiente a cada lugar te puede traer problemas», seguro que les suena familiar. Sobre esas cosas familiares y el imaginario colectivo de nuestra infancia y la madurez versan los textos que nos regala Elisa Victoria en sus libros. Tras el éxito de Vozdevieja (Blackie Books), basada en la infancia audaz y sarcástica de Marina, ahora nos lleva a conocer a Lali en El Evangelio (Blackie Books), en la época bisagra entre la adolescencia y la edad adulta que tendrá que enfrentarse a sus propios prejuicios cuando, por un error de cálculo, acabe dando las prácticas de Educación Infantil en un colegio religioso.
Hablamos con la escritora de aquellos primeros certámenes de escritura en los que el premio eran 30 euros, también de sus referentes y su trabajo para la construcción de los personajes y sus tramas complejas.
Elisa Victoria recomienda…
Los comics de Apa Apa, Autsaider cómics, Ana Galvañ o Sergi Puyol
Clarice Lispector
Fernando Pessoa
John Fante
María Fernanda Ampuero
Mariana Enríquez
Andrea Abreu
Jorge de Cascante
Sabina Urraca
Te conocimos con Vozdevieja, donde había mucho de autobiografía, ¿En qué has cambiado con respecto a la Elisa Victoria de El Evangelio?
Supongo que la manera de cambiar la historia ha sido un poco diferente. El lenguaje ha cambiado un poco porque era lo que pedía el personaje que con Vozdevieja era una niña y, aunque fuese reflexiva, tenía que tener un lenguaje más sencillo, más directo, un pensamiento más limitado, también dentro sus capacidades.
El personaje de El Evangelio, que tiene 20 años, es capaz de tener un hilo mental mucho más intrincado y más crítico y eso me pedía unos textos más largos y elaborados. Eso ha desembocado en una extensión mayor con una trama un poco más compleja.
En cuanto a lo autobiográfico, siempre hay algunas cosas de las que parto por mi experiencia en la niñez, pero ese punto de partida luego se va distorsionando mucho, porque el propio texto te va pidiendo cosas. La vida no tiene la estructura que requiere la literatura.
Me gusta mucho la construcción del diálogo de tus novelas, creo que tiene mucho ritmo y que te mete de lleno en la historia. ¿Cómo trabajas para entrar en las distintas voces en edades tan dispares?
Me resultó más difícil construir la voz de El evangelio. No se si porque era más compleja por el asunto de la edad, pero también porque la etapa joven adulto me resultaba un reto mayor. Habiendo entrado el personaje en el mundo de lleno y teniendo experiencias de relaciones sexuales, salir por la noche… todo ese tipo de cosas yo quería que encajaran bien con una psicología compleja y sensible y que no se quedara en algo superficial.
Que reflejara bien un tipo de juventud más tortuosa o más oscura. Que no fuese quedarse todo en este tipo de juventud que se representa tanto como de aventura, los momentos dorados de la vida, porque no es mi concepto de juventud. Creo que ningún momento de la vida es así, tan fabuloso.
«Construir el personaje, su carácter, como pensaba o se expresaba fue lo que más me costó de la novela»
Los «buenos tiempos» oficiales, no los concibo así en ningún momento. Me resultó más fácil abordar la voz de la niñez porque, en esas limitaciones que tenía a la hora de observar, para mí era más fácil cortar en cierto punto.
Y aquí si que tenía que empantanarme con muchos temas de una forma más profunda. Creo que resulta más sencillo también que una niña resulte entrañable, que sea simpática, que las cosas que le pasan sean en un entorno más seguro. Este personaje de joven adultez que lo está viendo todo te genera más preguntas o dudas. Construir el personaje fue lo que más me costó de la novela, en realidad. Construir su carácter, cómo se expresaba o pensaba.
Hice muchísimas pruebas a mano porque cuando tengo dificultades en el ordenador suelo recurrir a escribir a mano porque me conecta un poco más con la esencia de la escritura. Hice muchísimos ensayos a mano intentando hablar en primera persona como si yo fuese este personaje contando mi vida cotidiana. Un montón de cosas que no han terminado en el libro ni mucho menos, solo intentando encontrar quién era.
Yo sabía lo que quería conseguir, pero de una forma un poco intuitiva vas probando hasta que te encaja. Y luego incluso cuando ya estaba desarrollando la trama a veces lo pulía.
¿Crees que ha evolucionado el aspecto de lo que vulgarmente era considerado una «familia atípica»? ¿Ha habido un salto en este aspecto y en cuanto a su representación?
Supongo que depende del entorno. Hay sitios donde las familias que son un poco «atípicas» aunque sabemos que todas son normales y válidas, pero desde fuera se ve muchas veces así, si que hay cierta apertura.
En los 80 o los 70 una madre soltera o una familia desestructurada de cualquier manera llamaba mucho la atención en el vecindario y todo el mundo lo comentaba o hacía que los niños se sintieran raros.
Creo que habrá entornos donde eso se siga manteniendo pero se ha vuelto un poco más flexible. Ya nadie le da tanta importancia como antes. Creo que eso ha cambiado a mejor.
En ambas novelas hay mucha relación con la Iglesia ¿Cuál es tu conexión real con lo eclesiástico?
Hay fragmentos donde la protagonista sí hace una visión crítica un poco más dura. Que no le parezca limpio el cómo juegan con las mentes de los niños aplicándoles la doctrina, teniendo en cuenta que sus mentes son muy frágiles y se lo dan todo como verdadero sin tener en cuenta que esas cosas son cuestiones de fe.
«no tiene ningún sentido la categoría de literatura femenina»
Pero no es tan sencillo como estar en contra de la Iglesia y punto. Yo puedo comprender una parte de sentimientos religiosos y de cómo la religión en general, todas, están fundamentadas en valores que son positivos. Lo que pasa es que luego todo eso se tergiversa y se vuelve un poco más turbio.
Entran los conceptos de culpa, el concepto de ser observado todo el tiempo y concebir la vida como una especie de prueba. Ahí hay un castigo o un premio. Todas esas cosas son un poco trastornadoras, creo. Inculcárselas a niños como si fuesen la verdad absoluta es bastante peliagudo y puede llevar a procesos de desengaño largos y un poco difíciles.
Aún así no quería entrar desde el principio con una protagonista que no sabe nada de la Iglesia y llega a un colegio de monjas donde son todas muy malas y el catolicismo es terrible. Eso tenía muy poca capa, porque también depende mucho de la persona.
Resulta que le toca una monja que tiene un carácter, de hecho, más amable que la tutora que conoció en el colegio anterior que era público y laico. Quería darle más complejidad al asunto, partes de contrariedad ante las costumbres y conceptos de la Iglesia y el choque que causa ver a los niños tan pequeños rezando todas las mañanas. Pero que no fuese tampoco demonizarlo todo tan directamente porque tiene sus aristas y también hay buenas personas dentro de la organización. Eso te lleva a pensar que aunque sean buenas personas, la trampa no deja de estar ahí. Hay mucho para darle vueltas al tema.
Me molesta mucho lo de que te cataloguen como “literatura femenina” ¿A ti no?
(Risas) Sí, bueno, no tiene ningún sentido la categoría de literatura femenina. Por suerte deja de estar el estante en las librerías de «Literatura escrita por mujeres». Eso por lo menos ya no está, pero sigue estando mucho esa idea de una chica que tiene personajes femeninos y por eso ya es literatura femenina.
Es absolutamente absurdo porque a nadie se le ocurre que un escritor que tenga unos cuantos personajes masculinos y que sean los principales en la historia, esté escribiendo literatura masculina. Eso es literatura y punto. Universal, está hablando del ser humano.
Yo aspiro a hablar del ser humano, también tengo personajes masculinos, tengo niños, niñas y monjas, yo que sé (risas). Es un poco doloroso que se te catalogue ahí y se te ponga en un saco cuando la literatura femenina no existe, de entrada, y es tan diferente lo que podemos estar escribiendo todas las escritoras como lo que escriben todos los escritores.
No por ser escritores tienen algo en común. Cada uno está desarrollando algo propio y que. a la vez. aspira a ser universal de alguna manera, que se pueda leer desde cualquier perspectiva y sea comprendido.
Que haya gente que además infravalora un poco esa sección femenina, que ya injustamente está siendo catalogada, porque la considera de menor categoría, esas cosas son dolorosas y bastante injustas, la verdad. Espero que eso esté reduciéndose. Creo que cada vez hay más gente abierta a leerlo como lee cualquier cosa y que con el tiempo esa etiqueta se disipará por completo.
A veces cuando uno escribe cuesta decir “está terminado”. ¿Cuándo sabes que has terminado una novela?
Ya… a veces se dice que si no tuviéramos plazos de entrega no acabaríamos nunca porque estarías retocando y retocando eternamente y nunca te resultaría del todo satisfactorio. Llega un momento en que la agenda editorial tiene un gran peso. Tiene su lado bueno y malo. El bueno es que en algún momento tienes que forzarte a terminarlo porque si no puedes tener una obra inacabada para siempre.
Bueno, si eres una persona rica que se dedica a la contemplación pues puedes permitirte tener una obra inacabada para los restos y no pasa nada, pero en la posición en la que me veo yo y nos vemos todas las personas que conozco y que escriben, necesitamos que haya movimiento y que eso vaya generando. Construir una carrera de alguna manera y tratar de que sea productiva.
Durante el 2020 pasé etapas de encierro muy intensivo de escritura con la idea de alcanzar el plazo previsto y por otro lado fue un momento bastante feliz para mí. De experiencia de escritura y también a nivel personal porque fue muy interesante estar tantísimas horas sin descanso y contacto social. Es dedicarte solo a eso, que es algo que se te da bien y que te gusta hacer, y lo disfruté mucho. Hay que forzarse y los últimos días son ya de correcciones muy con los nervios y te da un poco de vértigo.
¿Recuerdas lo primero que escribiste fuera del cuaderno para los demás?
¿De mi vida? Bueno, cuando era pequeña le enseñé algunos cuentos muy breves que había escrito a mi madre, a mi abuela… y bueno, su respuesta fue muy positiva y eso me animó.
Pero supongo que con un poco más de público me empecé a presentar a los concursos del instituto de cuentos de la semana cultural. Daban 30 euros que a mi me venían muy bien porque a esa edad te marca y al empezar a ganarlos todos, eso me llenaba de satisfacción, sobre todo por lo 30 euros.
Luego a los 24 abrí un blog en el que empecé a colgar textos sueltos que muchos de ellos acabaron en mi primer libro, el que salió en 2013 (Porn & Pains) con Esto no es Berlín. Supongo que el blog podría ser oficialmente lo primero que enseñé ya siendo adulta con una intención de construir un estilo y un poco más de pretensión.
¿Y qué lee Elisa Victoria?
Claro, es que me gustan un montón de cosas. Lo primero que se me ocurre es el cómic independiente que es mi gran pasión. Desde los 70, todo lo que se ha ido publicando a día de hoy podría resaltar Ana Galvañ, Sergi Puyol, me gusta mucho el catálogo de Apa Apa, el de Autsaider cómics… me gusta estar al tanto del mundo fanzinero.
Me fascina mucho Clarice Lispector, Fernando Pessoa siempre ha sido un gran referente para mí. Los principios del realismo sucio han tenido mucha influencia también en mi John Fante y tengo que reconocer que Charles Bukowski también, aunque sea un personaje que cae un poco antipático pero es verdad que siempre le he guardado un cariño porque lo leí muy joven y me abrió camino.
La literatura rusa me interesa mucho y actualmente estoy muy pendiente de lo que saca María Fernanda Ampuero, que me parece muy brillante y expresivo su estilo y me apela muy profundamente su uso del terror para representar cómo es de verdad el mundo de una manera más gráfica. Mariana Enríquez, Andrea Abreu con Panza de Burro, Jorge de Cascante y el último libro de Sabina Urraca me ha causado un gran impacto. Así en general te digo unos cuantos.
He leído por ahí que te gustaría escribir algo de terror. Sin embargo, creo que la figura del miedo ya está muy presente en tus personajes.
Algún coqueteo he tenido ya, es verdad, con el tempo que tiene el terror y alguna pequeña alucinación transitoria que le introduzco a los personajes. La niña de Vozdevieja tenía una tendencia a la oscuridad y a tener pensamientos intrusivos. Cuando se quedaba sola se le volvía un poco densa la experiencia.
En El Evangelio llega un poco más allá en muchos pasajes y me siento muy cómoda en ese terreno. Mi tendencia es también un poco oscura, me interesa mucho como lectora la literatura de terror y me interesa también el cine de terror y supongo que como me influye y me identifico mucho con ese punto de vista, se ha ido acercando el momento de que pruebe más a fondo con ese género que creo que va a ser muy divertido.
Porque aparte me parece un género muy divertido porque tiene mucha emoción, muchas posibilidades fantásticas y te da mucha adrenalina. Creo que me lo podría pasar bien y que podría estar cómoda.
¿Más de cultura y menos de qué?
(Risas) Y menos de caza y pesca.
Deja tu comentario