La concepción habitual acerca de la vejez tiene mucho de utilitarista. El capitalismo en el que vivimos lo dicta así. Las personas mayores ya no contribuyen a generar riqueza material, por tanto se suelen arrinconar, olvidar en las residencias y finalmente despedirlas. Sin embargo olvidamos que en el mejor de los casos, los abuelos se rebelan ante esto, recuerden las manifestaciones continuadas y enérgicas por la protección de sus pensiones ante el gobierno a principios de este año. Así, quienes afortunadamente rigen, siempre reivindicarán el respeto y la dignidad que merecen.

La moda de los días D llega también al sábado 15 de junio. Hoy se conmemora el Día Mundial de la toma de conciencia de abuso y maltrato en la vejez. En ocasiones ese abuso y maltrato es cruelmente flagrante, en otras el desprecio, el olvido, la dejadez también hacen mella en unas personas que simplemente cumplen años junto a los inconvenientes del inevitable deterioro físico y mental.

Olvidamos que al mirar a un anciano estamos observando nuestro futuro. Como tantas otras obviedades, ésta también la consideramos tan lejana que rara vez nos paramos a pensarla.

Existe variada literatura donde las personas mayores son las protagonistas y donde reivindican su derecho a vivir con plenitud y acorde a su propia y legítima libertad… «El amor en los tiempos del cólera» (García Márquez), «El viejo y el mar» (Hemingway), «El abuelo» (Pérez Galdós), pero hoy quiero visibilizar la publicada en 2012, la que consiguió convertirse en éxito de crítica, ventas y además fue llevada al cine: «El abuelo que saltó por la ventana y se largó».

Esta novela del autor sueco Jonas Jonasson está protagonizada por un señor que a punto de cumplir 100 años y viendo que se le avecina una serie de celebraciones y honores, de los que abomina, decide escaparse de la residencia donde vive y largarse al único lugar donde puede pasar desapercibido: una estación de autobuses. A partir de ahí la peripecia está servida.

El recorrido del personaje principal de esta novela, Allan Karlsson, un hombre con una personalidad arrolladora y una trayectoria vital increíble -en ocasiones literalmente- es deseable, imitable, tanto como su empeño a no renunciar al placer de vivir. Qué le tienen que decir a punto de cumplir 100 años y haber vivido de todo… Por favor dejémosles en paz y, si acaso, mejor escuchemos lo que ellos nos tengan que decir, nos irá mejor a todos.