• Porque la novela de Elisabeth Strout consiguió el Premio Pulitzer (a la mejor novela americana de 2008), el Premio Libreter, el Premio Bacarella y el Premio Mondello.

• Porque la recomiendan Elvira Lindo y Fernando Aramburu.

• Porque con su estreno en 2014 consiguió ocho premios Emmy, incluyendo el de mejor serie limitada.

• Porque no se me ocurre mejor persona para interpretar a la protagonista principal que Francesc McDormand, después de su soberbia interpretación en “Tres anuncios en las afueras”.

• Porque, sobre todo, sobre todo, hay que conocer el mal, el lado oscuro de la vida, las sombras del ser humano.

En el bazar de El Cairo no ponen a nadie al cuidado de los libros, dicen que: “los que roban no leen y los que leen no roban”.

Un escritor es, antes de nada, un voraz lector. Es tan difícil encontrar a buenos escritores que nos muestren y nos cuenten sobre el mal.

Yo me considero una buena persona, positiva y optimista por naturaleza, aunque, no siempre lo soy claro, pero digamos que ese es mi estado natural. Sin embargo siempre me han atraído las novelas, ensayos o cualquier tipo de escrito que me muestre el mal, que me enseñe sobre él. El mal, aquello que considero tan alejado de mí, aunque seguramente no lo sea tanto.

He leído con gran interés y entusiasmo tanto “El príncipe” de Maquiavelo como prácticamente toda la obra de Nietzsche, el autor cuya obra cumbre fue “Así habló Zaratrusta”. Algunos dijeron que era el libro de cabecera de Hitler, aunque parece ser que no es cierto.

Ahora me encuentro con este desgarrador libro entre las manos. Es duro de leer, es duro que te hablen en primera persona de los celos, la envidia, la desconfianza, el miedo, la inseguridad, el deterioro físico y psicológico, las adicciones, las pasiones no vividas, los amores no llevados a cabo, las adicciones y que te lleven por un amplio recorrido a través de las zonas oscuras de la psique humana.

Es necesario confrontarse de vez en cuando con esa parte que procuramos tener alejada de nosotros mismos, a pesar de los grandes esfuerzos que realizan los mass media por ponérnosla cada día delante de nuestras narices.

Es necesario saber que hay gente malvada, gente con problemas y carencias, que desahoga sus frustraciones causando el mal a los demás.

Pero también, en un plano más profundo y de superación, es necesario reconocer las zonas oscuras que hay en nosotros mismos para conocernos mejor, aceptarnos y poder vivir en paz con nosotros mismos y con los demás.

Puede incluso que algunas personas, con un grado superior de bondad y sabiduría, puedan llegar a comprender y desarrollar empatía hacia las zonas oscuras de otras personas y, una vez que hayan aceptado y trabajado las suyas, puedan aceptar y trabajar con las de otros para mitigar la maldad que se encuentra en su proximidad, mejorando considerablemente el clima a su alrededor.

Hace poco leí que un terapeuta decía que sin afecto no hay curación, que, lo que realmente cura, es el afecto.