“El herbario es un muestrario del mundo. Recurso de las horas del tedio, abro un envoltorio al azar. En cada envoltorio está el mundo. Cuando un lugar me gusta demasiado para que acariciarlo me satisfaga, a engañar al imposible deseo de una mayor comunión con él me ayuda una fantasía casi científica: un aerostato en lugar de alas, que compense el peso del cuerpo, hacerme leve gracias a él, como se dice que estaremos en la atmósfera de la luna».

Este magnífico fragmento corresponde a Camillo Sbarbaro, un apasionado de la botánica en general y de los líquenes en particular. Su mirada hacia el mundo quedó filtrada a través de estos microorganismos y el vehículo que utilizó para hablar de todo esto, fue la poesía.

Nos encontramos, así, ante un original artista que marcó un antes y un después en la poesía del siglo XX, llegando incluso a convertirse en importante influencia del posterior nobel de literatura Eugenio Montale.

Su pasión por los líquenes le llevó a una convencida actitud vital que tuvo que ver con la sencillez y ausencia de ruido. Asceta y más bien solitario, no fue poeta de gran retórica, todo lo contrario. Al igual que el liquen, que sólo con su humilde presencia indica que nos encontramos en un lugar donde el aire es limpio, la poesía de Sbarbaro es, ni más ni menos, que un canto de vuelta a la naturaleza. En definitiva, una llamada para disfrutar «con las palmas extendidas sobre la hierba / casi alegres de existir solo para eso”.

Camillo Sbarbaro recolectó y elaboró un inventario con 127 nuevas especies de líquenes para la ciencia. Muchas de estas muestras catalogadas por él, se encuentran en museos botánicos e importantes universidades europeas y americanas. Aunque su más importante colección fue donada por él mismo al Museo de Historia Natural de Génova.

Su vocación poética trascendió de todos modos esta dedicación científica. Los líquenes para un poeta como él eran mucho más que microorganismos, él los veía como la esencia de los lugares de donde procedían, se convirtió, finalmente, en un modo de observar distintos lugares del planeta. De ahí el comienzo de la prosa que encabeza este artículo «El herbario es un muestrario del mundo…».

La editorial Igitur propone Piannisimo y Líquenes. Maravilloso título que recoge la poesía de este autor italiano que dijo de sí mismo: “…treinta años de investigación, ciento veintisiete especies nuevas para la ciencia. También yo le he echado una mano al inventario del mundo”.

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Camillo Sbarbaro

Editorial Igitur

128 páginas.