No es la primera vez que en estas páginas reflexionamos sobre lo que la música tiene que decir. Creadas en un momento concreto, las canciones tienen la fuerza de perdurar en el tiempo con su mensaje. A menudo esta reflexión se traslada a un proyecto documental que sigue a esos creadores. En el caso de Les Resilients, las protagonistas son Roba Estesa, Tribade, Sey Sisters y Clara Peya. Tienen estilos y discursos diferentes, pero todas tienen algo que decir sobre la escena musical feminista.

Cristina Madrid trabaja para la productora Clack y desde allí están poniendo en marcha una campaña crowdfunding para levantar el documental Les Resilients. A través de bandos mayoritariamente formados por mujeres, hay una parte de la escena musical feminista que se ha generado en pleno contexto de las tensiones entre Cataluña y España.

Cristina nos cuenta que ya desde pequeña se imponía a su padre soñando con profesiones para las que la mujer aún no había obtenido acceso, a veces preferiría la ignorancia, pero cita a Irantzu Varela para recordarnos que «ser feminista por moda no puede ser porque una vez eres feminista ya no hay marcha atrás».

Una entrevista revolucionariamente interesante para Más de Cultura.

¿Por qué Roba Estesa, Tribade, Sey Sisters y Clara Peya?

Desde la productora teníamos muy claro que queríamos hacer un documental feminista que mostrara la escena musical feminista, descubrir si es que ésta existe.

Había diferentes maneras de hacerlo, al final optamos por hacer un retrato de cuatro grupos locales catalanes.

Mi idea en un principio era hacer un retrato más amplio a nivel español pero al final nos dimos cuenta de que siempre conoces mejor tu territorio.

Cuanto más local lo haces, más conoces el territorio y las dinámicas. Si quisiera hacer un documental a nivel europeo habría muchas cosas que se me escaparían. También por un tema de presupuesto. Al final acababa mandando.

Por eso decidimos que íbamos a centrarnos más en el tema de ir a indagar y conocer en persona a cuatro ejemplos de una escena que, a priori, no tienen nada que ver entre ellas.

A nivel de género musical no tienen nada que ver, son cuatro circuitos completamente diferentes. En cambio, a través del documental te das cuenta, a medida que las vas conociendo, que lo que sí que tienen en común es el mensaje que transmiten encima de los escenarios, en su día a día y en la lucha diaria que hacen de intentar visibilizar y crear referentes de mujeres encima de los escenarios.

Como regidora en festivales ya tenías conocimiento del panorama musical…

Claro, yo me dedico a la producción desde hace cuatro o 5 años. Empecé haciendo producción teatral y ahora ya llevo casi tres años haciendo producción audiovisual.

Cuando fui a dirigir mi primer documental, mi familia y mis amigos siempre me preguntaban sobre el tema y cuando les decía que era un documental sobre música feminista me miraban y decían: «no podía ser de otra manera».

«las mujeres tenemos más dificultades por el simple hecho de la presión social, lo que se espera de nosotras, la falta de referentes»

Al final, las dos ramas a las que me dedico son la producción audiovisual y la otra la regidoría de escenarios y producción artística de festivales. A montar eventos.

Por eso era algo muy orgánico y muy natural. Explicar historias que al final, cuanto más las conoces, mejor las puedes explicar.

La producción es un campo en el que como mujer tienes que dar más explicaciones…

Es un tema social. Es evidente que las mujeres tenemos más dificultades por el simple hecho de la presión social, de lo que se espera de nosotras, de la falta de referentes… al final todo es crear referentes.

Mi padre es bombero y yo cuando era pequeña decía: «yo quiero ser bombera» y mi padre me decía: «pero si no hay bomberas mujeres» y yo decía: «bueno, pues yo voy a ser la primera».

Al final si te dedicas al campo de la música o si quieres ser política o directiva de una empresa, o bien no tienes referentes, o bien para llegar ahí tienes que renunciar a muchas cosas. Y luego, una vez accedes, tienes que estar demostrando constantemente que eres buena.

He leído por ahí que te consideras una feministfreak ¿cómo se define esto?

(Risas) Cuando era adolescente mi madre me regaló un libro que se llamaba «El diario lila de Carlota» de Gemma Lienas.

La verdad que no se hace cuánto empecé a leer teoría política feminista y desde entonces es como que parece que sólo leo de eso. Hace poco me fui de vacaciones y creo que han sido los dos primeros libros en años que me he leído que no eran de política feminista.

También está el cansancio de ser la típica amiga pesada feminista que está constantemente mirando mal a la gente.

A veces pienso que quizá estaría bien seguir en la ignorancia y pasar por alto algunas situaciones pero una vez te metes dentro… Es como cuando te dicen que el feminismo es una moda. Oí decir a Irantzu Varela que «ser feminista por moda no puede ser porque una vez eres feminista ya no hay marcha atrás».

Al final, ¿la música sirve para remover conciencias? 

La reflexión que hago es que te das cuenta de la necesidad real de escuchar este tipo de discurso.

Estamos haciendo un documental sobre música feminista y si hay tanta gente que tiene interés en el proyecto, toda la difusión que está habiendo, el movimiento por redes, el interés que tiene la prensa de conocer el proyecto, es porque al al final hay ganas de saber qué es lo que tienen que explicar ellas. Porque es un retrato del momento.

A mí lo que más me interesa de este proyecto es que se abra un debate. Que se hable de esto. Al final si incomoda o no a una parte u otra de la población lo importante es que sepamos por qué. Para poder hablar sobre el tema.