Cuántas veces nos han dicho que la carrera de periodismo no sirve para nada, que se saca con la gorra, que no vas a tener salidas… Algo de realidad hay en esas afirmaciones, no os voy a mentir, pero también se aprenden cosas útiles para el día a día. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, el flujo de información que pasa por nuestro cerebro se incrementa exponencialmente si pasamos más tiempo en Twitter, leyendo noticias, viendo stories de Instagram… Y cuántas veces nos han entrado ganas de estrangular digitalmente a algunos usuarios (o bots) mal informados. A los que atendíamos en las clases de periodismo ya os digo yo que muchísimas.

Es por esta razón, que me veo en la obligación de compartir con vosotros un poquito de información útil de la carrera de Periodismo. Para que podáis hacer frente a todos esos ineptos que campan a sus anchas en Internet. Muchas veces los políticos, los medios de comunicación, o los listillos de Twitter intentan «colarnos» un razonamiento aparentemente lógico pero que flaquea por todos los lados, lo que viene siendo una falacia.

Aristóteles, que era una persona muy inteligente, recogió una lista de falacias que a día de hoy se siguen utilizando. A continuación os mostramos las más habituales:

Falacia ad hominem

Cuando en lugar de impugnar los argumentos del oponente se ataca a su persona en base a alguna de sus características individuales. Es decir, cuando tu oponente utiliza un asunto personal fuera de contexto para atacar y descalificarte, eludiendo el tema que se está debatiendo. Esta falacia es muy común en los comentarios de Facebook cuando entras al trapo con algún comentario y los ánimos se empiezan a caldear.

Falacia tu quoque (Y tú más)

Típica en las polémicas de corrupción política. Responder a la crítica con una crítica, tachar al contrincante de incoherente porque en su partido existe lo mismo que él condena.

Falacia de falsa oposición o del falso dilema

Consiste en llevar un debate a punto muerto planteando una posición dogmática. Es decir, plantear que un problema es blanco o negro y que no hay alternativas posibles. Un ejemplo muy claro es el de llamar terroristas a los que pactan con terroristas.

Falacia pragmática (de las consecuencias)

Afirmamos que algo es correcto o incorrecto en función de las consecuencias que vengan después para nosotros. Por ejemplo, en un gran medio de comunicación si llega una noticia de contenido polémico se trata de una forma u otra en función de lo que les venga mejor como empresa. Es decir, que si su mayor accionista es un banco o una petrolera, por ejemplo, no van a dar noticias que puedan perjudicarle directamente.

Falacia ad populum

Esta es mi favorita. La de «no es posible que todo el mundo esté equivocado». Como es la opinión más extendida ya es válida, la llamada «autoridad del pueblo».

Los eufemismos, las analogías falaces o generalizaciones, también están a la orden del día y además de estudiarse en gramática también son recursos válidos para rebatir en una tertulia. Si estas navidades quieres ponerle los mofletes colorados a algún familiar listillo, te recomiendo encarecidamente la lectura de Aristóteles o de otras publicaciones más modernas como Falacias y argumentación de Lilian Bermejo Luque.