Estas vacaciones he estado rodeada de niños. He podido comprobar que los más pequeños vienen con un widget ya instalado de serie, el de manejar todo tipo de dispositivos electrónicos con gran desenvoltura.

Está claro que son nativos digitales, que ven a Pocoyo en Youtube, y que con sus manitas juegan desde bien pequeños en pantallas táctiles. Recuerdo hace un par de años un estudio que decía que el 19% de los niños con edades comprendidas entre 2 y 5 años son capaces de jugar con un smarthphone, mientras que los que eran capaces de atarse los cordones tan sólo eran el 9%. Curioso estudio y curiosa realidad.

Pero no sólo eso, sino que este panorama electrónico viene unido a un paisaje en el que Internet se vuelve protagonista. Si cuando nosotros éramos pequeños pedíamos hasta hartarnos que nos compraran el disco de nuestro cantante favorito o que nos dejaran salir hasta un poco más tarde, ahora los niños tienen otra cantinela, por ejemplo “quiero abrirme un Tuenti” o “déjame tener Facebook”.

Aquí nos enfrentamos con algún que otro problema. El primero, ¿es esta red adecuada para su edad? Hay que recordar que en España, para acceder a las redes sociales hay que tener más de 14 años (excepto para las específicas para público infantil). Las redes sociales ven que tienen dificultades para corroborar la edad del usuario, algunas como Tuenti, sí que permite a menores de 14 años acceder siempre y cuando haya un consentimiento paterno. Hay que tener cuidado en eso de incumplir la ley de edad, ya que este comportamiento no es beneficioso para ninguna de las partes.

Una de las premisas que hay que tener en consideración es que hay que informarse del tipo de red social en la que el joven se está registrando. Así analizar las actividades que en ella se realizan, las relaciones que se pueden crear, la privacidad… Hay redes sociales que son específicas para niños, con unos valores y misión acorde con esa edad, pero hay otras que las herramientas con las que se puede interactuar pueden traer algún quebradero de cabeza. Por eso, lo mejor será siempre estar al tanto y adelantarse.

Y el tercer y último punto sobre las redes sociales y los jóvenes está vinculado con el negocio de la propia red social. Las modas son pasajeras, pero esta brevedad se acusa más cuando estamos hablando de niños. Siempre hay algo novedoso, una red social nueva, sin un control previo o información que manejar, y en la que los chavales quieren entrar. Por ejemplo, los jóvenes ven que Facebook no es su lugar, ya que sus amigos no están allí o sí que están, pero también están adultos con los que no les interesa relacionarse. Un problema para la supervivencia del negocio.

Igual que el mercado offline intenta convencer a los niños de sus productos y convertirlos en clientes, las redes sociales deberían hacer lo mismo… LinkedIn lo acaba de hacer, con el lanzamiento de las páginas de universidades. Esto conlleva a aceptar solicitudes de jóvenes, y hacer crecer su espectro. No sabemos si es una acción que dará beneficios, lo que sí que se trata de una apuesta de futuro, y nunca mejor dicho.

La vida en las redes sociales es una realidad, y las ganas de pertenecer a ellas de los más jóvenes es un hecho. Mejor que prohibir su uso a los más pequeños es interesarse, controlarla y hacer que aprendan y aprendamos juntos.