“Ya no eres el mismo. Has cambiado”. Pues sí, esta frase tan melodramática es real aunque te niegues a aceptarlo. No nos vamos a meter en cómo ha cambiado tu vida en lo personal, tan sólo vamos a analizar cómo hemos cambiado como consumidor.

Ya no compramos igual que nuestros abuelos, pero es que tampoco compramos igual que hace unos años. No sabemos si la “culpa” es del mercado (que se ha expandido, contraído, estirado, modificado, dado la vuelta,…) o nuestra a la hora de acercarnos a los productos (gracias a las innovaciones tecnológicas), pero las reglas de juego han cambiado.

No es posible escribir un post sin hablar de la economía y este no iba a ser menos. Y es que el momento económico actual ha hecho que también cambien algunos de los eslabones de la cadena. Como por ejemplo el aumento de las marcas blancas que inundan nuestros carros de la compra abaratando el coste y que era casi impensable para generaciones anteriores. Como también era impensable encontrar los chollos y ofertas que se pueden encontrar actualmente en cualquier tipo de servicio o artículo.

A raíz de estos chollos están las compras sociales o colectivas, es decir, aquellas que consiguen un abultado descuento siempre y cuando se llegue un número de compradores. Como una ley de la oferta y la demanda pero a lo bestia. No hace falta decir el nombre de algunas de estas empresas. Y todo ello gracias a Internet.

¿Es posible la vida sin Internet? La red también nos ha ayudado a localizar productos, servicios o marcas que no sabíamos que existían. ¿Sabías que los correos que más se comparten son aquellos que contienen ofertas o promociones? Somos animales sociales, por lo que los negocios deben ayudarnos a serlo.

Por todo ello, los negocios locales y las PYMES deben dar el paso. Estamos en la era del SOLOMO (Social, Local y Móvil) y gran parte de la culpa la tienen los teléfonos móviles desde los que accedemos a las webs, actualizamos nuestro Facebook o compramos las entradas para ir al cine. Los negocios tienen que entender que el movimiento se debe dar hacia los servicios integrados. Que el usuario obtenga los mismos valores tanto offline como online. Si en un negocio se da el trato personalizado de toda la vida, por supuesto que hay que hacerlo en Internet.

Pero no sólo eso, los consumidores notan si existe esa diferencia de trato, que enfada y contribuye a que cambie relación que se mantiene con las marcas y empresas. Ahora es más fácil que antes contactar con la empresa por medio de sus páginas en las redes sociales, o mandando un correo. Los clientes pueden decir que les ha encantado nuestro producto, o comentar que han recibido un mal servicio. Si un negocio está presente en Internet crea una relación con los usuarios, abre un nuevo canal de atención al cliente, allí donde esté.

El consumidor habrá cambiado, pero lo más importante es que los negocios también se atrevan a cambiar con él.