Sí, ¿por qué? ¿Por qué nos enfrentamos casi a diario a este folio en blanco digital? ¿Por qué plantemos un tema que desarrollamos hasta que las palabras están todas bien en su sitio? ¿Por qué nos apasionamos con un tema como si no hubiera mañana? ¿Por qué tenemos esa manía de soltar un “esto para el blog” cuando vivimos cualquier situación cotidiana? Pues no, no sé la respuesta. Lo siento.

Lo que sí os puedo contar es por qué escribo yo. Obviamente no es una respuesta universal, pero estoy casi convencida que alguna de mis razones pueden generalizarse. Así que allá voy.

Escribimos para provocar emociones. Porque las emociones son lo que nos mueve, los sentimientos manejan el mundo. Todos tenemos una historia (o varias), y a todos nos gusta que nos cuenten historias. ¿Por qué sino existen las fábulas y los cuentos? Porque las personas entendemos mejor los conceptos si los convertimos en una situación de Planteamiento – Nudo – Desenlace. Nos vemos reflejados, o nos espanta, pero siempre, siempre, siempre, una historia atrapa.

Escribimos para conseguir resultados. Ya puede ser para conseguir visibilidad, para tener apoyo, o para contar nuestra manera de ver la vida. Toda escritura tiene unos objetivos. ¿Acaso no tenía Cyrano de Bergerac un propósito con sus cartas? Pero además, cuando se escribe de manera profesional, siendo la voz de una empresa, es importante tener en cuenta que también tenemos que conseguir unos resultados. En este caso puede que sea la credibilidad de la marca, mostrar la profesionalidad y buena reputación o incluso hacernos amigos de Google. Que no nos nuble la vista, escribimos para conseguir algo.

Escribimos porque nos gusta conversar (y alguien tiene que decir la primera palabra). Hablar, conversar, charlar, dialogar o incluso echar una parrafada de vez en cuando. Gracias a Internet, se ha abierto de manera inmensa las posibilidades de charlar con gente que de otra forma era imposible. Cuando escribes un blog cuentas una historia, pero cuando se “hace grande” es cuando otra persona te lo comenta, explica por qué está en contra o le inspira para hacer algo. La conversación y retroalimentación es fundamental.

Escribimos porque hemos encontrado nuestro espacio. No es algo relacionado con la propiedad, no es un espacio mío y de nadie más, es algo mucho más global. Un espacio que compartir y conversar (como ya he explicado). Un lugar en el que tiene sentido explicar una cosa súper específica que oficialmente a nadie interesa pero que en Internet seguro que hay alguien que sí que quiere saber al respecto.

Escribimos porque al fin y al cabo, nos gusta escribir. Y es que la metodología de pensar un tema, analizarlo, ponernos en la piel de la empresa (si es el caso), elegir un título con gancho y escoger una imagen para ilustrar todo ello no nos cuesta si lo haces porque sientes una pasión por la escritura.

Podría seguir argumentando, y seguro que cada uno puede dar sus propias razones, pero aquí están las mías. Ahora sólo queda que tú que estás leyendo esto sigas dándole sentido a mis líneas paralelas y te pronuncies sobre qué te ha parecido. ¿Te atreves?