Continuando con el artículo de la semana pasada nos hemos propuesto defender nuestra tesis de que este pequeño municipio toledano es, probablemente, uno  de los pueblos donde mejores alimentos se pueden encontrar en toda España.

En el artículo anterior hicimos un repaso al aceite de oliva, el mazapán y el cocido como algunos de sus productos estrella. Lo puedes leer aquí.

Sin embargo, no acaban ahí, ni mucho menos, las numerosas bondades gastronómicas que nos podemos encontrar en esta localidad.

4. Pisto y tomates

Por supuesto, tratándose de la región en la que estamos, no podía faltar aquí el famoso Pisto manchego.

Recuerdo una ocasión en que una amiga mía preparó un pisto en 20 minutos con ayuda de una picadora, en ese tiempo ya lo tenía cocinado y servido en el plato.

Eso nunca, nunca, se habría considerado un pisto en este pueblo. No se habrían molestado ni siquiera en criticarlo, hubiera sido gastar saliva por algo nimio. Para dignarse a criticar un pisto,  para empezar a buscarle fallos, para demostrar que no está a la altura, el pisto ha debido estar cociendo a fuego lento como mínimo durante dos horas.

A partir de ahí es cuando se empiezan a buscar concienzudamente los errores: que si tenía que haber cocido media hora más, que si no le has puesto berenjena, que si el calabacín lo tenías que haber picado un poco más fino… Y como alguien haya tenido la ocurrencia de añadir una pizca de tomate frito para unificar el color, eso ya “No es pisto”. Tal es el nivel de exigencia.

El pisto navalmoraleño alberga otro secreto para ser tan excepcional aparte de haber estado cociendo unas tres horas a fuego lento. Además de hacerse con productos de las huertas del propio pueblo, totalmente naturales, y haberse frito en aceite de oliva virgen extra de excepcional calidad. El secreto de este pisto es el tomate.

Yo soy un enamorado del tomate, en invierno a pesar de su elevado precio y baja calidad no puedo prescindir de él. Me atiborro a ensaladas, gazpachos, pistos, salmorejos, tostadas de tomate, etc. El tomate que se da en este pueblo es un tomate especial, aunque el pisto también sale muy rico con tomate de pera de las huertas locales y hay gente que lo utiliza para ello, pero aquí hay un tomate único que nunca jamás he visto en cualquier otro lugar.

Es un tomate diferente, con un color y un sabor especial. El único que he visto que se le parece un poco es uno que  encontré hace un par de años en la sección gourmet de algunos grandes almacenes y supermercados, que cuesta unos 5 € el kilo y que se anuncia como “tomate rosa”. Es similar en cuanto a la forma y el color pero les aseguro que bastante inferior en cuanto a sabor.

Si vienen a este pueblo en verano, además de comerse un buen pisto, les recomiendo que no se priven de deleitarse con un gazpacho o con una ensalada cominera. Ésta última, aunque sencilla, es algo especial que quizá no hayan probado y que les puede proporcionar una experiencia sensorial para recordar.

5. Migas de pan

“Si buenas migas quieres hacer, la mano te ha de doler” Dicho popular.

La elaboración de este plato comienza 3 ó 4 días antes de comerlas, bien comprando un pan candeal y reservándolo, o bien apartando los trozos de pan que han ido sobrando los días anteriores.

Posteriormente comienza la labor de trocear el pan hasta reducirlo a las migas propiamente dichas. Casi todo el mundo realiza ya esta labor con una picadora, reduciendo considerablemente el tiempo que se emplea en la tarea.

En los últimos tiempos, incluso si has decidido hacerlas para el día siguiente o no te apetece trocear las migas, puedes comprar el pan ya desmenuzado en algunas de las panaderías del pueblo donde se vende pan artesano y de gran calidad (hablaremos de él en un capítulo aparte).

La noche anterior se riegan con una mezcla de ajo, sal y agua y se remueven bien para que cojan el gusto. Luego se fríen los ajos, el chorizo y la panceta, se añade agua y pimentón y se van echando las migas. Lo que toca a continuación es remover, remover, remover y remover, para que las migas queden bien tostadas pero no se peguen.

Al ser una comida contundente, para desengrasar se suele acompañar de fruta, normalmente uvas y/o naranjas, también le va muy bien una ensalada de tomate con escarola o lechuga. Y suele acompañarse de pimientos fritos, ajos fritos, boquerones y/o sardinas.

Estoy ya salivandooo. Mmmmmmmmmmm

6. Embutido castellano.

Es habitual que los madrileños vayan el sábado por la mañana a comprar chorizos y morcillas para llevárselas a Madrid. Tanto para ellos como para los encargos que suelen tener de familiares y amigos. Algunos incluso se han acercado al pueblo expresamente a comprar estos embutidos.

Aunque pueden parecer similares unos a otros en diversos lugares, cada pueblo da su toque diferente a sus chorizos y morcillas y desde luego, los de aquí merece la pena probarlos. Los tradicionales son en sarta dulces y picantes y también tienen ricas morcillas. Se pueden pedir en forma de “casca”, es decir con el relleno suelto, sin estar embutidos en tripa. Recomendamos especialmente los de la Carnicería Mencía y los de Embutidos Pineda.

Algo que también es especialmente valorado tanto por los habitantes del pueblo como por los aquí llamados “forasteros” es el adobo. Está riquísimo y sin embargo es suave, no tiene un sabor muy fuerte. Se lo puede usted llevar en unos filetes de lomo, por ejemplo, o comprarlo a parte, para luego echárselo usted a lo que quiera. Y, por cierto, ¡No se vaya a olvidar de los huesos de espinazo para el caldo, cocido, lentejas, etc! Ya se lo avisamos en el artículo anterior.

Bueno, espero que algunos y algunas de ustedes ya se vayan convenciendo de venir a disfrutar de la gastronomía de este agradable y bien ambientado pueblo castellano. Por si quedara todavía algún indeciso trataremos de convencerle en el siguiente artículo, -el último ya, pero no por ello el menos importante-, sobre las bondades alimenticias de Los Navalmorales de Toledo.