José María Pérez Zúñiga acumula una larga lista de novelas, ensayos, relatos y poemas en su trayectoria profesional como escritor. Compagina la literatura con su labor de docente universitario. Así lo nota el lector que encuentra en sus páginas una explicación a las cuestiones de identidad y trayectoria histórica de nuestro país. Una de sus novelas, Cine Aliatar, encuentra paralelismos con la situación actual, retratando la historia de un viejo cine y su cierre, que sirve de escenario para contar una historia de silencios.

¿De dónde viene tu conexión con el Cine Aliatar?

Es una historia que me llevaba rondando mucho tiempo la cabeza. El Cine Aliatar tiene una historia curiosa. En el solar hubo una fábrica de bombas. Investigando un poco vi que en el año 1942, cuando se inaugura el cine, salió una noticia de que volvían a Granada los héroes de la división Azul que fueron españoles que combatieron en el frente de Rusia. Era una noticia bastante patriótica teniendo en cuenta las circunstancias. De hecho, ese día se inauguró el cine con una película de estas patrióticas precisamente Escuadrilla.

«Mi generación era amnésica, se hablaba más de La Guerra de las Galaxias que de la Guerra Civil»

Me llamó la atención que era un cine que luego se reformó y se reabrió convirtiéndose en una galería comercial. Posteriormente fue una discoteca, y su evolución estuvo muy ligada a la historia de España.

Por eso es una novela que versa sobre la transición desde el punto de vista del operador de cine. La diferencia sobre la historia que nos contaron y la historia que había pasado en nuestro país. Mi generación era, en mi opinión, amnésica, porque efectivamente se hablaba más de La Guerra de las Galaxias que de la Guerra Civil.

Desde el punto de vista del cine me parecía un símbolo. Coger lo que es el sitio físico, que tiene mucha vicisitudes, y relacionarlo con la historia de España. Ese es el germen de la novela.

Y luego también la ceguera de nuestra generación. De ahí los dos adolescentes que creen haber cometido un crimen. Para ellos es un crimen por la educación que han recibido, y por eso lo silencian. Les parece algo terrorífico. Ahí está el peso de los silencios. Cuando tú te callas, eso también tiene consecuencias. En este caso las tiene para ellos y para la familia. Por eso es una metáfora sobre los silencios de la historia de España. Es mucho mejor contar las cosas que callarlas. Y todavía, desde el punto de vista político, creo que estamos arrastrando un poco eso.

Precisamente por eso podría parecer que la historia de España es el contexto de la novela pero yo  finalmente Lucía y César son el contexto para contar la historia de España ¿no?

Efectivamente esa es la idea. De hecho, los adolescentes son el hilo conductor de lo que ha pasado.

Por eso, si piensas en el cine de los 80, esas películas en las que nos educamos, en el cine norteamericano, Blade Runner, Terciopelo Azul, los directores del año 80 estaban fascinados por la mirada.

«la literatura es introspección y el escritor un actor»

Blade Runner empieza con un ojo que está por encima de la ciudad de Los Ángeles en esa época futurista. En Terciopelo Azul la cámara se va acercando y enfoca un trozo de césped donde hay una oreja humana cercenada. La mirada de los directores de cine de los 80 busca descubrir la grietas que hay en la realidad. Un mundo que nos han dicho que es de cierta manera, pero donde si escarbas un poco te puedes llevar muchas sorpresas.

¿Los poemas formaban parte del libro desde siempre o han ido surgiendo a medida que avanzaba el proceso de escritura? 

Fueron surgiendo a raíz de la escritura de la novela. Estaba tan metido en ese mundo, en las películas en las que en cierto modo vivía también el personaje, que fueron apareciendo de una manera natural.

Lo más importante es que la voz de esos poemas es la voz del personaje. Yo simplemente estaba tan metido en la piel de César que iba escribiéndolos. Por eso también surge después Cartelera del cine Aliatar con los poemas de César. Fue una cosa muy curiosa que no había planeado en absoluto, pero surgió y me pareció que lo más natural era que estuvieran en la propia novela.

Tienes seis novelas publicadas y numerosos relatos. ¿Notas la evolución como escritor?

Sí, aunque creo que mis temas son permanentes en todas mis novelas y relatos. Incluso en los ensayos. Creo que gira todo alrededor de la identidad.

Hay novelas que están más enfocadas al género. Pero hay muchos puntos en común con Cine Aliatar. El tema de la sombra, el doble, lo que sabemos o no sabemos de nosotros mismos… Y creo que eso se repite en todas mis novelas. Tienen en común esa investigación sobre lo que es el ser humano, que es lo que me interesa escribir, pero cada escritura es una aventura.

También es un desarrollo personal que tiene que ver con mi manera de estar en el mundo. Tampoco me gusta ponerme un título o una etiqueta. Las novelas, lo que buscan es ofrecerle al lector otra manera de mirar el mundo.

Algunos escritores dicen que les da cosa leer algo que escribieron hace mucho o en una etapa vital diferente ¿Te pasa esto a ti?

A mi muchas cosas me sorprenden. Cuando escribes una novela adoptas una voz. Eres un personaje y yo digo mucho que la literatura es introspección y el escritor un actor. En el sentido de que tu adoptas la voz del personaje e interiorizas ese papel.

Para mi las novelas son un mundo y tienes que explorarlo completamente. Cuando ese mundo se agota, pasa un tiempo, re-lees y te sorprende. Pero claro, era otra voz que se apropia de ti y te hace escribir esas cosas.

Entonces, por una parte me sorprende pero por otra me alegra. Veo la evolución y sobre todo me alegra cuando me gusta lo que leo. En ese sentido soy ambicioso. Me interesa que cada obra sea mejor. Ese crecimiento sí lo veo en mis libros.

Qué importante es un libro como este estos días en los que la cultura y en concreto los cines han salido tan mal parados, algunos incluso no van a poder abrir más…

Lo que nos ha ocurrido con esta situación es que hemos perdido la libertad. No solamente porque nos hayan encerrado en casa, sino que la relación con la cultura, con el cine, ha sido traumática.

En lo que se refiere al cine era una cosa muy sencilla y complicada a la vez. Salir de tu casa, meterte en un recinto cerrado con otras personas, se apagan las luces y de repente te vas a otro mundo. Todo eso ha desaparecido de un plumazo.

Además, el cine era una vía de escape personal. Uno de los sitios donde podías tener intimidad, por ejemplo, con tu pareja. Una cosa tan sencilla que ahora nos parece un poco ciencia ficción. Es un momento de intimidad, cuando al mismo tiempo estás rodeado de personas. Los cines son como un templo.

¿Primer recuerdo relacionado con la literatura?

Leo y escribo desde que tengo uso de razón. Tuve la suerte de estar en una casa donde mis padres leían mucho, mi madre me contaba cuentos para cualquier cosa.

Era una cosa natural. Siempre supe que me iba a dedicar a leer y escribir. Con el tiempo y con trabajo, termina convirtiéndose en un oficio. Llega un momento en que decides compartir tu trabajo con otras personas. Esto requiere aprender unas técnicas… Hacerlo de la manera que llegue mejor al lector y que le resulte más interesante. Es una cuestión de técnica pero también tiene que ver con una evolución personal.

Aspiras a transformar la vida de las personas cuando en realidad estás transformando la tuya propia. Pero ambas cosas pasan a la vez. Es uno de los misterios de la literatura.

¿Más de Cultura y menos de qué?

Y menos entretenimiento. Confundimos la cultura con el entretenimiento y no tiene nada que ver. De hecho, dedicamos muchísimo tiempo al entretenimiento y los contenidos culturales son muy pobres.

Vivimos en una sociedad que está volcada a la sobre-información de galería, pero tienes que bucear para encontrar verdadero contenido. En la cultura pasa exactamente igual. Parece que hay una oferta cultural muy amplia, pero si la analizas te das cuenta de que es bastante pobre. En ese sentido, creo que hace falta un poco de sosiego y reflexión.