En la década de los 70, el escritor Richard Bach popularizó sus novelas sobre la filosofía de los límites físicos y la mortalidad, considerándolos sólo apariencias o aspectos que podían suplirse con otras cualidades. Bajo esta premisa destacan dos de sus títulos, Ilusiones y Juan Salvador Gaviotaen el segundo, el estadounidense combina la teórica sobre la superación con su afición a la aviación.

Precisamente que los personajes de esta novela sean animales voladores, nos da muchas pistas de los conceptos sobre los que vamos a reflexionar. Comenzar a leer un libro sabiendo que es una fábula es mucho más sencillo para entrar en la metáfora que el autor nos quiere transmitir. La necesidad de ser libre, de medirse con otros iguales, de superarse para alcanzar los objetivos, incluso, uno de los retos del protagonista, que es llegar a donde el resto no ha llegado nunca.

Sin embargo, la novela puede generar también varias contradicciones. Diferente es en otra era, siendo leída por una mujer, millennial, conectada al medio audiovisual y europea, quién conecta y se siente indentificada con el concepto del «tener que estar siempre salvando los obstáculos de la propia sociedad para conseguir los sueños”. Y cuando nos referimos a sueño, no no tiene por qué significar grandes  consecuciones, sino pequeñas cosas cercanas como puede ser encontrar un puesto de trabajo dentro de del sector para el que uno se ha preparado, que esté correctamente remunerado o sea un puesto fijo frente a la temporalidad del sistema laboral.

La competencia en un sistema capitalista es voraz y por eso la metáfora de Juan Salvador Gaviota sobre el comportamiento del resto de “iguales” que ven siempre al disidente como el “loco” o el “soñador” está bien conseguida. Sin embargo, las contradicciones se manifiestan en el afán de creer que cualquier persona puede hacer lo que se proponga. Sin duda, uno de los males de nuestro tiempo.

La necesidad de superación constante y la frustración derivada del no conseguirlo. Al final, el libro nos habla de que solo unos pocos consiguen a base de tenacidad, esfuerzo y frustración el éxito, o lo que ellos consideran el éxito, y posteriormente se convierten en un ejemplo a seguir para los demás. Sin embargo, ¿Cuál es el coste real de conseguirlo?

Quizá una de las partes que merece la pena destacar de la fábula es que también puede darnos pie a reflexionar sobre el coste de oportunidad de ciertos comportamientos o maneras de vivir la vida. Hoy en día, se podría considerar igualmente tóxico pensar que puedes hacer lo que te propongas si te esfuerzas, que pensar que nunca vas a llegar a conseguir tus sueños. Puesto que en la mayoría de los casos, no tiene tanto que ver con tu esfuerzo sino con el entorno o elementos externos que condicionan tu propia existencia y situación en el mundo.

Conviene, quizá, relativizar el fracaso en ciertas ocasiones y no verlo como algo negativo, puesto que a veces el fracaso también nos hace reflexionar sobre lo verdaderamente importante. Y, al mismo tiempo, ser consciente de que las cosas no se pueden conseguir sin esfuerzo. Por lo que hay que continuar esforzándose por todo, porque nunca sabemos cuál es el objetivo final ni si nos va a satisfacer lo suficiente.

Sí se podría extraer la certeza de que en el proceso del esfuerzo ya está la satisfacción en si misma. Y la prueba de esto está en que las personas que consiguen por azar las cosas o por un golpe de suerte, no encuentran tanta satisfacción como las que lo han conseguido a base de esfuerzo y, ya sólo por eso, debería merecer a pena. Independientemente de que se haya conseguido el objetivo final o no.

También resulta interesante reflexionar sobre las retiradas a tiempo, que son también victorias en cierto momento. Si uno no puede cambiar el mundo o su situación pero sí hacer ciertas labores o gestos que le ayuden a mejorarlo o a sentirse más feliz con su situación.

Como todo, la literatura de Bach hay que entenderla como parte de una era y una cultura, ¿Qué pensarán entonces aquellos que accedan a poteriori a la literatura reflexiva sobre el comportamiento humano en nuestra era? Nos quedan unos tubulentos años para verlo.