A mediados de los 2000, el crítico de cine Nathan Rabin, acuñó el término Manic Pixie Dream Girl tras visionar Elisabethtown. Este clásico protagonizado por Kirsten Dunst, dio nombre a un tipo de personaje arquetípico femenino que se repite con frecuencia en el cine indie norteamericano.

Generalmente, las Manic Pixie Dream Girls son mujeres jóvenes y “alocadas”, con cierto grado de excentricidad (en realidad bastante alto) que ven la vida de una forma poco convencional, o eso creen. Presumen de tener una personalidad muy fuerte pero en el fondo son vulnerables e inseguras. Esa vivacidad inicial con la que se presentan contrasta con bajones derivados de problemas psicológicos. Ejemplos en el cine hay muchos, desde Amélie Poulain, pasando por Summer (500 días juntos), Ruby Sparks o Clementine (Olvídate de mí). Estos personajes, aparecen en la vida de hombres atormentados por los devenires existenciales para ayudarles a superar esa “gran crisis”.

El problema de raíz viene de que esta mujer imaginaria está creada desde una perspectiva varonil, que carece de profundidad narrativa y que se dedica a “cuidar” y a cumplir con los designios del personaje masculino.

#emosidoengañadas

Pues bien, más allá de este término claramente machista que acuñaron los señoros críticos, también existen los Manic Pixie Dream Boys. Estos, lejos de cumplir el estereotipo de su homólogo femenino, conforman otro personaje arquetípico que sigue propagando el virus patriarcal. Estos nice guy son hombres jóvenes que parecen “buenos chicos” y que en realidad tienen una motivación meramente egoísta. El nice guy no es un chico bueno, es un chico que se cree bueno y que en realidad reduce al personaje femenino a un objeto deseable.

Los Manic Pixie Dream Boys atraen de primeras al público femenino porque todo lo que gira a su alrededor es una aventura. Son sensibles, creativos, graciosos y de espíritu libre. Sus vivencias y anécdotas eclipsan cualquier conversación y generalmente tienen un nivel cultural elevado. Aunque en un perfil de Tinder quede muy interesante, esta descripción también se presta a un análisis más crítico. Este chico ideal, además de tener un ego que da la vuelta al mundo varias veces, no tiene planes a largo plazo ni ningún proyecto de vida.

El encanto misterioso e imprevisible que encandila de primeras, se traduce en que un día está aquí y al siguiente se ha ido tres semanas a recorrer Europa (infantilidad + irresponsabilidad). El tono paternalista está servido, pues esos cuidados falsos hacia la mujer (te declaro mi amor incondicional un día y al otro ya no), se convierten en una intención condescendiente de elevar su ego convirtiéndose en una especie de profesor. Vamos, el mansplanning de toda la vida.

Disfrazando estos roles patriarcales de superioridad, hay una fachada posmoderna de feminismo barato que deja comentarios en guion como “estás más guapa sin maquillar” o conceptos como “chico malo con corazón de oro”.

Unos cuantos ejemplos

Ejemplos de Manic Pixie Dream Boy hay muchos, la mayoría enmarcados en la estética Mumblecore o Young Adult. Pero también en el terreno más comercial, como ocurre en Titanic. El personaje de Jack es aventurero, creativo y por supuesto, condescendiente. Sólo hay que recordar la mítica escena en la que le dice a Rose algo así como “si te tiras, tendré que saltar para rescatarte”.

En Diez razones para odiarte, un estandarte del cine adolescente norteamericano plagado de estereotipos y tribus urbanas, tenemos el ejemplo perfecto de “chico malo con corazón de oro”. Aquí, al parecer el problema lo tiene el personaje femenino, Kat, que es una persona hostil y antisocial, debido a sus continuas reflexiones feministas sobre literatura. Es ella, la que termina rebajándose, cuidando y aceptando al pobre malote de Patrick que solo accede a salir con ella a cambio de dinero. En este caso, el dinero comienza siendo la meta de su trama, y Kat el objeto para conseguirlo, pero al final ella termina convirtiéndose en objeto y meta a la vez.

Otro ejemplo de MPDB macarra, el de A tres metros sobre el cielo. El personaje de Mario Casas es aventurero, temerario y con un trasfondo desconocido atractivo. Él es el que saca a Babi de su zona de confort, el que le enseña “a vivir” aún teniendo una situación el triple de complicada en su casa. Y al final es ella la que acaba cuidándole y rescatándole del precipicio, una vez más. Como plus, podemos añadir que Mario Casas encarna todos los tópicos posibles de masculinidad tóxica.

Machismo is in the air

La conclusión es que, la presencia femenina en este tipo de películas se reduce a estar locas y a llevar una fachada intelectualoide o a anhelar a un hombre perfecto que siempre va a ser mejor que ellas. Todo ello basado además en la ética del cuidado, asociada siempre al los roles femeninos. El único arquetipo masculino asociado a los cuidados es el llamado Gay Best Friend, otro estereotipo que suele darse en las comedias románticas como mejor amigo de la protagonista. Este personaje hiperfeminizado (en ocasiones forzosamente incluido en la trama), es utilizado para provocar la risa fácil y otra vez como objeto para conseguir una meta, que los protagonistas se enamoren.