En plena polémica sobre la estampida a Andorra de muchos de los yotubers que más dinero ganan en nuestro país, muchos todavía no saben a qué se dedican estas personas, en su mayoría bastante jóvenes, que atraen a masas de gente que consume sus videos en Youtube. Pues bien, ahora, muchos de ellos ni siquiera existen, son personajes virtuales o vTubers.

Los clásicos tutoriales, partidas de juego o reseñas de productos le dejan paso a los videovloggs, que son contenidos protagonizados por personales virtuales. Es decir, creados a partir de un ordenador y cuyos usuarios crecen cada día más.

Un ejemplo de estas personalidades virtuales es Kizuna Ai. Es un dibujo animado y ya cuenta con casi 3 millones de suscriptores en Youtube.  Se dirige directamente a sus seguidores en sus vídeos y les presenta las acciones que va a emprender. Incluso a veces, se jacta de que resolverá los problemas mejor que un ser humano. También Nekomiya Hinata, un personaje que juega a videojuegos de combate e interactúa de forma agresiva contra sus oponentes o Ami Yamato, de origen inglés y que presenta a un personaje que vaga por el mundo real desde 2011, la fecha en la que creó el canal.

La técnica para crear estos personajes o vTubers es similar a la que se utiliza a menudo en el cine de ciencia ficción. En estas películas o producciones, se parte de un actor que va a un estudio y con unos rastreadores de movimiento en sus extremidades reproduce los movimientos que quedan grabados en un software.

Fuera de Youtube 

Es ya una tendencia mundial que encabeza Japón, la nación donde estos dibujos son cada vez más populares. De hecho, ya existen varias empresas desarrolladoras trabajando para elevar la presencia de estos personajes y sacarlos fuera de Youtube, puesto que muchos se están convirtiendo ya en auténticas celebridades. Así, se justificaría que, pese a que son acciones más caras de realizar que las de un vlogger de carne y hueso, un personaje virtual se puede usar en otras ventanas como en videojuegos y aplicaciones fuera de YouTube como conciertos en realidad virtual.

En paralelo, otras industrias asociadas se están sumando al carro de esta fiebre. Por ejemplo, una agencia de talentos japonesa dirigida exclusivamente a avatares virtuales.