Que Andrea Vilallonga (@andreavilallonga) se dedica a enseñar a desprender la imagen correcta a los demás, lo compruebas tras 5 minutos de conversación. Al comprobar que tiene la palabra y expresión exacta para cada momento. Con su trabajo ha aprendido a mirarse a sí misma y a hacerlo sin los complejos que se proyectaban en su espejo hace años.

La conocemos a gran escala por su participación en las dos ediciones del renovado Operación Triunfo, hemos visto sus clases, cargadas de realismo y sinceridad, tratando de hacerle entender a unos chavales que la imagen personal importa y que no se habla de belleza, sino de comunicación.

Una edición de la que ella misma ha aprendido, polémicas o no, lo cierto es que las nuevas generaciones tienen nuevas formas de ver las cosas y el descubrirlas, le hace feliz.

Sin embargo, a pesar de su presencia en televisión, Andrea Vilallonga lleva 12 años dedicándose al terreno de la imagen personal y ha creado su propio método.

En sus clases, las que imparte en su escuela, por ejemplo,  para formar a asesores de imagen, suenan preguntas como «¿Qué tengo que tener para ser un buen asesor de imagen?» y la respuesta tiene que ver con la cultura, que suele ser la base de todo, incluida nuestra revista.

Nos confiesa que en sus ratos libres lo que le hace feliz es cantar, pero que lo suyo es más Operación Senior. Y de paso, nos da una clase magistral a nosotros, como las de OT, sobre lo importante que es lo que proyectamos y no tanto lo que somos. Se avecina una entrevista protocolariamente interesante para Más de Cultura, acuérdense de leerla con el esternón elevado, para mayor efectividad.

¿Diferencia entre protocolo e imagen personal?

Son dos asignaturas completamente diferentes. El protocolo incide en el saber estar, las normas sociales, en cómo me comporto en según que sitios…para mí lo que es el protocolo social son las normas que nos permiten convivir en el respeto con los demás.

En cambio, la imagen personal solo tiene que ver con el impacto que  causa nuestra imagen o la primera  impresión que damos al resto  de personas. Cómo cuidamos nuestra imagen externa para mejorar la credibilidad que tenemos con los demás.

La idea es que se pueden utilizar los dos juntos. No es que haya ninguna diferencia, es que para tener una muy buena imagen tenemos que trabajar en el ámbito de la imagen personal externa, del protocolo pero también de la comunicación, de la buena actitud… es como una herramienta más.

Confundimos imagen con belleza pero en realidad es comunicación…

¿Te pasa a menudo en tu trabajo?

Sí, sobretodo porque son dos conceptos distintos pero que van en el mismo camino. La belleza es un concepto de armonía, de simetría y además es absolutamente subjetivo. Cuando alguien me dice «yo lo que quiero es verme más guapo».

Para mí es muy difícil porque no se cuál es tu concepto de verte guapo. Hay unas ciertas reglas de armonía y simetría que nos permiten ayudar a que las personas se vean algo más guapas. Esto puede ayudar, pero no es 100% asegurado.

En cambio la imagen es decidir, no si estoy más guapo o más feo sino qué es lo que quiero que vean los demás. Quiero que vean una imagen segura, una imagen seria, romántica… cada uno tiene un objetivo de imagen distinto. Y es mucho más sencillo de trabajar.

Escribes “[amazon_textlink asin=’8403515871′ text=’Mírate‘ template=’ProductLink’ store=’masdecultura-21′ marketplace=’ES’ link_id=’03e1678a-6356-4df3-a129-29ad9f2f4b89′]” un libro para mirarse a uno mismo. ¿Qué había en tu espejo hace 15 años?

Casi no lo se porque yo he sido una mujer muy acomplejada, por eso justamente creo que me dedico a lo que me dedico. Me ha costado muchísimo mirarme al espejo, nunca me he gustado, curiosamente. Y luego cuando miro fotos pienso «pero si era una monada, que tonta».

«tengo un lado de bruja y otro de Barbie. Pero a veces lo que me da vergüenza no es verme, sino el oírme»

Esto supongo que cuando envejecemos nos pasa a todos. Yo creo que hace 15 años había una persona que aún estaba buscando su camino y que no sabía muy bien qué hacer con su vida, entonces eso también me influía en que yo no pudiese verme, porque tampoco tenía claro qué es lo que quería ver.

Resulta curioso que una persona que trabaja precisamente en enseñarnos a querernos a nosotros mismos reconozca que no ve sus clases en OT porque le da vergüenza… ¿eso se ha superado con la segunda edición?

(Risas) En este caso no es una cuestión de físico. Por ejemplo el complejo físico es difícil de superar, se cuales son mis defectos, mis puntos fuertes. Hay cosas que me encantan de mí, cosas que no me gustan tanto…no me gusta mi nariz, por ejemplo, una tontería pero yo me veo y digo «esto es un plano malo, me han cogido al revés».

Como digo siempre, tengo un lado de bruja y otro de Barbie. Pero a veces lo que me da vergüenza no es verme, sino el oírme. A veces digo unas cosas, que yo soy muy espontánea, un poco bocazas, entonces eso es lo que a veces digo: «¿Cómo puedo decir esto?».

Pero luego también forma parte del encanto, pero me río de mi misma, siempre me da miedo el haberme pasado un poco. Pero sí, en esta segunda edición me he podido ver mejor, pero tampoco te creas que tengo mucho tiempo de ver mis clases.

Yo doy las clases y luego vuelvo a mi vida normal, a mis formaciones y no tengo tiempo. A menos que haya pasado algo conflictivo, no lo miro.

¿Cómo afecta la iconología a la impresión que damos?

La iconología es lo que define la imagen que damos. Es decir, a través de la teoría de la iconología podemos detectar cuáles son las emociones que crea tu físico en los demás.

Es decir si tu tienes un físico de una cierta manera, obligatoriamente la gente de entrada te verá como buena persona aunque no lo seas o al revés. Esto lo que si nos permite es ayudar a las personas a decir: «vale, ahora entiendo lo que ven los demás» y eso para mí es una herramienta muy poderosa. Ayuda a desacomplejar muchísimo a las personas.

«con la iconología podemos detectar las emociones que crea tu físico en los demás»

Por ejemplo justamente ahora estoy trabajando con una persona que la gente dice que es muy altivo y tiene dificultades para integrarse en diferentes grupos sociales, pero él no es altivo y prepotente. Lo que pasa es que lo parece. En su caso, no es tanto su físico sino en sus movimientos, tiene unos movimientos que a las personas les crea la emoción de altivez.

Entonces, una vez detectados estos movimientos, la práctica es cambiarlos. Para que el puzle termine de encajar.

Das el salto al participar en Operación Triunfo y de repente la gente joven te conoce, ¿Cómo te ha ayudado el programa en tu carrera?

Bueno, yo llevo 12 años dedicándome a esto y mi carrera está como muy encaminada pero lo que sí que me ha abierto una vía nueva que yo no sabía que podía existir, que es esta visibilidad a un público que de entrada no puede o no quiere o no sabe que existe una persona como yo que se dedica a lo que se dedica.

Me enorgullece estar presente en la vida de gente joven que empieza a pensar en estas cosas que son tan útiles en su día a día para su comunicación y para su autoestima. Que se empiecen a preocupar de estas cosas que nos tachan de superficiales o de carcas y que al final están muy bien.

Para mí sobretodo he ganado un cariño increíble de gente joven que me da las gracias porque les ha ayudado a tener otra perspectiva sobre sí mismos, que me encanta y me parece maravilloso.

«Operación Triunfo me ha dado visibilidad a un público que no sabe que existe una persona como yo»

No es tanto para mi carrera sino para un cierto tipo de visibilidad y sobretodo para sentirme yo muy orgullosa de todos los niños y no los de OT, los niños en general que me escriben y me dicen que han aprendido a comer con mi clase de protocolo, que han presentado un trabajo con el esternón elevado y han sacado buena nota… y me encanta. Estoy como llena de amor, es cursi pero es así.

Un aprendizaje para ella y aprendizaje además el de esta  segunda edición de OT para cuestionarse cosas, como por ejemplo el concepto de “arreglada” que te afectaba directamente ¿Aprendéis también vosotros con las nuevas generaciones?

Claro, porque si yo digo que estoy «arreglada» es porque estoy estropeada y me tengo que arreglar. Me encantó. Yo he aprendido tanto…

Por ejemplo nosotros no somos muy conscientes del género, pero yo no creo que los de mi generación, yo tengo 43, seamos conscientes de los micromachismos que decimos o del vocabulario que utilizamos y esta gente joven lo tienen.

«el hablar en femenino no por feminismo, sino por personas»

Yo lo veo con mis hijos, a veces yo hablo, mi hijo me mira y me dice «mamá, no» y digo: «ay, es verdad». No soy consciente de que queda mal.

El hablar en femenino pero no por feminismo, sino por personas, como hacía Miki, es maravilloso. Esto de arreglado, me encanta. Pero no solo para chicas, los chicos también, no es una cuestión solo de señoras. También los señores se arreglan.

Es cómo se utilizan los conceptos ahora y el cómo se utilizaban antes. Las palabrotas, qué tipo de palabrotas puedes decir y cuales no son aceptables. Y me encanta porque yo estoy aprendiendo y cada vez que hago una conferencia tengo que pensar en qué digo, cómo lo digo, y me encanta porque lo que más odio en el mundo es ofender o hacer daño a las personas.

Las redes sociales son uno de los nidos de complejos y de aparentar ser lo que no se es… ¿Cuál es el equilibrio perfecto?

Al final lo que pasa es que todos somos libres de proyectar la imagen que nos de la gana. Es decir, si tu quieres proyectar una imagen que no es, no pasa nada.

Tampoco demonicemos a la gente que le gusta dar una imagen superficial, a mi lo que me preocupa es que tú no seas consciente de que lo haces.

A mi me parece bien, si tu quieres mostrar algo que no eres y tú te sientes feliz haciendo eso, no te causa ningún trauma o no te afecta a tu autoestima, me parece fantástico. Si tienes la fortaleza para aguantarlo, adelante.

Tú cuando te expones, sabes lo que hay y no siempre es positivo. Lo que pasa es que yo creo que no somos lo suficiente maduros en general ni para exponer lo que deberíamos exponer, ni para aceptar lo que vamos a recibir.

Ahí es donde viene el trabajo de los padres, por ejemplo tengo una anécdota, con mi hija, que cuando está en las redes sociales, como hacen todas las niñas de 14 años, en su época no existía Instagram, puso un foto en biquini en el Facebook.

Entonces yo le dije «oye, ¿esta foto?» y ella me dijo: «no pasa nada, mamá es un biquini, no pasa nada» y yo le digo: «vale, me parece perfecto, si no pasa nada, mañana al cole vas en biquini, porque en el fondo todo el mundo te está viendo en biquini»… Entonces quitamos la foto (risas).

Y no es por ganar, es porque ella tome conciencia, que a lo mejor alguien luego me dice que he traumatizado a mi hija, pero bueno.

¿Qué es para ti la cultura?

Es un poco inacabable. No es algo que tú digas «ya está. Ya lo tengo». Es algo que se tiene que trabajar a diario. Y no tiene un ámbito cerrado. Es tan amplia que puede ser cualquier cosa.

Es conocimiento, forma parte de quien eres, de tus aptitudes, siento que construye el interior de las personas. Y en eso por ejemplo, la primera clase que doy aquí en mi escuela, para formar a asesores de imagen, la primera pregunta es: «¿Qué tengo que tener para ser un buen asesor de imagen?» La respuesta es cultura y luego, lo demás.

Tú misma has afirmado en muchas ocasiones que inconscientemente buscamos siempre la aprobación de los demás ¿Pasa lo mismo con la cultura? ¿Buscamos la aprobación en los demás para definir nuestros gustos culturales como la música, el cine o las series?

A nivel personal, a mi lo que me gusta es compartir opiniones, porque quizás algo que me explican de una película, yo no lo he visto de esta manera y me aporta otro punto de vista, lo bueno de compartirnos no es crearnos una opinión sino para tener otro punto de vista.

Por eso me gustan mucho leer las críticas de cine y de todo, porque me aportan una visión más profesional o distinta a la que yo a lo mejor como fan de esa película o de ese actor no lo puedo ver.

Cuando no estás dedicando el tiempo a la imagen y la comunicación, ¿Qué otras aficiones te hacen feliz?

Cantar. Tengo un marido que nos conocimos hace 25 años y hace 25 años que tenemos un grupo de música. En mi caso tendría que ser Operación Senior (risas). Pero en mi caso no es mi trabajo, es un hobby con el que yo disfruto mucho y no me importa si lo hago mal o bien.

Cuando no es tu trabajo no piensas en ser el mejor, es para disfrutar. Aparte de la familia, nos encanta la música y luego las series de Netflix, como casi todas las parejas.

Leer también me gusta muchísimo pero en mi día a día no tengo tiempo y yo me programo las lecturas para vacaciones.

Tu equipo, compuesto por mujeres, como el de Más de Cultura. En nuestro caso la imagen que damos ante un mundo dominado por hombres siempre hay que reforzarla obligatoriamente… ¿Os pasa lo mismo?

Nos pasa lo mismo. Pero yo creo que hay una evolución en esta imagen que tenemos que reforzar. Y es que durante muchos años las mujeres hemos tenido que  cambiar nuestra imagen para que los hombres la entendieran y yo creo que ahora la revolución es que las mujeres no tenemos que cambiar nada, ellos lo tienen que entender sí o sí.

«durante muchos años las mujeres hemos tenido que cambiar nuestra imagen para que los hombres la entendieran»

Yo no tengo que vestirme para que tú me entiendas, o me escuches, me tienes que escuchar porque soy un ser humano. Creo que la revolución viene de aquí.

No tenemos que hacer nosotras ningún esfuerzo. Y otra cosa que sí tenemos que hacer es luchar, sin discriminar a los hombres, porque creo que tenemos que luchar para conseguir las mismas condiciones o tener el mismo poder de una manera inteligente y distinta.

Ayer hablaba justamente con una empresaria que me decía que sus jefes le decían que ella no era lo suficientemente agresiva y durante mucho tiempo eso a ella le había causado un complejo.

Decía que no era agresiva porque no tenía el mismo modo de comunicarse pero tenía los mismos objetivos. Entonces tenemos que dejar de estar acomplejadas por no seguir el mismo camino. Si llegas al mismo objetivo. ¿Qué más da? Aquí también tenemos Girl Power y mucho trabajo.

Nuestra revista se llama Más de Cultura. ¿Más de Cultura y menos de qué?

Y menos de odio.