Fotografía: megustaleer. 

«Una señora antigua en un mundo moderno», así se definía Cristina Domenech cuando Vega Guerra habló con ella por primera vez para estas páginas. Lo hacían por el estreno de su libro «Señoras que se empotraron hace mucho«. Ahora, tras una cuarentena de por medio, Cristina Domenech acaba de publicar la segunda parte: «Señoras ilustres que se empotraron hace mucho«. Estas 12 referentes son mucho más conocidas que las anteriores, pero sus historias de amor entre mujeres, siguen sorprendiendo por lo que aportan a nuestro intelecto. Aprovechamos para charlar con la escritora, también profesora de universidad, sobre la documentación para esta segunda parte.

¿Ha sido más fácil desarrollar este libro teniendo en cuenta el trabajo de documentación que ya iniciaste en el anterior?

Ha sido más complicado pero por los personajes que son. Fue difícil con el primero, porque había algunas que no tienen ni siquiera una biografía o no tienen un libro dedicado solo a sus obras. Pero con estas señoras que son realmente 12 insignias es bastante complicado.

Sobre todo porque te desborda la información que hay de cada una de ellas. Es absolutamente inabarcable a la hora de ponerte a hablar de ellas. Tienes que asumir que en algún momento vas a tener que dejar de leer y a lo mejor se te escapa algo. Pero bueno, también hay que saber ser un poco selectivo. Ha sido complicado más por ese tema de perderse en las fuentes que hay.

Señoras ilustres que se empotraron hace mucho Cristina Domenech

Supongo que es difícil determinar lo que es verdad y lo que no.

Ese ha sido el principal problema. Con las figuras que son muy famosas, como Emily Dickinson, Frida Kahlo o Virginia Woolf, ocurre que a estas alturas son casi leyendas. Se ha formado alrededor de ellas una especie de narrativa que es la que siempre te llega.

Frida Kahlo: revolucionaria, feminista, bisexual, artista de renombre… ese tipo de narrativas nunca van más allá. Nunca van a contarte nada específico ni va a contar con grandísimo detalle. Es como una narrativa que se forma alrededor de ellas y en la que a veces se introducen y se reproducen datos que no son reales y que se reproducen tantas veces que ya casi es imposible saber de dónde salió el dato y por qué está mal. En ese sentido si que ha sido un poco reto.

He perseguido las fuentes hasta donde he podido. Algunas son imposibles pero si a alguna lo he encontrado raíz, he dado por sentado que, como mínimo, si no es falsa, es cuestionable.

Si te hubieses podido tomar un café con alguna de ellas, ¿Con cuál habría sido y por qué?

Esta pregunta se parece mucho a la de cuál es tu favorita y es que no puedo elegir (risas). Realmente para tomarme un café, escuchar a hablar a Sor Juana Inés creo que sería, no solo informativo desde el punto de vista de que yo estudio este tipo de cosas, sino que además ella era una mujer increíblemente inteligente. La gente buscaba su compañía y sus charlas. Pero lo mismo podría decir de Virginia Woolf, que era escritora, editora y decían que tenía una conversación muy enriquecedora.

Yo siempre me voy a Anne Lister porque estoy obsesionada (risas). Sobre todo porque me parece que a mi el siglo XIX me llama en especial y ella tuvo un concepto de sí misma que se sale muchísimo de lo que era normal en la época.

Ella se veía a sí misma como lesbiana que era algo que en aquella época no existía como concepto y creo que en ese sentido sí que me gustaría hablar con ella e intentar saber un poco cómo piensa. Porque realmente hace falta un tipo de mentalidad muy especial para adelantarte 100 años a un concepto. Me parece brutal.

Muchas adolescentes podrían encontrar referentes leyendo tus libros, pero, en tu caso ¿Recuerdas tus primeros referentes? Es decir, ¿La primera vez que leíste sobre una relación de amor entre mujeres?

No recuerdo cuando fue la primera vez que leí sobre dos mujeres. Sí que recuerdo cuál fue la primera vez que leí sobre una relación entre dos mujeres en un ámbito histórico que fue con «Orlando«, la novela de Virginia Woolf.

Lo que sí me viene mucho a la mente es que fui a ver «La Ratonera» de Ágatha Christie cuando era muy joven. No se si tenía 13 o 14 años. Es una obra que lleva haciéndose muchos años y hay muchísimas versiones. Hay un personaje que, aunque no se lee como lesbiana o queer en la obra,  va vestida con pantalones. Siempre le ponen un aire andrógino.

En esta versión de «La Ratonera» había una escena que no está en la original en la que la protagonista y esta mujer bailan pegadas mientras tienen el diálogo de esa escena. Tenía mucha carga queer. A propósito.

Y claro, es teatro, ellas están allí. Fue la primera vez que yo vi a dos mujeres en persona en esa actitud de cercanía. Siempre me acordaré de ese momento, no se me va a olvidar nunca. Porque además se hizo un silencio tan gran de en el teatro… Había incomodidad, pero para mí estaba siendo muy mágico.

Eso pasa con las historias tan clásicas que uno las puede tener interiorizadas pero de repente le plantean una opción que no ha pasado por su cabeza y pueden pasar muchas cosas ¿No?

Además en teatro, que posiblemente sea el medio más reivindicativo que existe. A una película le puedes dar al pause, un libro lo puedes cerrar, pero no es tan fácil salirse del teatro. Así que lo que te ponen delante te llega muy fuerte y está un poco fuera de tu control. Por eso creo que es un medio muy especial.

Este año hasta tenemos película navideña “Happiest Season” ¿La has visto? ¿Qué te parece?

He caído en verla. Y la verdad es que no me ha gustado nada. No es que me resulte mediocre, que realmente una peli de navidad yo no voy a verla con unas expectativas altísimas. La gracia está en que la película navideña es para verla de forma muy pasiva.

Pero me ha parecido que la película está hecha sin cabeza. Intenta ser una comedia navideña, que tiene su momento de felicidad, pero es una película que va muy ciega. En el sentido de que coge los mismos clichès de las películas navideñas, que entiendo que ese era el objetivo, hacer una película navideña mainstream pero queer, y es que han cogido los mismos clichès de siempre y los han aplicado a una situación en la que no se leen igual.

Es graciosa una película navideña en la que una señora lleva a su novio a casa y por lo que sea lo tiene que esconder por cualquier tontería que el guion cree para crear esa comedia. Pero no es lo mismo hacerlo con dos mujeres que van a casa y una tiene miedo de que la echen de casa por presentar a su pareja, porque es algo real que pasa muy a menudo.

Entonces, están intentando hacer comedia cálida y ligera con un tema que realmente al público al que va dirigido la película es un tema que le afecta de una forma muy real e inusual. Entonces, en ese sentido me pareció que el tono estaba muy perdido y que, por ello, ni resultaba realmente cómica ni resultaba realmente cálida o feliz. A mi me dejo con un sabor raro de boca. Nos queda «Carol«, yo sigo reivindicando «Carol» como película navideña (risas).

¿Estás preparando ya otro libro? 

De momento estoy descansando. Escribir este libro ha sido muy duro, porque ha sido durante cuarentena. Unas circunstancias poco conductivas para la creatividad y he acabado muy agotada, no solo por las fuentes sino también a la hora de redactar. Creo que este año nadie ha estado muy centrado, la verdad.

Ahora mismo estoy con mi trabajo de clases en la universidad. Intentando disfrutar de la salida del libro, de cómo se está recibiendo. Está teniendo un recibimiento bastante bueno, como el primero.

Sí que pienso en la posibilidad de un tercer libro, la editorial también se ha mostrado interesada aunque todavía no haya nada dicho ni confirmado. Si se hiciera, a mi me gustaría que tuviese lo mejor de los dos primeros. Que fuesen de nuevo personajes poco conocidos pero me gustaría que, si fuera posible, cada uno llevara su ilustración.

En el segundo he introducido una pequeña sección de «Saber más» donde recomiendo algunas lecturas o películas para conocer más sobre el personaje. Me gustaría que pudiera hacerse así. Creo que estaría curioso.

Cuando ya has terminado un libro. ¿Puedes conseguir dejar de “intentar actualizarlo” mentalmente informándote más o eso es imposible?

Yo no puedo (risas). El tema de la investigación lo hago no solo de manera profesional, también por placer. Siempre encuentras un libro nuevo, un capítulo nuevo, un artículo nuevo… nunca puedes parar.

Pero ya no necesariamente por pensar que debería haberlo metido en el libro. Es información nueva que incluso puede que te presente lo que ya sabes de una forma distinta o que añada algo nuevo. Realmente es algo que no puedo evitar. Pero vamos, generalmente, cuando el capítulo ya está hecho no me arrepiento de no haber puesto algo.

Como lectora ¿Alguna recomendación para nuestros lectores?

Lo último que he leído ha sido un libro que, en aspecto, es como un libro infantil. Cada página tiene una gran ilustración y un poco de texto. Se llama «Mariquita» es de Juan Naranjo. Al que no conocía en su faceta de escritor ni de ilustrador. Él habla de su experiencia creciendo aquí en Málaga en los años 90 como niño gay. En unas circunstancias que no eran muy propicias para él.

Me ha sorprendido muchísimo porque no pensaba que fuese a tener tanto en común con esa experiencia y, sin embargo, como mujer lesbiana, si que he reconocido muchísimos de los problemas, los dolores y las alegrías de su infancia. Me llegó muchísimo al corazón, es una lectura que se hace muy rápida, es muy tierna y me ha dejado bastante sorprendida. Por eso me gustaría recomendarlo.