Señoras que se empotraron hace mucho. Sí, que se empotraron. No, no eran amigas que vivían juntas. Mujeres lesbianas y bisexuales que la historia dejó en el olvido (o que silenció parte de su vida), y que Cristina Domenech se ha encargado de darles voz. Primero fue en Twitter a raíz de sus hilos a medio camino entre cotilleo, humor y rigor histórico. Y ahora con su libro Señoras que se empotraron hace mucho, editado por Plan B.

En Más de Cultura ya os hablamos de Cristina Domenech cuando nos sumergimos en la historia LGTBI que se puede aprender en las Redes Sociales. Y volvemos ahora para hablar de su nuevo libro. En esta entrevista hay mujeres (obvio), empotramientos (aún más obvio) y erizos (no, esto no lo vi venir).

Antes de empezar, en estos días en los que hemos estado “cuadrando agendas” para realizar esta entrevista y ha sido un poquito complicado. Esto nos lleva a la primera pregunta, ¿quién es Cristina Domenech?

Cristina Domenech es una señora antigua en un mundo moderno (victoriana de día, neo-victoriana de noche), que se dedica a escribir la tesis, a dar clases y, cuando tiene tiempo libre, a leer sobre las vidas de otras señoras antiguas.

Señoras victorianas que se empotraron

En Más de Cultura habíamos hablado de tu trabajo de divulgación de las historias de mujeres lesbianas y bisexuales en Redes Sociales, y además, Lidia García (The Queer Cañí Bot) nos recomendó entrevistarte, así que aquí estamos. ¿Cuál es el objetivo de tu investigación y trabajo?

En un principio lo hacía sólo para encontrar referentes cuando era adolescente, para demostrarme a mí misma que había mujeres como yo en la historia aunque nunca me lo hubiesen contado. Ahora que por un lado escribo una tesis y por otro divulgo en redes sociales, mi objetivo es que se conozca mejor nuestra historia y la forma en la que se le ha dado forma, tanto dentro como fuera del colectivo LGBTQ.

¿Qué te lleva a dar el salto de Twitter al libro?

La verdad es que no lo busqué activamente, aunque hacía tiempo que muchos seguidores me preguntaban si estaba pensando sacar un libro. A medida que los hilos
crecían empezaron a llegarme ofertas de algunas editoriales. Al principio las tuve que rechazar por cuestiones de trabajo, aunque ganas no me faltaban; más adelante, con un poco más de tiempo, empecé a plantearme la idea con más tranquilidad.

Hace algo más de dos meses que “Señoras que se empotraron hace mucho” llegó a las librerías y ya con la 4ª edición. ¿Esperabas esta reacción del público?

La verdad es que no esperaba que el libro fuera a venderse tan bien, sobre todo teniendo en cuenta que el material original (que es alrededor de un 75% del libro) sigue estando disponible en internet, en forma de hilos. La acogida ha sido increíble y todavía me cuesta procesarlo.

Algunas de las historias que cuentas en tu libro tienen elementos o giros de guion que parecen mentira. ¿Recuerdas alguno de estos hechos que han vivido alguna de tus protagonistas que te hicieran gritar “Oh, dios mío, ¡esto no puede ser cierto!”?

Recuerdo muchísimos. Creo que casi todas las andanzas de Mademoiselle de Maupin entran en esta categoría, por ejemplo. También me sorprendió mucho que se hiciera un amago de canonizar a Catterina Vizzani, que se había pasado la vida seduciendo mujeres a diestro y siniestro. Aunque la historia entera del juicio de Jane Pirie y  Marianne Woods (más conocidas entre los seguidores de mis hilos como “las señoras que se regalaron una biblia y ya no se sabía si eran lesbianas”) es posiblemente la que más veces me ha dejado alucinada.

Gentleman Jack y La Favorita: señoras que se empotraron en el audiovisual

En la televisión y el cine se han contado algunas de estas mujeres que se empotran. Entre ellas, la serie de televisión Gentleman Jack. ¿Te ha gustado cómo se está contando esta historia?

Me ha encantado. Ya existía una película sobre su historia (a la que tengo mucho cariño como coleccionista, pero he de admitir que de rigor histórico va regular) y por supuesto existen otras películas sobre mujeres históricas queer, pero muy pocas están a la altura de Gentleman Jack en su cuidado por los detalles y el cariño con el que han intentado respetar la historia de su protagonista. En lo que se refiere a biopics de señoras reales que se empotraron hace mucho, de momento sólo Gentleman Jack y La Favorita me han dejado con una sonrisa.

¿Es diferente el proceso creativo y de escritura para los hilos de Twitter y libros?

Es un poco diferente, pero creo que he conseguido dejarlos muy parecidos a los originales en el sentido de que han conservado la agilidad a la hora de leerlos y el tono ligero, incluso aquellos que he escrito expresamente para el libro y nunca han sido hilo. El proceso ha ido más bien orientado a reconstruir y expandir los primeros hilos, que eran mucho más cortos y desordenados. Algunos, como el de Anne Lister, los he reestructurado por completo; otros, como el de Josephine Baker, se han adaptado perfectamente al formato de un capítulo de libro.

¿Recuerdas la primera publicación que hiciste en Redes Sociales?

¿El primer hilo de señoras? Lo recuerdo perfectamente. Fue el hilo de Jane Pirie y Marianne Woods, el 7 de marzo de 2018. Lo escribí para unas amigas y no volví a abrir Twitter hasta pasados unos días, cuando me encontré con diez mil seguidores pidiendo más historias.

¿El mejor momento que hayas vivido gracias a Twitter?

He vivido muchísimos momentos fantásticos gracias a los hilos de Twitter, sobre todo cuando alguien me dice que leen los hilos a sus familias y eso les ha ayudado a salir del armario, o que leer estas historias les han dado valor para aceptar su orientación sexual (el mundo parece más hostil cuando no tienes historia). Saber que dar a conocer estas historias está ayudando a otra gente aunque sea un poquito es maravilloso.

Suponemos que al hablar de “Señoras que se empotran”, te habrán salido señoros que piensan que necesitas escuchar su opinión sobre todo. ¿Qué ha sido lo más desagradable que te han comentado?

La verdad es que he tenido mucha suerte con los comentarios que he recibido. Algunos han sido algo prepotentes, pero en general no he tenido que preocuparme por
comentarios excesivamente agresivos o paternalistas. Siempre recuerdo uno por ser uno de los primeros, aunque debo decir que se expresó con mucha educación, que decía que las historias eran olvidables y poco fiables porque no llevaban fuentes bibliográficas. Le respondí inmediatamente con la bibliografía del hilo en formato MLA y no hubo más quejas al respecto.

¿Cuáles son los ingredientes para contar una buena historia?

Supongo que es fácil decir que una buena trama, personajes carismáticos… pero lo cierto es que yo siempre he sido una gran admiradora de aprovechar la estructura de una narrativa para darle el máximo efecto a su contenido. Tengo la suerte de que estas historias, al ser reales, ya vienen con su trama magnífica y sus personajes carismáticos hechos, así que los ingredientes que yo pongo son encontrar la mejor estructura que se ajuste a cada historia y aplicar el humor para hacerlas lo más accesibles y cercanas que puedo.

Referentes para el colectivo LGTBI

¿Cómo de importantes son los referentes y la visualización para el colectivo LGTBI?

Esenciales, por partida doble. Por un lado, desde dentro del colectivo, es imprescindible tener referentes para crecer de forma sana y no vivir en un mundo en
el que experiencias como la tuya son totalmente invisibles e irrelevantes para la mayoría. Por otro lado, desde fuera del colectivo, que existan figuras históricas o
figuras públicas abiertamente queer ayuda a normalizar al colectivo LGBTQ y a que mucha gente sienta nuestra experiencia menos ajena a la suya.

Con tu libro hemos podido viajar en el tiempo, así que si tú pudieras hacerlo, ¿qué le dirías a tu yo de la adolescencia?

La verdad es que me encuentro muy bien en este momento de mi vida, así que creo que le diría que, aunque no se lo parezca, lo está haciendo genial y va por el buen camino.

Y Cristina, ¿con qué señora de este libro se empotraría?

Bueno, yo soy más de irme al campo a salvar erizos como las Damas de Llangollen… ¿Y con quién me iría a salvar erizos? Pues seguramente con Anne Lister, porque tenía una forma de pensar fascinante y una mente muy adelantada a su tiempo, aunque creo que no se dejaría llevar de retiro indefinido al campo con lo que le gustaban las grandes ciudades y los viajes.

Ahora que vienen fechas de regalo, ¿a quién le recomendarías que se auto-regalara tu libro “Señoras que se empotraron hace mucho”?

Como creo que a los amantes de la historia queer y a las mujeres lesbianas y bisexuales con ganas de saber más sobre su historia no necesito convencerlas… así que supongo que se lo recomendaría a alguien que no sepa nada de historia queer y tenga ganas de encontrarse una sorpresa.

¿Nos puedes adelantar algunos planes de futuro que tengas?

¡Como para casi todos los doctorandos del mundo, cuando escucho “planes de futuro” lo primero que se me ocurre es la tesis! Pero mirando un poco más allá, me gustaría seguir investigando y dando a conocer la historia y literatura de las mujeres queer en ambos ámbitos: en el puramente académico con mi trabajo y en el divulgativo con más hilos de Señoras Que Se Empotraron Hace Mucho.

Y ahora llega el momento de las recomendaciones, ¿podrías recomendarnos el último libro, canción, película, obra de teatro, o cualquier expresión artística que te haya emocionado?

Probablemente sea la película Retrato de una mujer en llamas. Es una historia sencilla, de ritmo lento y aspectos visuales maravillosos sobre una relación entre dos mujeres a finales del siglo XVIII. El final es explosivo, salí de la sala con tantos sentimientos encontrados que no sabía cómo gestionarlos.

En una cadena de talentos, ¿nos recomendarías a alguien a quien seguir?

Mi buena amiga la escritora Rocío Vega (@rovegah), que escribe historias maravillosas sobre mujeres rompiendo estereotipos, apoyándose mutuamente y siendo épicas y humanas en géneros muy necesitados de un giro feminista como la fantasía y la ciencia-ficción.

Nuestra revista se llama Más de Cultura, así que la pregunta es, ¿Más de Cultura y menos de…?

Más de cultura y menos de seguir creyéndonos los estereotipos que nos cuentan sobre el pasado.