Las ferias de libros siempre son una buena ocasión para entablar conversaciones más allá de las páginas. Esos diálogos que a menudo se establecen con los libros, en las ferias hacen de intermediarios entre el lector y la editorial. Una es capaz de personalizar y poner cara a todos aquellos que trabajan para distribuir literatura. En la caseta 282 de la Feria del Libro de Madrid, las editoriales Las Afueras, Koan y Consonni comparten mostrador. Me acerco porque la última se ha convertido sin duda en una de mis preferidas en estos últimos años.
Mientras busco entre los nuevos títulos, aparece María Mur Dean, directora y socia en Consonni. Me ve dudando, me acaban de regalar Hija de sangre y otros relatos de Octavia E. Butler y aprovechamos para charlar de otros de sus títulos. Debatimos sobre cuál de los libros de Akwaeke Emezi me parece mejor y la convenzo de que en estas mismas páginas me posicioné irremediablemente por Agua dulce. Buscando una suerte de monólogo como el de Eli Ríos en Lunes, pero quizá menos personal que Ritual de Duelo, de Isabel de Naverán, me recomienda a Lola Robles y su Más allá de concordia. De paso, me actualiza que La trastienda que retrató Uxue Alberdi terminará cerrando sus puertas este año al no haber encontrato quién tome las riendas del negocio.
María Mur Dean define a esta editorial como una criatura mutante. De un origen artístico como proyecto, la editorial Consonni poco a poco se va colocando en un lugar cada vez mejor posicionado en el mundo de las editoriales independientes y críticas con su catálogo. Es precisamente el leitmotiv de cualquiera que se aventura en sus páginas: «En Consonni producimos y editamos cultura crítica», por eso, no puedo evitarlo:
Oye María, ya que estamos hablando sobre lo mucho que me gustan vuestros libros ¿Qué te parece si charlamos sobre la editorial para que nuestras lectoras os puedan conocer más?
Y aquí estamos.
Consonni nace como una productora cultural en los 90 pero, ¿Cuándo y cómo se constituye cómo editorial?
En el año 1996 es cuando Consonni, como una asociación sin ánimo de lucro, se constituye primero como un centro de prácticas artísticas contemporáneas vinculada a una fábrica abandonada que se llamaba Consonni. De ahí tomamos el nombre.
En muy poquito tiempo, ya en el 1999, pasa a ser productora de arte contemporáneo, que es lo que realmente marca mucho la dinámica de Consonni: Hacer proyectos más allá de lo expositivo y ayudar y apoyar a artistas en la producción de sus trabajos. En esos momentos cambia el sistema del artista como un genio solitario en su estudio y se empiezan a hacer proyectos que son mucho más colaborativos. Surge la necesidad de producción en otros lenguajes o en otros ámbitos artísticos como el cine o el teatro.
«La evolución de Consonni tiene que ver con la escucha de su comunidad»
Nosotras siempre decimos que Consonni es una criatura mutante y policéfala que tiene los feminismos y la escucha como súper poderes. Y esto tiene que ver con que, de alguna manera, la evolución de Consonni tiene que ver con la escucha de su comunidad.
Va mutando hacia una línea editorial porque muchos artistas demandaban la necesidad de que esos proyectos tuvieran catálogos u otros proyectos artísticos. Empezamos realmente haciendo catálogo. Luego ya derivamos a publicar la primera colección que ya no tiene que ver con los proyectos artísticos, sino que tiene que ver con dar voz a la crítica cultural. Empezamos con comisarios y comisarias artistas que publican libros y realmente cuando nosotras nos consideramos ya editorial es en el año 2019. Cuando creamos la nueva colección de «El origen del mundo» ahí es cuando vemos que la cosa va muy en serio.
Entramos en la distribuidora UDL, hasta entonces nos auto-distribuíamos. Tenemos ya alguien que nos ayuda con la prensa. Empezamos a trabajar más seriamente con la editorial.
Las ediciones son muy cuidadas. Encontramos el arte de la portada con su correspondiente biografía de las artistas y también el manifiesto de Consonni ¿Es más que una seña de identidad?
Consonni es policéfala porque en realidad son muchas las cabezas y los cuerpos que encarnan esta criatura. Encima van variando. Yo soy la más abuela de todas porque estoy casi desde el principio pero en todos estos años ha pasado mucha gente y ha ido dejando su marca, su estela.
«La intención es la difusión y la amplificación al máximo de la cultura crítica»
Estas mutaciones no cierran las etapas anteriores. Que hoy en día seamos editorial no elimina el hecho de que sigamos trabajando como productora de arte o que desde luego muchas veces, incluso el año pasado, estuvimos editando los catálogos.
Nuestro proyecto editorial es también un proyecto artístico en sí mismo. Porque, de alguna manera, las decisiones que tomamos tienen que ver, como tú bien apuntabas, con ese origen. El trabajo editorial que hacemos, el proyecto que presentamos en documenta combinando el trabajo de un montón de editoriales del mundo ¿Qué es? ¿Un proyecto editorial? ¿Un proyecto artístico? Los límites son difíciles.
La intención es la difusión y la amplificación al máximo de la cultura crítica. Esa es nuestra dirección. Producimos y editamos cultura crítica. Al final, esa cultura crítica toma muchas vías, posibilidades y ahora es verdad que estamos muy centradas en la parte editorial, que queremos retomar también la parte de la radio que se nos ha quedado un poco ahí a mitad de camino…etc.
¿Cómo es ese trabajo de llevar vuestras novelas al mundo? Yo os he visto en las grandes superficies pero en menor medida que en librerías más críticas y orientadas a la línea editorial de Consonni ¿Esto es decisión propia o es también un tema de entrada en el mercado?
Creo que es un poco todo. ¿Hasta qué punto todas las decisiones que se toman son decisiones propias personales o no están derivadas de todo esto?
Empezamos con la auto-distribución en espacios independientes y priorizar a las librerías independientes es una de nuestras formas de trabajo. Aunque si que es cierto que si nos piden desde otro espacio más grande hacer una presentación, pues tampoco nos negamos. Lo hablamos con el autor o autora y si se cree conveniente se hace.
Pero sí que es cierto que desde Consonni hasta ahora por lo menos las estrategias mayores siempre son ese apoyo de las estructuras independientes. Ese «crear redes entre todas». Ahora, tampoco podemos ser naif, hay lugares en los que quieras o no tus libros van a estar. Es mejor controlar la manera en la que están que que estén, porque los ponen otras personas y tú no tienes ningún tipo de control. Y luego si que es verdad que por ejemplo UDL es una distribuidora que prioriza mucho el estar en librerías independientes.
Como venimos del arte, dependemos mucho de subvenciones, de toda esa parte más pública y esa parte editorial nos genera autonomía sobre esa parte artística. Pero al mismo tiempo, esa parte artística, nos genera autonomía sobre el mercado.
¿Cómo seleccionáis el contenido? Hay mucha rigurosidad en vuestras voces.
Tenemos unas líneas de trabajo bastante específicas. Por un lado, la cuestión de la traducción de lo que llamamos lenguas minorizadas. Aquellas lenguas que nos atraviesan. Las tres socias de Consonni convivimos con el euskera, el catalán y el gallego de manera habitual porque María Macía es gallega, Munts es catalana y yo soy euscalduna, entonces, realmente, parte de los cuerpos que componen esa criatura mutante, una vez más.
Tenemos un grupo asesor bastante amplio de una treintena de personas que nos proponen contenidos que, de hecho, vienen publicados al final del libro. Fueron Lilian Fernández y Leire Milikua quienes nos dijeron que les parecía que había muchas autoras euscaldunas que no se estaban traduciendo. Desde ahí empezamos a investigar y decidimos ampliarlo al catalán y al gallego. Esa es una línea muy clara.
«Hay retos como saber mantener la escucha, responder a la comunidad con los libros que son necesarios»
Luego tenemos otro tipo de situaciones o líneas de trabajo que podrían ser lo que llamamos la arqueología literaria: rescatar títulos que de alguna manera se habían quedado descatalogados como Montserrat Roig o que no se habían traducido hasta ahora Octavia Butler, Bell Hooks o James Alan McPherson, el primer afroamericano en ganar un Pulitzer.
Una tercera línea de trabajo es el tema de la literatura especulativa feminista. Puede tener algo de realismo mágico como Ana María Shua o Jacinta Escudos en latinoamérica o el caso de Akwaeke Emezi.
Estas tres líneas responden a una cuestión que, para nosotras, en la colección de «El origen del mundo» es fundamental. Aquello que decía Donna Haraway de localizar narrativas que construyan un mundo con más sentido. Mucho más de ideologías y sin categorizar lo bueno y lo malo.
¿Cuáles son los nuevos retos que se plantea Consonni?
Retos hay muchos. La continuidad y la supervivencia del libro en papel tiene mucho que ver con las nuevas tecnologías que están orquestadas por grandes estructuras. Que son a su vez los que han monopolizado una vez más también las imprentas con la impresión de cartón y han hecho que al final haya menos papel. Es un círculo vicioso.
Nosotras siempre decimos que somos una editorial inter-dependiente y no dependiente. Creo que el reto es seguir así. Ser consciente de la dependencia que tenemos de muchas otras editoriales, librerías, de nuestro público lector… y mantenernos ahí en esa inter-dependencia. Luego yo creo que hay retos como saber mantener la escucha, saber responder a la comunidad con los libros que son necesarios. Sobrevivir económicamente, que es complejo también… etc.
El reto fundamental de cualquier editorial independiente es hacer frente a esos grandes grupos que lo copan todo. Que tienen mucha más presencia en los gremios, en las ferias por lo tanto, en los medios de comunicación… etc. Surfear entre todo eso es difícil como editoriales independientes.
Y luego hay un reto general que estamos viviendo como sociedad. El miedo al auge del neofascismo que se cuela por todos los poros. Se cuela en la derecha pero se cuela en la izquierda.
Creo que todas esas diferencias que está habiendo dentro de los feminismos, las izquierdas… todo eso creo que nos hace mucho daño como sociedad, la verdad. Y eso creo que es un reto al que el mundo editorial también tiene que responder. Porque al final, si queremos un mundo con más sentido, ese es un reto principial. Tiene que ver con nuestra supervivencia.
¿Más de cultura y menos de qué?
Más cultura y menos miedo. Creo que el miedo es algo que nos paraliza mucho y es lo que hace que nos diferenciemos o nos distanciemos las personas. El miedo la otredad, el auge de la derecha tiene que ver con eso, con el miedo.
Hay muchos hombres cis heterosexuales que tienen miedo de cuál va a ser su papel, el miedo para mujeres blancas sobre cuál va a ser nuestro papel, para la comunidad Queer… todos tenemos miedo y eso nos hace mirarnos con desdén y me da pena.
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