Por fin ha llegado a mis manos el nuevo libro de Irene Márquez, y releyendo sus viñetas, me llamó especialmente la atención una en la que hablaba sobre el Satisfyer. Criticaba en tono de humor negro (eso siempre) cómo un succionador de clítoris se ha convertido en el nuevo emblema “feminista”, y que muchas influencers se están haciendo eco de este sinsentido para sacar un rédito económico.

Humores aparte, personalmente comparto la opinión de que el Satisfyer es un gran invento, porque a muchas de nosotras nos ha servido como complemento para mejorar nuestra vida sexual, pero de ningún modo es un logro feminista. Es una creación capitalista cuya única finalidad consiste en incentivar el consumo y cubrir una necesidad creada por el propio mercado: Llegar al orgasmo de forma casi inmediata en una sociedad cada vez más frenética.

Ni estamos ante la Revolución del autoplacer ni ante la del orgasmo femenino. Eso es algo que nos hemos ganado solitas y que no nos ha descubierto ningún producto de consumo. Reducir siglos de historia feminista al Satisfyer no es más que otro pilar de la revolución que realmente caracteriza a este periodo histórico: La de la ignorancia de las masas.

¿Y qué es lo que de verdad empodera a una mujer? Pongamos un poco de luz a todo esto.

Enriquecer la mente

Para combatir la ignorancia este es el método más efectivo. Si ya te has pasado el juego de Simone de Beauvoir, te invito a que descubras a algunas de las autoras que a mi personalmente me han inspirado (y a casi cualquier mujer que haya leído algo sobre feminismo).

Todo comienza con Jane Austen. Y es que detrás de sus historias sobre matrimonios concertados y amores entre gente privilegiada se esconden mujeres protagonistas de su propia vida que acaban consiguiendo lo que se proponen. Porque el amor también puede empoderar. Luego creces y te das cuenta que hay vida después de los culebrones románticos.

Entonces aparece llama a tu puerta Virginie Despentes con Teoría King Kong y revoluciona tu mundo. La traducción de Paul B. Preciado, otro referente feminista especializado en teoría queer, es una joya para releer varias veces.

Si tuviera que recomendar un libro sobre feminismo a una adolescente (se lo regalé a mi hermana pequeña, sí) sería Cómo ser mujer, de Caitlin Moran. Un referente que toda buena amiga debería regalar, sobretodo si no quieres que se quede embarazada, porque sus explicaciones del parto son de lo más gráfico. Si quieres todo lo contrario, regálale Mamá desobediente, de Esther Vivas.

También añadiría a esta lista a Judith Butler (El género en disputa), a Adrienne Rich (su apuesta sobre la heterosexualidad como yugo patriarcal es muy interesante), a Rosa Luxemburgo (si además de feministas os va el empoderamiento en la lucha obrera) y más reciente Mujeres extraordinarias de Lucía Etxebarria. Eve Ensler y sus Monólogos de la vagina también es un imprescindible. La lista es casi infinita.

De novela gráfica la obra por excelencia es Persépolis, pero aquí en Más de cultura tenemos una gran lista de ilustradoras como Flavita o Vera Yin Yang que molan todo.

De cine y series qué os voy a contar, si seguro que durante la pandemia os habéis pasado Netflix, HBO y Amazon varias veces. Que estén de actualidad y en plataformas tenéis, como no, The Handmaid’s Tale, Mrs America (la mujer en contra del feminismo), el documental Period. End of Sentence (sobre el tabú de la menstruación en La India) y Good girls revolt (cuando las mujeres no podían ser periodistas).

Reforzar la confianza en ti misma

Es más difícil luchar por tus derechos estando en la mierda. Y aunque parezca una frase de Mrs Wonderful, es imprescindible mimar tu autoestima. Con esto no  me refiero a que tengas que subir fotos medio desnuda en tu Instagram para que te den likes. Que no te digo que no seas libre de hacerlo, pero también se puede luchar contra el patriarcado con cuello vuelto. Bueno, igual en agosto no es recomendable, pero ya me entendéis. La clave está en tú contigo misma. Y oye, para eso el Satisfyer empodera.

En este apartado entra el hacerte valer en tu trabajo. Es triste reconocerlo, pero citando a la Sra Maisel, en muchas profesiones un hombre puede cagarla y le dicen “no pasa nada, es sólo un bache”. Una mujer falla y el comentario es “quizás deberías dedicarte a otra cosa”. El nivel es este, así que debemos aspirar a ser nuestra mejor versión y romper ese techo de cristal con sudor y esfuerzo. Una vez destruido, todos deberíamos ser juzgados por igual.

El respeto hacia los demás

Se que a veces dan muchas ganas de escupir en la cara a los que llevan la palabra “feminazi” todo el día en la boca, pero creedme, lo mejor es hacer oídos sordos, pero no callarse. Si están por la labor, crear un foro de debate sano.

Con la mente enriquecida y la palabra como arma, no hay quien nos pare. Eso sí, odio y mucho, cuando una mujer se cree superior a otra porque piensa que sabe más de feminismo y es la más feminista entre las feministas. No, no eres Simone de Beauvoir amiga, así que bájate esos humitos. Estoy a favor de la sororidad, pero también tengo derecho a odiar a la gente, por mucho que me digan que somos “hermanas”.

Más historia y menos influencers

No hay que olvidar a todas esas mujeres que lucharon por la igualdad, aunque los libros de historia del colegio no nos lo hayan enseñado. Y también en nuestra familia, todas nuestras madres, tías, abuelas y bisabuelas merecen reconocimiento, y debemos tener presente todo lo que nos han aportado, hasta el más mínimo detalle.

Debemos ser conscientes de nuestros privilegios, y aceptar que el feminismo no es igual para todas. Y digo esto desde mi posición de blanca occidental con trabajo e independencia.

Mujeres voto España Clara Campoamor

Mujeres voto Esapaña

Crear tu propia vida

Vivir sin miedo (otro consejito a lo Mrs Wonderful). No ceñirte a los cánones, ni de belleza ni de no belleza. Estás en tu derecho de depilarte los sobacos y seguir estando empoderada, y de teñírtelos de azul si te apetece.

Y es que ya lo decía la gran Patti Smith: “No one expected me. Everything awaited me” (Nadie me esperada. Todo me esperaba). Con el feminismo pasa justo eso, nadie nos esperaba, y sin embargo aquí estamos, bien empoderadas y todo nos espera.